Epílogo

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Habían pasado dos semanas desde que escapamos, el primer día nos alejamos lo suficiente como para estar seguros, enterramos a nuestros caídos en un campo de flores, Simón hizo lápidas de metal con el nombre de cada uno. Nos quedamos allí llorando por un rato, o simplemente guardando silencio. Eva no se alejaba de mí, era un alivio tenerla conmigo, saber que no lo había echado a perder y estaba viva junto a mí. Anthony y Roma no compartían la misma suerte, me sentía tan culpable por ello. Por las noches no podía dormir, las pesadillas me atormentaban, eran recordatorios constantes de lo que habíamos perdido, pero también de lo que de algún modo habíamos ganado.

– ¿Qué debemos hacer ahora? – Dijo Roma viendo la brillante lápida de su hermana luego de que habían pasado unas horas.

– Supongo que seguir – Habló Sam quien colgaba del brazo de Anthony.

– Hay que seguir el río, nos llevará a la costa.

– No hay nada allí – le respondió Zac a Viatrix.

– Es nuestra única salida, no podemos confiar en ser recibidos en Sincrex.

– ¿Por qué?, ellos podrían informar a la Presidenta sobre esto – dice Eros.

– Porque su Presidente es hermano del Doctor – todos me observaron cuando terminé de hablar – él me pidió unos códigos que únicamente tenía Kristine, tuve que meterme en su mente para encontrarlos, ella era la hija de la Presidenta Simons, me llevaron a una oficina con mucha más seguridad que cualquier otra parte en la hayamos estado, ahí estaba el Presidente Ferguson hablando muy cómodamente con él, y lo llamó hermano. Estaban muy cómodos entre ellos. Le di los códigos y me escoltaron a mi cuarto y no supe más.

– Pero no comparten apellido – me interrumpió Brycee confundida.

– Tienen diferentes padres supongo, los códigos que necesitaba eran sobre unas carpetas con información del laboratorio y su familia, al parecer Amelie tiene dos hermanos, eran trillizos, pero Simons mando a matar a su esposa y secuestró a los otros dos niños para que trabajara para ella, pero no funcionó. Están por iniciar una guerra.

– Y se los diste, ayudaste al maniático en lo que sea que está planeando.

– Mató a nuestros padres delante de nuestros ojos y amenazó con hacernos lo mismo, no teníamos opción – Eva me defendió ante la acusación de Zac.

– Deberíamos seguir el río de cualquier modo, no podemos quedarnos aquí, nos encontraran en algún momento – Itzan se acercó a mí entrelazando mi mano con la suya que aún era de carne y hueso.

Caminamos y caminamos al lado del río durante días hasta llegar a la costa donde estábamos ahora, era el lugar más hermoso que hubiera visto nunca, las botas se habían desintegrado dejando nuestros pies desnudos permitiéndonos sentir la arena blanda bajo nuestros pies, el sonido de las olas rompiendo en la orilla y el sol saliendo cada mañana desde el horizonte, comíamos algas y peces cocidos al fuego de Nills o Raven, no sin antes ser limpiados por Ivannya. Anthony sanó cada una de nuestras heridas, reparó mi ala y quitó el balazo de mi pierna, permitiéndome moverme libremente otra vez, pero él no podría curar mi mente. Estaba desecha, mantuve la compostura por un tiempo, pero por las noches lloraba en silencio envuelta en los brazos de Itzan, algunas noches se permitía llorar también, él había perdido a su mejor amigo también. Eva dormía junto a Ivannya, Raven con Roma, Simón muy cerca de Viatrix, Brycee con Sebastian, Sam con Zac y Anthony con Nills, supongo que habíamos encontrado refugio en los brazos del otro, excepto Eros, me sentía mal por él, no sabía cómo ayudarlo, intenté acercármele, pero era frío conmigo, distante, sentía culpa de haberlo abandonado en cierto modo. Respecto a las relaciones nadie hacía preguntas sobre cómo se había dado cada una, sólo coexistíamos en el mismo ambiente.

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