Capitulo 1

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   Liv

Al abrir los ojos lo primero que ví fue solo oscuridad, por un momento creí que estaba muerta o algo por el estilo. Pero no era eso. Camine por horas, sin un rumbo fijo mientras secaba mis lágrimas y murmura su nombre, teniendo la esperanza de que estuviera cerca de mi.

Mi estómago rugía y suplicaba por algo de comida. Después de horas caminando o eso creo por qué se me hizo una eternidad,  al fin pude ver la del sol, sonreí como nunca y empecé a correr. Cuando salí me di cuenta  que estaba metida en un bosque, trague saliva y camine lentamente hacia un lago. El agua se veía bien, era clara, tenía tanta sed que me puse a tomar agua de ahí sin ni siquiera fijarme.

Así fue como llegue al lago.

Suspiro y me agachó a tomar un poco más de agua pero cuando ví me reflejo en el agua solté un grito.

Mis orejas ya no eran las mismas, eran puntiagudas. Toque mis orejas para comprobar si lo que estaba viendo era verdad, y si, era verdad. Me levanté del suelo y empecé a examinar mi cuerpo, todo estaba bien, menos mis orejas. ¿Que era esto?

Me siento en una roca tocando mi estómago y haciendo una mueca. Observo todo el lugar hasta que mis ojos ven un arbusto con unos puntitos de colores. Frunzo el ceño y camino hacia el, no había ningúna cosa que pudiera comer así que agarre una de color roja y mordí la mitad. Por un momento creí que sabría horrible pero no era así nunca había probado algo tan delicioso, era dulce pero a la vez asido. Con solo comer una me sentí mucho mejor, ya no me sentía tan cansada y adolorida.

Eso me sorprendió demasiado y seguí comiendo. Al terminar de comer me guarde varias en el bolsillo para más tarde, no sabía cuánto iba a tardar para encontrar a Damen.

No dejaba de pensar en mi madre y en mis amigos. Sobretodo en Damen ¿Estaría bien?

Camine hasta que se empezó a hacerse de noche y mi miedo aumentó. No tenía dónde dormir, no conocía nada de ese mundo, ni mucho menos sabía que estaba haciendo. Una lágrima se deslizó por mi mejilla al no saber que hacer. A lo lejos ví una cabaña, parecía demasiado vieja y me emocione cuando ví que habían luces encendidas. Empeze a caminar hacia ella y toque la puerta esperando que alguien abriera. Un señor ya mayor abrió la puerta, sus orejas eran puntiagudas como las mías, parecía cansado, como si no durmiera desde hace tiempo. Al verme frunció un poco en ceño.

— ¿Que hace una niña como tú aquí? — pregunta.

— Es una larga historia — murmuró — No tengo a dónde ir... ¿Podría quedarme?

El señor me mira con desconfianza y después suspiro y asiente con la cabeza. Me dejó pasar a su cabaña y le sonreí agradecida. Me senté en un sofá que tenía, habían demasiados frascos con cosas que no entendía que eran. Me sentí como si estuviera en casa de un brujo pero no dije nada porque no quería ofender al señor.

Me sentía insegura estando con el, era un lugar diferente. Tenía que tener cuidado, tenía que sobrevivir yo sola, ya no estaba Damen para cuidarme. El señor se sentó en una silla mirándome fijamente, ambos nos miramos con desconfianza.

— ¿Me dirás porque estás en un lugar como este? — cuestiona — Este lugar está muy lejos del pueblo, nadie viene aquí. No suelo tener visitas, por lo cual me da desconfianza que estés aquí.

Me quedé en silencio un rato antes de hablar.      

— Aparecí de la nada — digo y el me mira confuso — Eehh, así ¡Pum!

Dos Almas UnidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora