Cáp12. Relaja tu mente

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Estoy descalza, camino por un extraño pero familiar bosque. La brisa nocturna eriza la piel de mis piernas y brazos descubiertos, hay alguien observándome, puedo sentir su mirada en mi espalda, no apresuro el paso, las ramas y rocas hieren mis pies, pero debo ser cuidadosa, una mano se posa en mi abdomen haciéndome dar cuenta de que él está junto a mí, Itzan.

Bajo la luz del cielo su cabello se ve tan bonito, diferentes tonos de blanco se mezclan con las sombras, su mirada es dura, a la espera de cualquier cosa, hay algo en él que me brinda seguridad, una paz que sentí antes, baja sus ojos hacia mí, su mirada se ablanda de cierto modo mientras una pequeña pero sincera y dulce sonrisa crece en sus labios, haciéndome sonreír de igual manera, él da la vuelta hasta quedar frente a frente, sus ojos se ven oscuros por la falta de luz pero tienen un brillo hermoso y diferente al juguetón de siempre.

– Ángel, debo decirte algo – me dice en un susurro, corre un mechón de mi cabello y lo acomoda detrás de mi oreja acercándose aún más, pero el sonido de pisadas y voces nos distraen, el vuelve a ponerse frente a mi colocando su mano en mi cadera y la otra en su espada.

Con cautela nos movemos hasta quedar detrás de unos arbustos, mientras las voces se oyen más cerca.

– ¿Qué hacemos con ella?

– Debemos ser cuidados, aún no sabemos que es.

– Pero es peligrosa, hay que matarla...

– No, mi padre dijo que la vigiláramos, lo haremos cuando el de la orden Freyr.

– Lo sé, pero me preocupa, nadie está de nuestro lado, podrían matarte – ella ríe por lo bajo – no quiero tener que perderte.

– Pero que sentimental te has puesto, no vas a perderme, estamos juntos en esto. Y por ellos no te preocupes, acabaré con cada uno de ellos hasta que me digan cuál es su plan, ninguno podrá salir de aquí.

Ella mira en nuestra dirección y sonríe cínica, comienza a acercarse...

Pero despierto con una mano en mi hombro, su rostro preocupado me recuerda dónde estoy, sus ojos y cabello ya no se ven oscuros, se encuentran completamente iluminados, acomoda mi cabello detrás de mis orejas y quitá una lagrima de mi rostro, que no sabía que estaba allí. Nos quedamos así unos segundos, él se pone de pie y chasque la lengua antes de hablar.

– ¿Soñando conmigo Ángel? – esa palabra, la forma en la que la dijo no fue como la primera vez, sarcástica y divertida, fue similar a aquella dulce y sincera de mi sueño, con una pequeña sonrisa juguetona, pero rápidamente cambió su semblante otra vez – Cuando entré estabas llorando – no le dije nada, solo miré mis manos, el silencio era incómodo – Quieres...

– No debes fingir que te importa, Itzan.

– ¿Quién dice que no me importa? – vuelvo mi rostro hacia él y si, había algo diferente, no era la misma mirada que en mi sueño, pero tampoco era la mirada de los últimos días.

– ¿Qué haces aquí?

– Hoy me toca entrenarte en la primera ronda – nota mi incomodidad y sigue la charla – luego estarás con Viatrix y después con Eros.

– Cierto, bueno salgo en un segundo.

Ingresé al pequeño baño del cuarto, ni siquiera pude verme al espejo, no quería hacerlo, hice lo que debía hacer, lavé mi rostro, cepillé mis dientes y salí. Por un segundo lo observo, él estaba ahí sentado en mi cama jugando con la banda elástica para mi cabello, el cual había crecido bastante y me era necesario usarla, él traía la musculosa blanca, el mismo cargo camuflado y botas que el otro día, su cabello estaba húmedo y despeinado. Recordé el sueño, lo suave de su voz y su mirada al dirigirse a mí, la sonrisa tan genuina y la protección que me otorgaba, la última vez que soñé algo tan real sucedió, pero no sé en qué momento pasará, debió sentir mi mirada ya que cambió su postura y me preguntó.

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