8.3 La habitación 69

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UN ENCUENTRO DEMASIADO ERÓTICO PARTE 3

Valla que él lo disfrutó por la impresionante expresión en la que se habían convertido sus facciones. Mary Jane ya tenía hambre pero nunca pensó que su siguiente comida sería un pene, aunque disfrutaba más esta comida que la que había en el restaurante.

De repente las cosas se pusieron más intensas, porque él empezaba a mover la cadera, como si la penetrara en la boca, aunque en realidad eso era lo que estaba pasando, y aunque no estaba acostumbrada a esos movimientos teniéndolo en la boca, logró arreglárselas para seguir con su actividad, aunque bastante incomoda (algo que por primera vez le pasaba durante el sexo).

A continuación, era el mismo muchacho el que terminaba su propio oral, pues la hizo levantase para ahora, en el lugar en el que estuvo su pene poner sus labios, volviendo a besarse con ese arrebato desesperado, cayeron sobre la cama, el desconocido volvió a darle un par de chupadas en los senos y luego se acomodó sobre ella, MJ abrió las piernas lo más que pudo, preparada para recibirlo, el muchacho tomó su pene y dio un par de golpecitos sobre la vagina de la chica, haciéndola sonreír aún más.

—Ahora si dame mi orgasmo.

El muchacho se impresionó y la miró con más avidez, se inclinó sobre ella, le dio un "delicado" beso en los labios, y luego, con una mirada y un tono de voz intensamente seductivo dijo:

—Lo que ordene pelirroja —entró.

Tremendo rugido excitante soltaron ambos, sobre todo él. Las embestidas comenzaron, él muchacho parecía completamente extasiado, y ella sentía con gran gusto y placer las sacudidas de las que era víctima. Cambiaron de posición y ahora él descansaba cómodamente sobre la cama mientras ella le saltaba en el pene.

—Ay pelirroja... como me gustas —dijo el chico de pelo negro viendo con gran obscenidad como un par de enormes pechos rebotaban frente a él al mismo tiempo que su pene se quemaba en lujuria.

¡Cuánto lívido había en ese pequeño cuarto de ventanas abiertas! Por tan esplendido espectáculo visual que tenía en frente, él se volvió a antojar de los senos de la chica, llegándolos a morder, acción que, sumada a los abrazadores y excitantes choques que tenía, al pelirroja terminó corriéndose, obteniendo ahora si el orgasmo al que no había llegado con el oral anterior.

La posición volvió a cambiar, ahora estaban haciendo honor al número que había sobre la puerta, ella se acostó sobre él al revés, de modo que casi estaba sentada sobre su cara, él le metió uno de sus largos dedos y ella chupaba el pene de su amante, luego del dedo fue de nuevo el turno de la lengua, él tenía la cara metida entre las nalgas de la chica, gozando mutuamente de sus largos orales.

Temblaban bajo los efectos de esa lengua que invadía su punto más sensible, algo que dejaba sus ojos en blanco. Como si de una rica paleta se tratara, ella encontró un suculento centro líquido acompañado de un sonoro jadeo masculino.

—¡¡AHHHH!! —se escuchó en la habitación 69, y en las demás también, pues el ruido era completamente escandaloso. —Ay pelirroja, tu sí que sabes comértela —dijo el muchacho como embriagado mientras ella seguía lamiéndolo, provocando que el abdomen del chico revotara ligeramente de placer.

Las embestidas de pene con vagina volvieron y sus cuerpos escurrían en sudor. Estaban en una extraña posición en la que ella parecía gatear mientras que él chocaba su vientre bajo contra las nalgas de ella, de nuevo teniendo un gran espectáculo visual, pues dos enormes nalgas rebotaban ante sus ojos, teniendo su pene contenido en su interior.

Ambos estaban en su paraíso sexual, teniendo en mente únicamente sus sabrosos placeres. Los gemidos femeninos eran mucho más constantes que los de él, pero cuando él empezó a gemir con mayor vigor y potencia, fue la señal de un peligro que se volvía más inminente, pues ahora estaba dentro.

Teniendo un gesto como de dolor, rápidamente él se echó para atrás saliendo de ella, tomó su pene, lo agitó un poco viendo como ella también hacia sus movimientos en los que se ponía bajo su arma y entonces el semen salió disparado de él, aterrizando en los gigantescos senos de la chica, quien sonrió con gusto al sentir la tibia esencia sobre sus atributos, con un dedo tomó un poco de lo que tenía en el pecho y luego se lo llevó a la boca, viendo como él se dejaba caer rendido en la cama, derrotado por su increíble acto sexual con la mujer del mejor cuerpo que había tenido como amante.

Mary Jane historias de camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora