Querido bebé

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Disclaimer: los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo traduzco.

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Querido bebé:

Te quiero.

No estaba muy segura de cómo empezar la primera carta que te escribo. Así que me imaginé que primero debería decirte lo más importante. Te quiero muchísimo. Y no importa lo que pase en la vida, siempre tendrás el amor de tu madre.

Kagome mordió el extremo de su bolígrafo. No estaba segura de qué más debería decir en su carta.

El día anterior, Inuyasha le había ayudado a limpiar una de las habitaciones que usaban de almacén en el templo de su familia. Iban a convertirla en la habitación del bebé. Mientras limpiaban, se toparon con un viejo trabajo del colegio en el que había tenido que cuidar de un bebé electrónico durante un mes y llevar un diario para tener un registro de cosas. Kagome sonrió ante el nombre del archivador... Mikomi. Aunque había sido un sufrimiento cuando tuvo que escribir las cosas, volver a mirarlo la llenó con afectuosos recuerdos. Solo ponerle nombre había sido una experiencia bastante terrible.

Quería que su hija tuviese un registro similar para que un día pudiese mirar atrás y ver que la querían. Al principio, Inuyasha había puesto los ojos en blanco ante la idea, después de todo, ¿no se había graduado en el colegio para que no tuviera que hacer más deberes? Pero al final había cedido.

De hecho, el diario que estaba usando lo había elegido él. Había perdido la cuenta de a cuántas tiendas habían ido para encontrar el libro perfecto. Lo que encontraron estaba encuadernado en piel con un estilo antiguo y tenía una cuerda que lo rodeaba para mantenerlo cerrado. Era impermeable y casi indestructible. Por supuesto, no habían encontrado uno hecho de pelo de rata de fuego, como originalmente quería Inuyasha, pero valdría. No era un libro para bebés ni bonito, ni lindo, pero sería definitivamente único.

A petición de su madre, lo primero que hicieron fue sacar una foto de su vientre. Por supuesto, no se le notaba, se había quejado. El bebé solo tenía el tamaño de un cacahuete, pero su estómago parecía cautivar a Inuyasha y quién podía decirle que no a los cálidos ojos castaños de su madre. Además, un día podría gustarle ver el progreso. Kagome sonrió ante la foto de la primera página. Inuyasha había «ayudado» a pegarla. Con toda la cantidad de celo y pegamento que había usado, era imposible que se soltara. Tampoco era posible escribir nada en la página, así que había empezado su carta en la segunda página.

No quería compartir los miedos que tenía en relación al bebé. No sabía si debería advertirle (a él o a ella) sobre la peligrosa vida en la que estaba a punto de embarcarse. Kagome soltó una risita para sí misma... em-barcarse... Decidió, sabiamente, que no compartiría el chiste con Inuyasha.

[N.T.: En inglés, la palabra embarcarse se dice «embark». Cuando Kagome hace el chiste, la separa así: «em-bark». «Bark» en inglés significa «ladrido», de ahí el chiste.]

Se levantó, suspirando, consciente de que Inuyasha estaba ahora en alerta máxima. Al pobre chico iban a salirle un montón de úlceras por el estrés si se ponía en modo de protección completa cada vez que se moviera. Por no mencionar que la ponía de los nervios.

—Solo voy al baño —le dijo a su inquieto cónyuge.

Él se puso en pie de un salto, preocupado y medio fiero.

—¿Me necesitas para...?

—No —dijo entre dientes—. No necesito ninguna ayuda.

Si estaba así de inquieto en su época, que era relativamente segura, no podía imaginarse lo estresado que se pondría en la de él. Se preguntó si debería establecer algunas reglas básicas para cuando volvieran. No volverse completamente loco cada vez que se moviera o que alguien la mirara. O, Dios no lo quiera, ¡hablase con ella!

El bebé de InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora