Cap21. Dolor, códigos y memoria.

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– Hasta que despiertas – me encontraba en esa camilla, la que si intentaba moverme me enterraba los dientes metálicos con sus esposas y tobilleras, y ya había empezado. El aire frío proveniente de la ventila no calmaba para nada el calor de mi cuerpo, el tic tac del reloj colgado marcando las cinco, sonando a la par de pequeños metales chocando, el doctor se acercó a mí con la gran jeringa de rojo vibrante espeso, tomó mi brazo con sus arrugados dedos buscando una vena, cuando la encontró inyectó lentamente aquella sustancia, vi pequeños puntitos negros como si comenzara a desvanecerme de nuevo, mientras que la temperatura de mi cuerpo subía a niveles que no debería.

– ¿Qué hizo? – le pregunté como pude. A lo que él sonrió quitándose las gafas negras dejándome ver esos ojos desquiciados una vez más.

– Algo que te une a mí, ¿sabes porque nos llamamos Edén? – negué levemente – es porque nos gusta la ironía de la religión cristiana, que Dios haya creado a Adán a su imagen y semejanza y a la pobre Eva de una costilla de Adán, haciéndola así su fiel sirvienta para el resto de la eternidad – poco a poco volvía a sentirme despierta – y lo que yo hice recién, fue transferir mi sangre a ti y a los demás convirtiéndolos en mis fieles sirvientes personales.

– Se ha olvidado de Lilith – él me vio con intriga mientras caminaba a la mesa de materiales puntiagudos otra vez– Aquella que fue creada del mismo barro que Adán y se reveló ante él y ante Dios, la religión cristiana la eliminó del nuevo testamento junto a muchas otras cosas, para así dejar a Dios como todo poderoso, indestructible y magnánimo, ante todo, pero ella se salvó escapando del Edén siendo refugiada en los brazos de Lucifer.

– Así qué piensas escapar, querida mía, eso es imposible, morirás aquí.

– ¿Y por qué no me mata ahora?, acabaríamos con esto mucho más rápido.

– Eso le quitaría toda la diversión al asunto, además no te das cuenta qué cada cosa que haces, por más pequeña que sea tiene un precio, Kathia, ¿cuál es el propósito de tus acciones?, ¿No ves que por tu culpa sufren los que amas?

– A veces hay que hacer sacrificios – le digo mientras siento como los dientes perforaban con más profundidad mis muñecas y tobillos.

Él mantenía una pequeña sonrisa ladina aterradora en su rostro como si hubiese estado esperando que dijera eso, una ráfaga de viento helado había golpeado mi cuerpo otra vez, pero por algún motivo seguía haciéndome hervir como si quisiera llegar a derretir mi cuerpo y hacer cenizas mis huesos.

– ¿Crees que esto sea un sacrificio que valga la pena? – dos guardias trajeron a mis padres a rastras por una puerta de la habitación manteniéndolos de rodillas, ambos se veían horriblemente maltratados, la piel en sus mejillas era una leve capa que dejaba a la vista hasta sus huesos, sus cuerpos débiles incapaces de mantenerse en pie, no hacía mucho que había visto a mi madre, pero no tenía idea de que se viera así debajo de esa máscara de Stig, al verme por un segundo sus rostros mostraron alivio hasta nota el estado en el que me encontraba – ¿Crees que la muerte de tus padres valga la pena? – no sé en qué momento pasó pero apuntó con un arma a la cabeza de papá y disparó, luego a mi madre y también le disparó. Eso era diferente.

Sus cuerpos sin vida cayeron a mi lado, bañando el suelo de su sangre, un grito sepulcralmente desgarrador salió de mí, no podía, ni quería evitar que mis lágrimas cayeran, se suponía que iba a salvarlos, que se irían de aquí, que podrían volver a ser felices, pero lo eché a perder otra vez, todos los momentos vividos con ellos vinieron a mi mente sin aviso, mi corazón parecía querer escapar de mi cuerpo y mi cerebro quería que todo terminara.

– Necesito códigos y ninguno de ellos me las había entregado, tu madre una inútil que hablaba hasta por los codos de nada interesante, y tu padre que no quiso cooperar, prefirieron serle fiel a su nación antes que a su propia familia.

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