Pasaron semanas de aquel encuentro con el Presidente, no sé por qué él estaría interesado en esos documentos, pero sabía porque el doctor los quería, no era mi problema, ni me interesaba. Los entrenamientos se habían vuelto más llevaderos, me volví cada vez más poderosa, los colores azules y amarillo oro habían sido reemplazados por el rojo vibrante rodeado de rayos blancos, pero podía elegir combinarlos o usarlos por separado, era magnífico. Las alas eran simplemente una extremidad que podía manejar a mi antojo, guardarlas dolía tanto como dejarlas salir, pero era un dolor necesario. Iryna se había vuelto mi amiga más cercana, dejamos atrás aquel adorable beso para convertirnos en confidentes. Brycee junto a Viatrix me enseñaban cuanto sabían sobre las espadas, mientras que también había empezado a entrenar arquería con Raven, Eros se acercó para ver cómo me encontraba respecto a mis padres y se disculpó por no haberlo hecho antes. Itzan me besaba cada vez que sentía la necesidad, lo que me daba una felicidad inmensa, seguía portándose frío e insensible con los demás, lo que me hacía sentir especial en cierta forma, su afecto era lo más hermoso que me pudo haber pasado en esta horrible situación.
Todos sabíamos lo que debíamos hacer, no quedaba mucho para el combate final y teníamos en claro de quien debíamos cuidarnos además de los guardias cuando abriéramos el domo. Estábamos listos. El día arrancó como los demás, nos llevaron a la cafetería para desayunar, al entrar el olor a una verdadera comida inundó mi nariz, huevos revueltos con tocino, una taza de café y un vaso pequeño de jugo, acompañados de un tazón de frutas, la verdad es que apenas entré salí disparada a tomar una de las bandejas y acercarme a la fila a esperar mi turno para saborear aquellos manjares al fin. Me dirigí a la mesa donde se encontraban algunos de mis compañeros, todos casi tan extasiados como yo. Sebastian estaba inmerso en sus frutas, Eva bebía su café con una lentitud que le permitía saborear cada sorbo, Simón y Raven atacaban literalmente los huevos y el tocino, los demás hacían fila o admiraban aquella variedad ante sus ojos, vi la mesa del Equipo Alpha, algunos comiendo con la mirada perdida, otros devoraban sus platos, pero no había rastro de entusiasmo en su rostro, eso significaba sólo una cosa, y ahí la entendí. Era hoy, hoy era el maldito combate final. Terminé mi plato conflictuada entre la felicidad, el entusiasmo, el miedo y la melancolía, el enojo que me generaba la situación.
Itzan era uno de aquellos con la mirada perdida y me dolía, él tanto como yo teníamos mucho que perder, conocíamos los riesgos, pero no era momento de hacernos atrás, era el día en que todo terminaría, de una forma u otra sería el final, moriríamos allí o escaparíamos para contarlo.
- ¿Es hoy verdad? - le pregunté aún sabiendo la respuesta.
- Es hoy cariño.
Fuimos llevados a aquellos extravagantes baños una vez más, quizás la última, había varias caras largas, el agua se sentía deliciosa sobre mis hombros y no dude en disfrutar cada momento como si fuera el último hasta que el aire me secó por completo. Caminé sin ganas hacia mi cama esperando a los Stigs, cuando entraron comenzaron con lo suyo, el frío gel en cada parte de mi cuerpo pasando sobre él la máquina para eliminar algún rastro de vello, que a estas alturas de mi vida ya era inexistente, un lado y el otro, arriba y abajo. Al terminar me pasaron la ropa interior nueva y limpia junto a un nuevo traje de cuello de tortuga sin mangas y de piernas largas, este era de un material suave e impermeable, se ajustaba en las zonas necesarias, era de color negro, muy similar al primero, pero traía detalles en forma de figuras geométricas en dorado y rojo y era de dos piezas que fácilmente se hacían pasar por una. Cuando me lo puse me pasaron unas botas exageradamente cómodas, perfectas para correr y escalar. Me pasaron un cinturón que tenía espacios para colgarle lo que fuera, en mi caso la espada y algún que otro cuchillo, me senté otra vez en la camilla y comenzaron a arreglar mi cabello, lo peinaron y cortaron un poco. Lo ataron en nueve trenzas cocidas pegadas a mi cabeza, me coloqué nuevamente el collar que me había dado mi madre debajo del traje.
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Edén
Ficção Científica(NOVELA EN REVISIÓN Y EDICIÓN) Desde el 2020, el año en que estalló la tercera guerra mundial es así, bombas bacteriológicas, nucleares, y químicas. Todo destruido, masas de tierra devastadas, algunas especies de animales extintas y otras modificada...