CAPITULO 18

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Charlotte se encontraba en el amplio bosque, la lluvia caía con agresividad, la vegetación verde se movía con la fuerza del viento de un lado a otro.

Ella estornudaba, tiritaba, tenía hambre y frío.

Decidió resguardarse bajo un enorme árbol, se agarró con fuerza al tronco, clavando sus uñas sobre el, le costaba mantenerse en pie.

Había tormenta, rayos y truenos, el cielo estaba levemente grisáceo.

Aquello le recordaba a su mejor amigo de la infancia, Tristan...

De niños solían correr bajo la lluvia, saltando sobre los charcos de barro y riendo hasta sentir dolor en la garganta.

Cuanto añoraba aquellos momentos tan felices, los echaba tanto de menos, siempre fue como un hermano mayor para ella, la defendía, la protegia de todo hasta el punto de sacrificar su propia vida para salvarla de ser comida por los vampiros.

¿Que habría sido de el...? ¿Habria muerto ante aquellas despiadadas criaturas? ¿Habria conseguido escapar? No, eso era imposible. Un humano jamás podría salir ileso contra un grupo de letales vampiros.

Una y otra vez cada noche antes de cerrar los ojos para dormirse en lo último que pensaba era en Tristan, en aquel hermoso niño de ojos azules y cabello rubio al que siempre su corazón habia pertenecido.

Habían pasado tantos años desde la última vez que de críos se habían visto, si no hubiera muerto ahora sería un hombre.

A Charlotte le daba curiosidad saber cómo hubiera sido Tristan de adulto, como serían sus fracciones, su aspecto, su voz tras pasar la pubertad...pero eso jamás podría saberlo, por que el estaba muerto.

Se le nubló la vista con aquellas últimas palabras que rondaban su cabeza "Muerto" "Esta muerto" "Por tu culpa" "el te salvó y murió por ti" "Toda tu familia murio por tu maldita culpa"

No pudo soportar el remordimiento, la tristeza de pensar en aquello, se puso a llorar, se sentó sobre la tierra, se hizo un ovillo abrazándose a si misma.

Pero de repente sus lágrimas se detuvieron, se quedó muy quieta al sentir algo, al escuchar algo que hacía eco y retumbaba por los profundos y oscuros árboles del bosque.

Fue un aullido rápido y fugaz, amenazador, como un aviso de que la muerte pronto se cerniria sobre ella, lo había escuchado demasiado cerca...Estaba segura que desde algún rincón de la vegetación se escondian un salvaje animal, oculto bajo las sombras estudiando a su presa.

Charlotte rápidamente se levantó cuando vio al animal salir, era un lobo negro, de un tamaño anormal, demasiado grande y extraño, poseía una mandíbula de gran magnitud, llena de dientes afilados y puntiagudos.

Claramente se trataba de un hombre lobo.

Pensó si era buena idea correr, el animal la perseguiría y acabaría acorralandola sin esfuerzos, no valía la pena gastar energías.

Ella sujeto entre sus manos un trozo de rama que había en el suelo, le apuntó con el, como si se tratara de un arma, pero el animal caminaba con pasos lentos hacia la joven, gruñendo.

Esto iba a acabar mal, debía pensar rápidamente en una solución.

Si realmente era un hombre lobo dudaba que quisiera comérsela, ellos preferían alimentarse de comida humana ¿pero entonces por qué la quería atacar? ¿Por miedo a una extraña? ¿Se pensaría que ella era una bruja o un vampiro? Sobre su cuerpo tenía aún el olor de Cesar.

Entonces una idea brillante se iluminó en la cabeza de la humana, dejo caer la rama al suelo, mantuvo un brazo quieto en el aire, suavemente abrió la palma de su mano y con una sonrisa ánimo al lobo a que siguiera acercándose.

LA LEYENDA DE UN AMOR SANGRIENTO ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora