Más que una barriga

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Disclaimer: los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo traduzco.

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Querido bebé:

Todos te quieren y están deseando que llegues. Todos parecen un poco obsesionados con poner sus manos en mi vientre para poder intentar estar ya cerca de ti.

Siempre te querré,

Mamá

Había más cosas que quería decir, pero probablemente no sería bueno que el bebé lo supiera. Como que, si una persona más llegaba y tocaba su barriga, era probable que le arrancaran el brazo. Y no solo por parte de Inuyasha.

Al principio fue maravilloso ver que su vientre se había redondeado. Estaba contentísima con dejar que su madre y Sango tocaran su barriga para ver cuánto estaba creciendo el bebé de su interior. Era bonito el respeto con el que Shippo le hablaba al vientre y le contaba historias. E incluso el cercano toque de supervisión de Miroku había sido de alguna forma encantador. E Inuyasha... Oh, vaya... ver la mirada que tenía en la cara cuando estaban solos y él no tenía que preocuparse porque alguien viera su expresión. Era simplemente indescriptible. Le traía lágrimas a sus ojos el solo recordar lo amable y adorable que era. Ella podía ver lo bendecido que se sentía. Era una alegría compartir este increíble tesoro con sus amigos y familia.

Hasta que notó que la gente dejaba de llamarla Kagome. Cuando se preocupaban por hablarle directamente a ELLA, siempre la llamaban Mamá. Por supuesto, la gente le hablaba en su mayoría a su barriga en vez de a ella. Habían dejado de mirarla por encima del ombligo.

¡Y se acercaban completos extraños y le tocaban la barriga! Le llevó mucho tiempo convencer a Inuyasha de que evitara golpear a cada persona que hacía eso. Al principio estaba feliz de compartir su buena suerte. Luego se volvió molesto y deseó no haberle hecho prometer a Inuyasha no amenazar a cada persona que tocaba su barriga. Luego... luego empezó a sentirse... bueno, como si ella ya no importara. Como si solo fuera una barriga. ¡Una incubadora!

Quería a su bebé, de verdad, pero era extraño ser ignorada por todos. Extrañaba ser simplemente Kagome. Intentó recordar si le había hecho lo mismo a Sango cuando había estado embarazada. ¿Le hablaba a Sango, o solo a su vientre? ¿Le había hecho sentir a Sango como si ya no importara? Genial... ahora se sentía tanto culpable como deprimida.

—¿Qué te pasa?

En el pasado, esa pregunta habría sido respondida probablemente con un tono cortante o con un gruñido, pero ahora que era una barriga con patas la pregunta era todo preocupación y nada de irritación. Inuyasha incluso rompió todas sus reglas en lo que respecta a mostrar afecto enfrente de otras personas cuando posó su mano en la parte baja de su espalda y la miró de arriba abajo. Luego, sus ojos se detuvieron en su vientre.

—Nada —dijo bruscamente.

—¿Necesitas descansar?

—No.

—¿Necesitas que te lleve?

—No.

—¿Tienes hambre?

—¡Déjame en paz! —gruñó—. Dije que estaba bien.

Se sintió mal por emprenderla contra él. Estaba siendo dulce. No era culpa suya que se sintiera gruñona y celosa. Respiró hondo para calmarse y se preparó para disculparse por contestarle bruscamente cuando Miroku expresó su opinión.

—Solo son las hormonas.

ESO le hizo ganarse una bofetada de Kagome y de su esposa. Sin decir una palabra, Sango reunió a sus hijas en las manos de Miroku y luego llamó a Kirara. Kagome no se lo pensó dos veces antes de aceptar el brazo extendido de Sango.

El bebé de InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora