¡Está VIVO!

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Disclaimer: los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo traduzco.

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Querido bebé:

¡Ojalá hubieras podido estar ahí! Cierto, técnicamente estabas ahí, pero no podías ver la expresión en la cara de tu padre. ¿Te acuerdas de cuando te escribí que tuve mi primer ultrasonido y él te vio por primera vez en la pantalla y lo echaron a patadas por mal comportamiento? Bueno, esto incluso supera ESO.

¡Diste una patada!

Afortunadamente, empecé a llevar una cámara a donde quiera que voy, porque poder ser capaz de capturar la mirada maravillada de su rostro no tiene precio.

Oh, por cierto, tu papá sigue mirando todos los días las fotos del ultrasonido que puso en un álbum de recortes para ti. Me sorprende que las páginas no estén desgastadas. Por favor, recuerda que él te quiere TANTO cuando empieces a tener citas.

Siempre te querré,

Mamá.

Ahí.

Espera... espera... ¡AHÍ!

Kagome sonrió mientras Inuyasha mantenía su oreja presionada contra su vientre. Estaban solos esa tarde en una cabaña abandonada. Sango se había ido antes en Kirara, dejándolos para llegar a casa a tiempo para arropar a sus hijos antes de dormir. Shippo la acompañó después de que le recordara su promesa de vigilar a los niños durante un rato para que Sango y Miroku pudieran dar un paseo y tener algún tiempo a solas.

Teniendo en cuenta lo mucho que parecía haberle crecido la barriga, hacer todo el camino de vuelta era impensable, e ir a caballo en su espalda se estaba volviendo incómodo. Que la llevara al estilo nupcial la mareaba con solo pensarlo. En teoría era romántico, en realidad... no tanto.

Además, tenía muchas ganas de pasar un poco de tiempo a solas con Inuyasha. En su época siempre parecían tener a su familia a su alrededor, o a sus amigas, que venían de visita, y era difícil estar a solas. Y en esta época generalmente pasaban su tiempo con los demás, y Shippo estaba casi siempre ahí. Entendía que sus familias en ambas épocas los extrañaran cuando estaban fuera y que quisieran pasar tiempo con ellos, y los quería mucho a todos. Pero había veces que Inuyasha y ella querían estar los dos solos.

Acarició suavemente la cabeza de Inuyasha, que yacía a su lado.

No estaba segura de cómo esperaba que él reaccionara al sentir a su bebé dando pataditas por primera vez. Pero no era esto. No era esta callada tranquilidad. Le habría preocupado si no hubiera visto con cuánto cariño la miraba. Oro fundido.

No pensaba que fuera posible amar más a alguien. Sí, había cosas de él que a veces la volvían loca. Pero lo amaba, incluso su carácter. Y momentos como estos... bueno, era sorprendente que no fuese un charco de pringue. Solo imaginar... que él también la amaba. Y aunque había cosas que a él le asustaban muchísimo, que les asustaban a los dos, para ser honestos, él adoraba a su hijo. Los atesoraba a ambos. Como estaba programado para actuar como líder de una manada, cuando estaban todos juntos no solía mostrar su lado blando. En vez de herir sus sentimientos como solía hacer cuando eran un poco más jóvenes, ella ahora elegía concentrarse en esos momentos en los que bajaba su guardia. A veces podía ser solo el cariño en sus ojos mientras viajaban, o una sonrisa orgullosa cuando ella acertaba en el blanco con una flecha, o incluso solo un salto extra alto para poder tenerla solo un momento para él.

Ella vivía para esos instantes.

Inuyasha alzó la vista desde su lugar en su vientre y le sonrió con cariño. Luego se irguió para abrazarla, aunque manteniendo su mano en su barriga. Cada patadita parecía hacerle quedarse sin aliento. A ella le hacía cosquillas. Escondió la cara en su cuello para ocultar su sonrisa. No quería que pensara que se estaba riendo de él.

El bebé de InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora