Charlotte estuvo andando durante más de media hora, descalza y con sus delgadas piernecitas temblandole por el cansancio, por la debilidad, hasta que finalmente llegó a la puerta de su cabaña.
Estaba cerrada.
Extrañamente cerrada.Aquello provocó que frunciera levemente el ceño, ella recordaba haber dejado la puerta entreabierta cuando salió.
¿Alguien había entrado? ¿Acaso alguien...?
La humana tras aquel pensamiento tragó saliva con dificultad, temiéndose lo peor, abrió la puerta y corrio a toda velocidad hacia el interior, agitada y con la desesperación matándola por dentro, tropezando con sus propias piernas con torpeza.
Cayo al viejo y desgastado suelo de madera, y desde ahí miró su alrededor buscándola con la mirada, pero no la vio.
Su abuela no estaba. Habia desaparecido.
Y aquello fue como un látigo doloroso sobre su corazón, una opresión en el pecho que no la dejaba respirar, aguanto las ganas de llorar.
Debía ser fuerte. Debía luchar contra el dolor.
Pero eso parecía algo imposible en sus circunstancias.
Estaba sola y tan débil por la fiebre que parecía estar a punto de desvanecerse y desmayarse.
Se llevó las manos a la cabeza con agonía.
No podía asimilarlo. No podía procesarlo.
Alguien se había llevado a su abuela, la habían secuestrado, había signos de pelea.
Todo estaba desordenado, echo un caos, los pocos muebles que tenían habian quedado destrozados, las sábanas de la cama de la anciana estaban esparcidas por el suelo y sus medicamentos habían desaparecido.
Ella salió corriendo fuera de la cabaña.
Se apretó con tanta fuerza los labios para evitar llorar, que la sangre se esparció entre su saliva, un sabor metálico la invadió.
Sabia que una vez que alguien es secuestrado en el interior del bosque, por cualquiera de sus seres inmortales, es imposible encontrarlo.
Eso había sido una puñalada para su corazón, intento hacerse a la idea de que jamás volvería a verla.
Eso no podía soportarlo. No podía.
La habian dejado sin nada. Absolutamente nada.Le habían quitado todo.
Eso incluía sus ganas de vivir.
Corrio entre la vegetación, todo lo rápido que pudo. Sus pies temblaban, se tropezaban con cualquier piedra o rama, medio mareada, pero aún así ella no se detuvo hasta que llegó al enorme acantilado.
Se asomó al precipicio rocoso, el vértigo recorrió su columna vertebral, miró hacia abajo, viendo la inmensa altura a la que se encontraba, el mar se agitaba con fuerza y ferocidad.
A esta altura ningún humano podría sobrevivir, y más cuando debajo de las profundidades del océano habia afiladas piedras, rocas puntiagudas capaces de atravesar el cuerpo entero de Charlotte.
La joven quiso aprovechar sus últimos instantes que le quedaban de vida, subió su mirada hacia el cielo, estaba amaneciendo, el sol salía lentamente desde el horizonte, sus rayos de luz brillaban de forma celestial reflejados sobre el mar.
Era una vista hermosa, algo increíble.
Una imagen que se quedó grabada en su mente. Su último recuerdo de esta vida sería este.Trago saliva con dificultad. Preparándose para lanzarse al peligroso mar, con olas tan fuertes y violentas que la ahogarian y la arrastrarian hasta sus profundidades rocosas de manera inmediata.
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LA LEYENDA DE UN AMOR SANGRIENTO ✔
VampireUna joven humana, llena de secretos y traumas, acabó rompiendo la regla más importante que había en una Inglaterra del siglo XIX apestada de vampiros sangrientos. "No salgas por la noche" "No pongas un pie fuera de casa tras caer el sol" "No salgas...