Cáp5. Equipo Alpha

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El día empezó con unas estruendosas alarmas, las luces blancas y cegadoras, como siempre resaltando el laboratorio, como conejillos de prueba que somos no importaba nada como vivamos mientras cumplamos sus expectativas. Si morimos, se hace una nueva ecuación, una nueva fórmula, nuevas armas, y se consiguen otros conejillos.

La doctora ingresó acompañada de un hombre gigante escondido dentro de un traje irrompible que se encontraba impecable, el mismo hombre que había entrado ayer con la hombrera roja en su hombro izquierdo, sin ni una línea en el chaleco, ni un rayón en los metales, el cinturón derecho y bien colocado con las armas listas para cualquier asedio.

– Buenos días, él es el oficial Thanatos es el encargado de vigilarlos y mantenerlos vivos.

– Hoy les tocan los aseos de iniciación – no mostró empatía ni sentimiento alguno al hablar, supongo que así debe ser el reglamento de ser oficial en una asociación de locos.

– ¿Qué se supone que son los aseos? – preguntó Simón con la voz algo temblorosa.

El oficial soltó una leve sonrisa que oculto rápidamente.

– Aseos. Limpieza profunda de todas las mierdas y toxinas que libera su cuerpo muchacho, ¿acaso nunca tomó un baño o vio agua? – dijo con un sarcasmo prepotente.

Simón tartamudeo nervioso, pero esté lo volvió a interrumpir.

– Al cruzar la puerta no hay más preguntas, ¿quedó claro?

– ¿Y eso por qué? – dudé, por lo que se me acercó quedando a centímetros de mi rostro, elevé un poco mi mentón para no mostrarme intimidada.

– Porque son defectuosos, están acá porque son ratas de laboratorio, no para hablar, no para hacer preguntas, no para interactuar, son propiedad del laboratorio. Así que, si digo, no más preguntas, es no más preguntas, ¿está claro a13?

– ¿Sabe? para ser solo un guardia tiene muy elevado el ego, lamento decepcionarlo, no es más que eso y, además, debe cuidar de estas ratas de laboratorio, así que usted estría trabajando para nosotros.

Pude ver la rabia en sus ojos, su ego herido, no sé cómo salieron esas palabras de mi boca, cómo las solté sin medir las consecuencias. En un instante clavó un electroshock en mis costillas, pero la electricidad que me recorría no era para nada dolorosa, se sentía como suaves caricias, me mira extrañado mientras sube el voltaje, pero solo sonreí con suficiencia.

– Creo que necesitará más que eso para hacerme retorcer – no sé qué es lo que acaba de pasar, supongo que no se lo esperaba, porque yo tampoco.

– Suficiente espectáculo oficial, las mujeres, conmigo, ahora – habló nuevamente sin sentimiento la doctora.

Ahora que la veo bien me doy cuenta de que puede estar alrededor de los treinta, su cabello negro intenso está recogido en un moño alto, algunos mechones se escapan cayendo a los costados de su rostro, ese aire familiar la sigue acompañando, pero no puedo entender por qué.

– Iremos por el pasillo cinco mientras que los muchachos irán por el siete, ahora muévanse.

El oficial se alejó de mi aún mirándome con desprecio para ponerse al frente de los chicos. Salimos ambos grupos en diferentes direcciones, las puertas y los pasillos son todas similares, pero nunca iguales. Delante mío camina Tania, con sus rulos rojos alborotados, mira nerviosa para todos lados esperando que algo la ataque, impaciente, ansiosa. Me recuerda a Aly, una punzada atraviesa mí pecho, angustia, ¿Cómo estará? ha perdido a Eva y me ha perdido a mí, la incertidumbre debe carcomerla o tal vez ignore nuestra desaparición y la de nuestros padres, mis padres, preferiría pensar que están muertos en lugar de pensar que podrían estar aquí en alguna otra habitación, o tal vez borraron su memoria y los dejaron en nuestro hogar. A estas alturas no puedo permitirme descartar ninguna opción, después de todo, expulse un rayo de mi cuerpo, nada parece relativamente imposible.

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