Conociendo a la familia

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Disclaimer: los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo traduzco.

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Querido bebé:

Vas a adorar a tu familia, ellos ya te adoran.

Oirás el término familia mezclada muchas veces. De algún modo, eso es lo que tienes. Para cuando seas lo suficientemente mayor como para leer esto, serás bastante consciente del hecho de que vienes de una familia muy inusual. Por un lado, tienes a tu abuela, a tu tío Souta y a tu bisabuelo. Por otro lado, tienes a un monje llamado Miroku, a Sango, la exterminadora de demonios y a tres demonios (tu hermano Shippo, Kirara, el gato de fuego, y tu tío Sesshomaru). También tienes una prima que se llama Rin, es humana, como el monje y la exterminadora de demonios. Sango y Miroku tienen dos niñas, las gemelas Suki y Yuki. Van a tener otro niño pronto. Aunque Sesshomaru puede que sea el único emparentado contigo por sangre, no cometas el error de pensar que los demás no te quieren. Somos una familia. Algunos pueden referirse a nosotros como una manada.

Siempre te querré,

Mamá

Qué aburrido, pensó Kagome para sus adentros. ¿Qué estaba haciendo? ¿Dándole al bebé una lección de genealogía? Además, se sentía un poco rara contándole al bebé qué sentían los demás por él o ella... ¡cuando ni siquiera lo sabían! No es que no hubiera querido ir corriendo a contárselo a todos tan pronto como lo supo. Aunque había un obstáculo de ojos dorados en medio. La clave sería convencer a su sobreprotector Inuyasha de que la dejara marchar. Le hacía gracia que tuviera que rogar por volver al pasado en vez de por quedarse aquí, pero su encantador marido de orejas peludas estaba un poco paranoico con... bueno... todo. Le preocupaba saltar dentro del pozo, la magia del pozo, y cada diminuto y posible peligro que estuviera esperando en el otro lado.

—¿Inuyasha...?

—No. —No levantó la vista del libro de bebés, ni siquiera se sacó los cascos mientras intentaba seguir al audiolibro. ¿Cuántas veces había escuchado esa cosa? ¿Una docena? ¿Cien?

Un momento... ¿No?

—Todavía no te he preguntado nada. —Se cruzó de brazos y le lanzó una mirada asesina, deseando que la mirara. Era una mirada impresionante y sería una pena que se desperdiciara.

No miró.

—Cada vez que pides algo que no deberías conseguir —Golpeteó irritadamente el libro como si ella hubiera estado violando sus sagradas leyes—, te sale ese tono en la voz. Así que no.

Kagome rezó, pidiendo paciencia. Aunque no sirvió de mucho... todavía seguía irritada con él.

—Quiero ir a darles la buena noticia a los demás.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente (aparentemente esparcir la noticia no había sido SU primera idea), luego se entrecerraron obstinadamente. Odiaba decirle que no, y ella lo sabía.

—No podemos hacer eso, Kagome... Ya hablamos de ello. Los riesgos son demasiado grandes.

Kagome suspiró. Luego compuso una sonrisa y se arrastró cerca de él, descansando la cabeza en su hombro. No era una turbia táctica para engatusarlo y convencerle con dulzura para que se plegara a su voluntad. De verdad. Oh, vale... puede que solo un poco. Suspiró pesadamente. ¡Ajá! Ahora tenía su atención sobre ella, a pesar de que podría PARECER que seguía absorto en el libro.

El matrimonio había cambiado a su hanyou. O puede que todavía estuvieran en la fase de «luna de miel», pero él estaba muy dispuesto a hacerla la esposa más feliz de la tierra. Aunque Kagome se sentía un poco culpable. No era tan secreto como él pensaba el que temiera que ella cambiase de opinión. Sabía que en su mundo había algo como el divorcio y le preocupaba que se pudiera arrepentir de su elección. Kagome se incorporó despacio hacia atrás. No sería justo manipular a Inuyasha para que hiciese lo que ella quería. Tendría que intentar (suspiro) razonar con él.

El bebé de InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora