Charlotte se quedó sola sentada en la cama, con sus hermosos ojos azules mirando al techo, pensativa, arrepentida por la situación humillante que acababa de vivir.
Sus labios aún se mantengan húmedos, calientes por la excitación y con el delicioso sabor que Cesar habia dejado en ellos.
Aún recordaba la intensa y profunda forma en la que el la miraba justo después de que se huvieran besado, sus frentes pegadas una contra la otra, sus respiraciones pesadas y agitadas, la observaba fijamente, con una sonrisa tan sincera que ella no pudo evitar ruborizarse, pero aquel momento de pasión y excitación que ambos habían mantenido apenas duró unos escasos segundos.
El parecio salir de aquel magico trance de pasión, parecio darse cuenta de lo que acababa de hacer.
De un rápido impulso se apartó de ella, como si su contacto o cercania le quemaran, sus ojos se volvieron a teñir de una fria oscuridad, su expresión había vuelto a renacer de aquella dureza y firmeza que siempre mantenía con todos.
El Cesar de siempre, el vampiro arrogante y distante que no dejaba entrar a nadie a su corazón había vuelto en si.
Claramente enfadado y arrepentido por lo que acaba de suceder.
-Charlotte - fue lo único que dijo, con una voz sorprendentemente calmada y sincera - Lo siento. Esto ha sido un error.
De un segundo a otro habia pasado de estar a pocos metros de ella, a encontrarse en el otro extremo de la habitacion, abriendo la puerta para marcharse.
-Puedes bajar cuando quieras a desayunar.
Dio un portazo antes de desaparecer.
Nada más que Charlotte se quedó sola, se lanzó sobre la cama y se tapó la cara con sus manos, frustrada, se sintió idiota y estupida, por haber creído que en algún momento podía tener una oportunidad con Cesar, con un vampiro de la realeza inglesa, uno de alto rango.
Pero se quiovacaba, a pesar de que aquel apasionado beso, donde el parecio devorado sus labios con deseo le había echo pensar que ambos podían estar sintiendo lo mismo, pero no era así, el no podía sentir de la misma manera...era un vampiro, no podía sentir amor, ni deseo hacia una simple humana, estaba destinado a acabar casándose con una hermosa vampiresa de su mismo rango de poder.
Aquello le dolió, sentía como si su pecho se estuviera desgarrando lentamente, la humillación del rechazo y desprecio que el le había mostrado hacia minutos la había dejado molesta, enfadada.
De un brinco se levantó de la cama, indignada, si algo había aprendido de su abuela era no dejarse pisotear por la raza vampírica, aquellos seres le habían arrebatado su a sus padres, su familia, gracias a ellos tenia traumas incurables.
Los odiaba.
Y se odiaba aún más a si misma por estar sintiendo aquellos extraños sentimientos por uno de ellos.
Se levantó de la cama y miró hacia sus pies, el precioso vestido azul que llevaba estaba manchado de sangre y suciedad.
Olía mal. No podía bajar así a desayunar.
Por lo que rápidamente se quitó por encima de la cabeza el vestido, lo dejó tirado en el suelo y desnuda caminó hacia el baño, para darse una tranquilizadora ducha con agua caliente, era la primera vez en su vida que usaba una ducha, desde que era una niña se tenía que duchar en el lago del bosque, con agua helada y mugrosa, siempre con el temor a que una bestia o lobo la encontrara y matara.
Tras estar casi una hora bajo el ardiente y agradable agua, aprovechando aquel momento que quizás nunca más pudiera volver a disfrutar, salió envuelta en una toalla blanca y se dirigió hacia un enorme e imponente armario que ocupaba toda la pared para buscar algo limpio que ponerse.
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LA LEYENDA DE UN AMOR SANGRIENTO ✔
VampireUna joven humana, llena de secretos y traumas, acabó rompiendo la regla más importante que había en una Inglaterra del siglo XIX apestada de vampiros sangrientos. "No salgas por la noche" "No pongas un pie fuera de casa tras caer el sol" "No salgas...