Capítulo 6: Un Baño

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La noche iluminaba la ciudad, los dos hermanos habían salido al pateó trasero a disfrutar de la vista.

—Son bonitas, ¿verdad?—dijo la pequeña rubiecita a su hermano mayor.

—Mucho —contestó su hermano —¿Recuerdas lo que te dije una noche como esta?

—Que mamá y papá nos estaban cuidando, sí —contestó —Y que la estrella más brillante y bonita es mamá. Mamá nos está cuidando, ¿verdad?

—Jamás dejaría de hacerlo —mencionó su hermano.

—Niños, adentro el baño ya está listo —dijo Steve.

Ambos entraron al pequeño hogar que compartían con su padre. El primero en entrar fue James.

—¿Cómo está el agua?—pregunto el rubio al niño.

—Muy rica —dijo cuando se acercó a tocarla.

—Bien, te dejaré una toalla en el lavabo —comentó.

—Gracias —dijo en un leve susurro.

Le permitió al pequeño niño darse la ducha que necesitaba, mientras James se bañaba Steve era ayudado por su pequeño ángel, quien secaba los platos con una toalla.

—Nunca me sentí tan limpio —expresó el pelirrojo secando su pelo con una toalla.

—Tú cabello está más rojo —había señalado el rubio.

—Perdió algo de brillo con la suciedad, mamá decía que lo tenía más rojo que ella..... Y que le gustaba.

—¿Quieres un poco de chocolate antes de dormir?—preguntó, él asintió —Oye, Natty, tu hermano ya salió ahora te toca a ti.

Steve se quedó extrañado al no encontrarla, dado que hace tan solo un par de minutos estaba a su lado.

—Oh, oh —escucho decir a James. —La cacería ya comenzó.

—¿De qué hablas?—preguntó el rubio extrañado.

—Cada vez que se menciona la palabra baño, Natty corre a ocultarse —explicaba —No le gustan los baños, en mi mundo a mamá y a ti le costaba mucho cada que se bañaba.

—Pues conmigo eso no pasará —dijo.

—Ja, que buen chiste —dijo su hijo. —Por algo la llamaron Nat, estamos hablando de la hija de la terca y berrinchuda viuda negra.

—También estas hablando con el capitán América —respondió —Una persona que no conoce la palabra rendirse.

—Ya lo veremos entonces.

Steve fue en busca de su hija menor, pese a ser alguien tierna no permitiría que se saliera con la suya.

La busco en la cocina, la sala, los cuartos. El baño el cuarto de lavado, pero la niña estaba muy bien escondida

—¿Ya te rindes abuelo?—preguntó James al ver que su padre no lograba dar con la infante.

—Ni en sueños —fue la respuesta de Steve.

Habían pasado al rededor de quince minutos, Steve ya no sabía dónde más buscar, por lo que rendido y sin tener más remedio. Acudió a su hijo.

Quién estaba muy cómodamente en el sofá, tomando su chocolate caliente. Mirándolo con una sonrisa burlona, a Steve no le fue imposible no relacionarlo a Natasha.

—Muy bien, señor yo lo puedo hacer mejor —respondió Steve —¿Tú como lo manejas?

—Ay, el trasero americano tiene mucho aprendizaje por descubrir —dijo el niño a tono de burla. —Mira y aprende querido padre.

James se levantó del sofá y fue en busca de su hermana junto a Steve, quien no sabía que planes tenía.

—Marcó —habló finalmente, nadie le respondió —Marcó.

—Polo —se escucho una vocesita en el ropero de la habitación.

—Ya te encontré —dijo Steve. —Natalia ya es hora del baño.

—No estoy —respondió la niña.

—Oh, si, si estas —respondió el padre. —Natalia te estás portando muy mal.

—Natalia se fue. Yo soy un fantasma...... ¡Buuuu!

—Chocolate para cenar —dijo James.

Inmediatamente después la niña salió como bala, al escuchar su palabra favorita: el chocolate. La cual no fue más que una vil trampa por parte de su hermano.

—Te tengo pequeña rufián —escucho la voz de su padre, quien la pezco y la envolvió con sus fuertes brazos.

James miraba a su tierna hermanita patalear y chillar, en cuanto lo vio, no dudo en sacarle la lengua por semejante traición.

—¡Traidor!—grito la niña antes de que la puerta del baño fuese cerrada.

Steve se dio la vuelta para dejar a la niña desvestirse, según palabras de James. A Natalia le gustaba que la bañaran. Sobre todo si era su madre quien lo hacía.

Pero sin una familia se le complicaba mucho la hora del baño, hasta ahora.

—¿Como esta el agua?—preguntó para hacer una amena charla.

—Bien —respondió simplemente con sus piernas cruzadas.

—¿Estas enojada porque te he metido a bañar?—dijo Steve.

—No —volvió a responder —Solo me trajo recuerdos cuando mamá me bañaba.

Steve no pudo evitar que algo pesado cayera sobre su estómago, y una culpa irremediable lo atacará.

"Ya los veo"

Esa fue la última vez que hablo con ella.

—¿No puedes hacer algo para que mi mami vuelva?—preguntó.

—Si pudiera lo haría, pero así no funcionan las cosas —la niña agachó la cabecita —Pero, hey, estoy aquí. Siempre voy a estar aquí.

—Lo mismo dijeron y ya no regresaron —habló la niña.

—Pues yo si cumplo mis palabras —dijo con gran seguridad —Te prometo que no te voy a dejar sola.

La niña sonrió más alegre, le causó cosquillas el hecho de tener que dejar caer toda la espuma de su cabeza.

—¡Ay!—grito la joven levemente —Natty, no ve nada de nadita.

Steve soltó una gran carcajada, esa niña era muy tierna, tal parecía que había sacado esa ternura de él.

Tomó una toalla y la envolvió, traspasando la al cuarto, donde la dejó cambiarse.

Una vez lista, los tres se reunieron en la sala para disfrutar de un buen chocolate caliente.

Steve tomó a los pequeños, y los llevó a su habitación. Pero los niños se negaron a dormir ahí. Diciendo que querían dormir a su lado.

Steve asintió, llevándolos a su recamara. Quien hubiese imaginado que terminaría siendo su lugar favorito para dormir.

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Capítulo corto pero bonito.

Ay, me encanta escribir sobre Steve y la paternidad que este tiene.

Vemos que va aprendiendo poco a poquito, igual que los pequeños.

Se nos vienen capítulos interesantes, y muy tristes también.

Esperenlos.


Reparar los errores del pasado (The Avengers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora