¡TE ODIO!

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Disclaimer: los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo traduzco.

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Querida Hikari:

Hay una lección importante en la vida que todos tenemos que recordar, y es que las palabras pueden hacer daño. Mucho después de que el dolor físico se convierta en recuerdo, las palabras seguirán persiguiéndonos y dolerán.

Cuando era pequeña, era descuidada con mis palabras y no sabía cuánto podían herir a mis seres queridos.

Siempre te querré.

Tu cariñosa mamá

—¡TE ODIO!

El mundo paró de girar y comenzó a venirse abajo a su alrededor mientras el corazón de Kagome se rompía. Se había quedado sin respiración mientras bajaba la vista hacia la tormentosa mirada, más gris que azul en aquel momento, y llena de furia. Su hija tenía los puños fuertemente cerrados, las orejas echadas hacia atrás, los dientes al descubierto.

¿Su hija la odiaba?

—¡HIKARI! —El tono de Inuyasha fue cortante mientras bajaba de quién sabe dónde por detrás de Kagome, que se vio cubierta inmediatamente de rojo cuando sus brazos la rodearon protectoramente—. Discúlpate. AHORA.

Hikari cerró la boca de golpe, con los dientes ocultos tras sus labios fuertemente apretados. Pero su barbilla se alzaba desafiante.

—No lo dice en serio, Kagome —le susurró contra su pelo, pero sin soltarla.

Ella asintió, pero no podía olvidarse de esas palabras. Se mordió el labio para evitar que le temblara. Kagome no podía arriesgarse a hablar, de lo contrario empezaría a llorar. Sus dedos temblaron mientras se agarraba a los brazos de Inuyasha. En su corazón, sabía que cuando son pequeños sienten las emociones de una en una. Pero nada que pudiera decir cualquier «profesional» podría detener el dolor.

—Busca el problema —citó Inuyasha con voz queda.

Por una vez, Kagome se alegraba de que prácticamente se hubiera memorizado ese estúpido libro sobre paternidad. Significaba que ella no tenía que hablar. Abrió la boca para hablar, pero no salió nada. Las lágrimas, sin embargo, se deslizaron por sus mejillas. Su corazón parecía estar latiendo con demasiada fuerza. Sintió que él le daba un beso en la coronilla.

—Volviste a echarles una carrera a esos lobos —dijo, usando la palabra «lobos» como si fuera una palabrota—. ¿Verdad? —A Kagome le susurró—: No pudo seguirles el ritmo y tropezó.

»Ban la ayudó a levantarse... lo vi. Ella estaba enfadada con él. Luego él salió corriendo.

»A él también le dijo que le odiaba. —Después volvió a citar el libro, lo que le hizo sonreír un poco—: Ayuda a tu hijo a reconocer la ira.

—Los. Odio. —Cada palabra era un gruñido. Después, la pequeña se puso de repente en cuclillas, rodeando las piernas con sus brazos y ocultando la cabeza con las rodillas.

Kagome acarició suavemente el brazo de Inuyasha. Aflojó su agarre para que ella pudiera sentarse al lado de su hija.

—Cariño... tú no los odias.

—Sí. Que. Los. Odio.

—Estás enfadada con ellos. Estás frustrada. Sé lo que se siente cuando todos son más rápidos que tú. Sé lo que es que mis amigos sean más fuertes que yo. Es...

El bebé de InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora