[Capitulo 28]

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— Después echamos la harina — explico pasándole a Damen la harina y el la toma— Después azúcar...

— Espera — me detiene y me mira confusa — ¿Que tengo que hacer primero?

— Romper los huevos — digo obvia.

— ¿Todos los que me diste? — cuestiona.

— Si, los cuatro. Después echas la harina, el azúcar, el aceite y lo mezclas.

— ¿Con que lo mezclo? — pregunta.

— Con la batidora, Damen.

— ¿Y ya?

— Si.

El mira todas las cosas claramente confuso. Rio y le doy un beso en la mejilla, no me mira simplemente mira las cosas sin saber que hacer.

— ¿Estás seguro que quieres hacer el pastel? — cuestionó con una ceja alzada.

Damen abre los ojos como platos y asiente rápidamente varias veces.

— Si quieres yo lo hago — ofrezco.

No lo tuve que decir dos veces el simplemente se alejo y me empujo hacia las cosas. Lo miro con mala cara mientras que el sonreí inocentemente yendo a sentarse a una silla.

— De aquí te doy porras — levanta un pulgar y suelto una carcajada.

Ni siquiera cumplió su promesa de hacerme porras. Apenas se aburrió se fue a dormir al sofá, me quedé sola cocinando el pastel, pues al niño le iban dado ganas de comer un pastel echo por el. Dijo que siempre quiso hacer uno el solito, lo cual no pudo cumplir. Apenas metí el pastel en el horno fui donde Damen quien dormía boca abajo en el sofá, una pierna mano está en el aire mientras que su cabello pega en su frente sudada, debe tener calor, está haciendo un sol terrible.

Con una sonrisa camino al sofá y me pongo de rodillas quitó el cabello rebelde que tiene en su frente, una sonrisa aparece en su rostro y abre los ojos lentamente adaptándose a la luz.

— ¿Ya te he dicho lo fea que te vez hoy— cuestiona mientras se sienta en el sofá.

— No me digas — digo poniendo los ojos en blanco.

— Pues si te digo.

Extiende sus brazos y yo con una sonrisa me paro y me siento en sus piernas. Así nos quedamos un gran rato en silencio, de vez en cuando le daba besos en su cuello y el hacia lo mismo.

— Damen — lo llama haciendo que vuelva a abrir sus ojos.

— ¿Mmmh?

— Estoy sintiendo algo que no debería sentir — murmuró.

Un leve sonrojo aparece en sus mejillas y suelto una risita. Sus ojos azules me miran fijamente.

— Al final no me veo tal mal ¿Eh? — bromeó.

— Sabes que estás hermosa — ambos nos quedamos en silencio y el se lleva una mano a su frente — Eso sonó muy romántico.

— Sonó lindo, Damen.

— No.

— Si.

— No.

— ¡Si!

— No.

— A mí me gustó — replicó — Me gusta cuando eres así, aunque también cuando estás caliente.

— No se que me has echo Liv — murmura echando su cabeza hacia atrás — Nunca me iba sentido así.

— Yo tampoco — me encogí de hombros — Pero es agradable ¿No?

Dos Almas UnidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora