Lobo feroz

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Disclaimer: los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo traduzco.

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Mi dulce Hikari:

Te quiero, mi querida y preciosa bebé. Agradezco cada momento que estás en mi vida. Eres nuestro tesoro.

A veces veo mucho de tu padre en ti. Os quiero mucho a los dos y ambos me sacáis muchas canas. Mi pelo será tan blanco como el de tu padre para cuando seas mayor. Ambos también sois muy listos. Absorbes nuevas palabras a una velocidad increíble. Incluso algunas de las palabras de tu padre que tanto tratamos que dejes de decir. Por supuesto, ayudaría si todos no pensaran que es graciosísimo cada vez que las dices.

Seguirte el ritmo va a ser un trabajo a tiempo completo a partir de ahora.

Ahora bien, cariño, no te olvides de que siempre estamos aquí para ti. Recuérdalo. Dondequiera que te lleve la vida, siempre puedes volver a casa con nosotros.

Tu cariñosa mamá

—Tú no eres un demonio de verdad —se burló un irritante y joven cachorro de demonio lobo con pelo rojo fuego y ojos tan azules como el hielo. Por no mencionar su podrida personalidad. Desagradable—. ¡Te criaron una humana y un hanyou!

—¡Cállate!

—¡Oblígame! Vas a ir a llorarle a tu humana, ¿zorro enano?

Shippo cerró las manos en puñitos y fulminó con la mirada al hijo de Kouga. El joven lobo buscaba pelea siempre que venía con su padre a ver a su mamá. Aunque el idiota siempre se aseguraba de hablar de Kagome con respeto y cariño en presencia de su padre. Mocoso manipulador. Desafortunadamente, Shippo tampoco tenía permitido pegarle. Se suponía que no podía pegar a niños más pequeños que él, incluso si eran unos idiotas gritones como Ban. Incluso en medio de su ira, Shippo se rio por lo bajo ante el apodo. Kouga había llamado a su hijo arrogantemente «Bantan», que significa «todo», pero «Ban» significaba «bárbaro». Su hermana pequeña le había puesto accidentalmente al lobo un apodo que detestó con todas sus fuerzas la primera vez que dijo su nombre.

—¡Ven y lucha contra mí!

—¡No grites Pipo! —Ella salió de la nada y se lanzó hacia el demonio lobo, los diminutos (por no mencionar que eran afilados como navajas) dientes se hundieron en su brazo. Ban cayó al suelo y aulló. Hikari gruñó y meneó la cabeza con su brazo firmemente entre sus dientes. Finalmente (demasiado pronto en opinión de Shippo), lo soltó, y él saltó hacia atrás y fijó la mirada con incredulidad en su brazo sangrante.

—¡AU!

—¡Pipo hemano! ¡Mío! ¡Ban malo! ¡LOBO FEROZ, SIÉNTATE!

La niña de casi dos años era igual a una chibi Kagome enfadada mientras lo señalaba, incluso con su pelo blanco y sus orejas de cachorro. No pudo evitar sonreírle a ella y a la estúpida expresión en la cara de Ban al sentarse al instante cuando le dijo «siéntate». No era magia, simplemente estaba respondiendo a la absoluta autoridad de su voz. Hikari no se enfadaba a menudo, pero cuando lo hacía, prácticamente ardía. Shippo agradecía que a Inuyasha le gustara contarle a Hikari cuentos de hadas que incluyeran lobos feroces casi cada noche. Kagome podía poner los ojos en blanco ante su elección de historia para dormir, pero él se alegraba. Ban no era más que una molestia.

Shippo se rio a carcajadas cuando su hermana pequeña se agarró a él ferozmente con sus bracitos, obviamente reclamándolo como su posesión. A él no le importaba. Le devolvió el abrazo, luego le sacó la lengua al enfurecido lobato.

El bebé de InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora