*Recuerdos*
La pequeña Charlotte escuchaba el llanto de alguien.
Lejos.
Bajo la densa vegetación del bosque, entre los arbustos y hierbajos...
Lo encontró.
El propietario de aquellos infernales y desgarradores llantos.
Tristan, con tan solo ocho miserables años.
El niño lloraba, con los ojos húmedos y los mofletes hinchados, tumbado y acurrucado sobre la tierra.
Alguien le había dado una brutal paliza, tenía la ropa rasgada y moratones en los brazos.
La pequeña Charlotte se acercó horrorizada.
-¿Que te ha pasado? - le pregunto ella, con una vocecita aniñada.
El nego con la cabeza, no quería hablar de aquello, su respiración era pesada, agitada, como si acabara de salir del mismísimo infierno.
Su cuerpo se encogió y retorció por la agonía del dolor.
No hizo falta ninguna palabra para que la joven niña comprendiera quieres le habían hecho aquella atrocidad.
Vampiros.
Sobre su cuello tenía una pequeña mordedura, habían bebido de el.
Era un milagro que hubiera salido vivo de un ataque de aquellas vestias sangrientas sin corazón, por que nadie salía vivo de ellos.
Cuando un vampiro empezaba a beber era casi imposible que se detuviera, desangraba a sus presas hasta dejarlas secas por dentro.
Nunca jamás había conocido a nadie que siguiera vivo tras una mordedura de vampiro, salvo Tristan.
A pesar de que no eran familia de sangre, Charlotte estaba acostumbrada a que Tristan siempre la cuidara como un buen hermano mayor lo haría, la protegía de los humanos abusones que se metian con ella y la defendía de cualquier peligro, pero...
¿Quien le protegía a el?
Nadie.
Era un niño sin familia, sus padres le abandonaron cuando apenas cumplió siete años, no tenía a nadie. Ningun adulto se hacía cargo de el.
Estaba solo, en un planeta tan peligroso como aquel.
La niña se arrodillo frente a Tristan, luego acarició con toda la delicadeza y dulzura que pudo su rostro herido, sus mejillas adoloridas e hinchadas.
Lo quería. Era su único amigo.
-¿Quien...? - susurro ella con los ojos ardiendo de furia, brillosos de odio y venganza, nunca había sentido tantas ganas de matar a alguien - ¿Quien ha sido?
El se negó a dar un nombre.
Las únicas palabras que salieron por sus labios fueron...
-Volveran. Lo harán. Quieren matarnos a todos.
La niña sintió un extraño temor al escuchar aquello. Su estómago se revolvió y tragó con dificultad mientras el decía con todo el odio que pudo.
-Son asquerosos, repugnantes...Nos usan como alimentos, nos encierran entre rejas como a cerdos y vacas, nos matan como si fuésemos hormigas con vidas insignificantes.
-¡Es lo que somos! ¡Insignificantes!¡Ellos son como dioses invencibles!
¡No tenemos nada que hacer contra ellos!-¡No podemos seguir permitiendo esto! ¡No permitiré que vuelvan a hacerte daño!
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LA LEYENDA DE UN AMOR SANGRIENTO ✔
VampireUna joven humana, llena de secretos y traumas, acabó rompiendo la regla más importante que había en una Inglaterra del siglo XIX apestada de vampiros sangrientos. "No salgas por la noche" "No pongas un pie fuera de casa tras caer el sol" "No salgas...