Ya era tarde, terminé mi turno y me dispuse a conducir a nuestra casa, mis manos temblaban y esa maldita sensación de nerviosismo invadía mi estómago persistentemente.
Al abrir la puerta e intentar encender la luz de lo que creí era mi casa, es cuando lo siento, unas asquerosas manos impidiéndome encender la luz, unas asquerosas manos acariciando mis senos, tocando con tanta firmeza que dolía.
Hasta que escuché su voz.
-Nos vamos a divertir, Catherina- no puede ser
-¡Suéltame Roy!- intento zafarme de su agarre
-Me pagaron una pequeña fortuna para esto, así que olvídalo perra
Intenté forcejear todo lo que mi estado de conciencia me lo permitía, mientras el me tocaba y tomaba lo único que realmente me pertenecía, "mi primera vez", comenzó a cansarse de mi resistencia y simplemente comenzó a golpearme salvajemente, vi como sacaba un preservativo de su bolcillo mientras me gritaba- "perras embarazadas, no sirven"- y entonces lo sentí, sentí como entraba sin juegos previos, sin preocuparse de si sentía dolor, solo escuché- "Quien lo diría, una perra virgen"- solo miré un punto fijo, intentando teletransportarme a un lugar feliz, sus estocadas terminaron, sentí como me escupía y terminaba de golpearme, todo pasaba en cámara lenta, me tomó bruscamente, y me subió a su puta camioneta mientras manejaba tan rápido y lejos como su vehículo se lo permitía.
Llegamos a una ciudad muy colorida, muy diferente a Dryl, mis pensamientos son interrumpidos cuando siento como frena bruscamente y toma mi cuerpo casi inerte con sus asquerosas manos, arrojándome cruelmente en la entrada de lo que parecía ser un hospital.
Y fue cuando entonces la vi, era esa chica de los congresos aburridos de general, tan engreída como para atender a una chica moribunda, odio ese tipo de cirujanos insensibles.
Luego, todo pasó tan rápido, el suero, las radiografías, el vendaje y el maldito reposo.
Dormí aproximadamente un par de horas, según mi percepción del tiempo, y cuando comencé a abrir lentamente mis ojos fue cuando la vi, estaba en frente de mi junto mi historial.
-¿Podrías darme unos analgésicos?- dije susurrando
-Claro, aquí tienes- al menos algo que haga, tomó unos analgésicos dentro de un estante junto a mi cama.
-Gracias-dije sintiendo todas las consecuencias de ese ataque brutal.
Mis movimientos son algo torpes y lentos, siento tanto dolor, y esa engreída no deja de mirarme, como si no me sintiera asqueada de mi misma, sucia, violada, forzada, golpeada, soy una mierda. Con todas mis fuerzas me pongo de pié, porque eso hago cuando quiero escapar de mi pasado, huir.
Arreglo mi ropa y me dispongo a salir.
-¿Estás loca? No puedes simplemente salir como si nada, a penas puedes caminar niña- habló la engreída.
-No es de tu incumbencia Prince- La miro indiferente y es ahí cuando lo noto, su rostro es todo un poema, ni siquiera se da cuenta de que tiene su identificación en su uniforme, y aunque no la tuviera, su nombre no se olvida fácilmente.
-¿Cómo?- balbuceó
-Tú identificación Einstein- dije sin ni siquiera voltear a verla una última vez.
Y simplemente me fui.
Pasaron algunas semanas hasta que Hordeano volviera a encontrarme, su asistente Roy, no perdió la oportunidad de chocar mi auto y sacarme bruscamente del asiento del conductor, sin ninguna palabra, comenzó a golpearme como nunca, hasta que lo sentí, sentí como me inyectaba un líquido, gritando fuertemente- "disfrútalo perra, si sobrevives"- dejándome al borde de la inconciencia.
Pasaron horas hasta que alguien me tomara y me arrojara golpeada y drogada en la entrada del hospital, y fue cuando la oí.
-Estarás bien-susurró aquella rubia arrogante, un susurro casi inaudiblemente, como si solo fuese dirigido a mi cuerpo dolido e inconsciente.
Y desperté
-¿Podrías darme analgésicos?- susurré
-No caeré de nuevo niña, necesitas descansar y recuperarte de tus heridas y... sobredosis- su mirada ligeramente decepcionada, como si drogarme fuese una elección, jamás me metería alguna mierda, no soy estúpida.
-Ya veo, entonces a eso se refería- sus ojos me miraron expectantes.
-¿Quién?- preguntó aparentemente preocupada
-No es de tu incumbencia- dije apartando mi mirada
-No puedo creer que me preocupé por una niñita arrogante, solo quiero ayudar, ¿es tan difícil de comprender para ti?- dijo como si yo misma pidiese todo esto
-Solo aléjate de mí, no necesito una niñera Prince- la miro molesta
-Está bien- da media vuelta y se dispone a salir.
-Otra cosa, no soy una niña, tengo 20 años- digo rápidamente, observando como detiene sus pasos y voltea levemente su rostro posando su mirada iluminada sobre los míos.
-¿Cuál es tu nombre?, es difícil crear un expediente sin los datos básicos del paciente- mentirosa
-Catra Weaver- dije resignada
-Doctora Adora Prince- me mira por última vez y finalmente sale de mi habitación
Okey, debo salir de aquí, si Hordeano vuelve a encontrarme me matará, ya no creo soportar un nuevo ataque de Roy.
Y tuve una idea.
Decidí tomar prestada una silla de ruedas cerca de mi habitación, y con la excusa de dar un paseo, me dispuse a buscar mi ropa y salir lo antes posible.
Y así fue como simplemente escapé.
Unos días después de la maldita droga, me encontraba caminando dificultosamente por las calles de Luna brillante-simplemente esto es una mierda- susurré
-Cuida tu vocabulario perra asquerosa- esa voz irreconocible, estoy muerta.
De la nada, siento sus manos aprisionar mi cuerpo y dirigirme a un callejón sin salida, poco transitado y oscuro, cuando lo siento, siento sus golpes cada vez más salvajes, como rasga mi blusa, su apestoso olor a alcohol, ese odio descomunal en sus ojos, simplemente sentía mi cuerpo colapsar, simplemente todo acabaría para mí, y sinceramente una parte de mí ya había muerto aquella noche en donde fui violada y golpeada casi al borde de la muerte
Simplemente acaba conmigo Roy.
Todo se volvía confuso para mí, siento la calidez de unos fuerte brazos tomar mi cuerpo con tanta delicadeza mientras era depositada delicadamente en un auto totalmente desconocido, hasta que la vi otra vez.
-¿Qué haces Prince?- susurré a duras penas
-Te salvo, niña- responde rápidamente mientras aceleraba cada vez más
-No lo hagas- le suplico
-¿Qué quieres decir?- intenta verme sin perder la vista del camino
-Estoy cansada, si me salvas, me veré obligada a morir.
Y es así como todo se volvió negro.

ESTÁS LEYENDO
Corazones rojos
FanfictionAdora Prince, la mejor cirujana general del país, arrogante e intrépida, sus manos se rehúsan a atender casos simples de urgencias. Todo es totalmente normal, hasta que una desconocida aparece en su vida cambiando su perspectiva de lo que realmente...