Cesar era incapaz de pasar desapercibido, imposible de arrancar la vista de su perfecta mandíbula y ojos inundados de hermosa frialdad, con un cabello más negro que la oscuridad.
Su esencia asustaba, trasmitida un aire de peligro y amenaza.
Su cuerpo era enorme, con fibras de músculos muy bien repartidas sobre sus brazos y piernas, caminaba con firmes y decididos pasos, parecia creerse alguien superior, con poder y control sobre todos.
Al fin y al cabo. Era rey y soberano de Inglaterra. Todo estaba a su alcance y todos sometidos a sus órdenes.
-¿Interrumpo algo? - pregunto deteniéndose cuando su mirada conectó con la de Charlotte.
Ambos mantuvieron fijamente el contacto visual, habia tensión en el ambiente, la última vez que se habían visto, compartieron un íntimo momentos de besos apasionadamente.
Las mejillas de Charlotte ardían de vergüenza ante aquellos recuerdos acalorados, Cesar, al contrario, mantenía una rígida y dura expresión, con aquella seriedad tan característica de el, como si aquel recuerdo de sus labios unidos tan solo hubiera sido algo pasajero e irrelevante, algo insignificante que había olvidado con falicidad.
Aquello le dolió a la joven, con tanto desgarro en su corazón, que ella también endureció su expresión, molesta.
Fingiendo que para ella tampoco había significado absolutamente nada aquel beso,
como si ya, ni si quiera lo recordará.-Nos estábamos conociendo, parece una buena chica- contesto Maddox, sorprendido y atento a las extrañas formas en que se miraban Cesar y Charlotte, sin entender nada, tosio y se aclaró la garganta -Bueno...-se miró el reloj de su muñeca, claramente incomodo - Se hace tarde, debo irme.
Se giró hacia la humana, dándole un suave apretón de manos para despedirse, mientras tanto, Cesar a su lado, apretaba la mandíbula, con sus ojos clavados en esas manos unidas.
-Encantado de conocerte Charlotte ya nos veremos por aquí- hablaba Maddox con una sonrisa traviesa- si quieres luego podemos salir a dar un paseo, te puedo enseñar los jardines del palacio, son tan hermosos como tu.
Un pequeño gruñido amenazador salió de lo más profundo de la garganta de Cesar.
-No hace falta, ella ya conoce los jardines - hablo Cesar en un tono firme mirando al otro vampiro - ¿No tenías prisa en irte a algún lado?
Maddox se quedó quieto y callado, escondiendo de nuevo su sorpresa ante el comportamiento tan extraño de Cesar.
-¿Es eso cierto? ¿Conoces los jardines? - Le pregunto Maddox a Charlotte. Ella rápidamente negó con la cabeza, para luego encojerse de hombros - Bien, pues no hay más que hablar, está tarde te llevare a conocerlos. Te encantarán.
De nuevo Cesar volvió a gruñir, esta vez tan fuerte que Charlotte inmediatamente retrocedió asustada.
-Ella no va a salir a ningún lado, y menos contigo - hablo empujando suavemente a Maddox hacia la puerta - Y ahora sal de aquí.
-Hara lo que quiera con su vida. Tu no eres su dueño- la defendió Maddox mientras ponía resistencia al empujón - Que no tenga voz no significa que tu tengas que hablar y decidir por ella.
-Hay vampiros asalvajados y hambrientos por todo el jardín, ella es humana. ¿Eso no es suficiente razón para que se quede aquí resguardada dentro del palacio?
-Entonces si no puede salir no está resguardada, sino encarcelada - hablo Maddox endureciendo su voz -Si va conmigo no va a pasarle nada.
-Ese es el problema, que va contigo. No hay mayor peligro para una humana que un vampiro incapaz de controlar su sed de sangre.
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LA LEYENDA DE UN AMOR SANGRIENTO ✔
VampireUna joven humana, llena de secretos y traumas, acabó rompiendo la regla más importante que había en una Inglaterra del siglo XIX apestada de vampiros sangrientos. "No salgas por la noche" "No pongas un pie fuera de casa tras caer el sol" "No salgas...