Conociendo a Inuyasha, otra vez

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Disclaimer: los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo traduzco.

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—La TRAERÁS a casa antes de medianoche —dijo Inuyasha con una voz tan dura que podría cortar la piedra.

—Eh... claro —dijo el chico, poniendo los ojos en blanco.

Un movimiento bastante estúpido. Inuyasha acorraló al chico contra la pared, haciendo que sus pies colgaran a cinco centímetros del suelo en un abrir y cerrar de ojos. Kagome debería haberlo detenido, pero no estaba muy dispuesta. Además, si fuera lo suficientemente fuerte para hacerlo, ella también lo habría hecho. ¡Qué joven tan maleducado! Un poco de miedo y respeto seguro que le venían bien.

—Déjame. Repetirlo.

—Sí, señor. A medianoche. No hay problema. —La repetición, una vez más, resultó ser innecesaria.

Sus pies volvieron a tocar el suelo lentamente. Ahora sí que parecía nervioso. Sus ojos se dirigieron inmediatamente hacia las escaleras y luego hacia la puerta. Era completamente posible que estuviera planeando escaparse. ¿Cómo era que se llamaba? ¿Kiba? ¿O ese había sido el anterior? ¿Suichi, a lo mejor? Era posible que no fuera demasiado importante. Era poco probable que fuera a haber una segunda cita. Nunca la había.

—Quiero tu nombre. Nombre completo, nada de esa basura de los apodos. El número de tu carnet de conducir. Tu número de teléfono. Los números de teléfono de tus padres. Y cinco referencias. —No estaba segura de por qué quería su nombre. Después de todo, habían inspeccionado los antecedentes del chico.

—¿Qué?

—AHORA.

Inuyasha le tendió un trozo de papel y un bolígrafo a... aparentemente su nombre era Masato. La letra era un poco temblorosa, pero a pesar de ello era legible. Era posible que el hanyou quisiera una muestra de ADN. Souta y él habían estado viendo muchos capítulos de CSI últimamente. El chico pareció completamente nervioso cuando Inuyasha empezó a olerlo para memorizar su aroma.

—Sabré si la has tocado de una forma que no deberías —gruñó Inuyasha. Kagome tuvo que girar la cabeza para esconder su sonrisa—. Y si descubro que has puesto una mano en un sitio inapropiado, te perseguiré. Sabes lo que significa la palabra «destripar», ¿no?

El joven tragó saliva. Al parecer, sí lo sabía. Era un poco más listo que el anterior. El pobre se había puesto verde cuando Inuyasha había descrito, con todo lujo de detalles, lo que significaba ser destripado.

—Probablemente sea mejor no tocar nada...

El chico asintió.

Había que decir, a su favor, que Masato no había huido gritando en medio de la noche como lo habían hecho otros. Incluso consiguió esbozar algo que se asemejaba a una sonrisa cuando al fin se oyó el sonido de pasos proveniente de las escaleras. Llevaba puesto el vestido rojo más bonito que tenía, se ondulaba cuando se movía, y su pelo estaba complicadamente trenzado en lo alto de su cabeza. Incluso llevaba tacones (Inuyasha no había ocultado su opinión sobre un calzado tan poco práctico) y maquillaje. Tan solo un toque de gloss de fresa y un poco de rímel, lo suficiente para realzarla.

Al final de las escaleras, dio una vuelta para presumir la falda de su vestido y sus zapatos a juego.

Kagome se alegraba de que saliera con alguien... en serio. Pero todavía daba un poco de miedo. Vale, era absolutamente terrorífico. El mundo no era un sitio bueno y amable, estaba lleno de demasiadas cosas malas. Viajaba hacia donde no podía protegerla... a menos que la siguieran y la vigilaran desde las sombras (... no es que lo hubieran hecho... demasiadas veces desde que había empezado a tener citas... de acuerdo, de acuerdo, todas las veces hasta el momento).

El bebé de InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora