20. Arte en Italia

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Llegamos a nuestro nuevo hogar por un tiempo indeterminado, el castaño abrió la puerta de aquella casa y era hermosa. Nos encontrábamos en Florencia, una ciudad situada al norte, era la capital de la región de Toscana. Esta ciudad tenía un pasado muy ligado al arte así que me sentía como un niño en una dulceria. La pequeña casita que habíamos rentado en su interior tenía algunos cuadros estilo renacentista, no podía creer que me encontraba en la ciudad donde se originó el movimiento artístico denominado Renacimiento y donde la dinastía Médici habia asentado las raíces del arte y la arquitectura

—Imagino que este lugar para ti es como descubrir un dinosaurio para un arqueólogo— habló el castaño

—Lo es— dije con una sonrisa

—¿Qué quieres hacer? ¿Quieres quedarte a descansar o quieres salir a conocer la ciudad? —preguntó tomándome de la mano para acercarme a él— dime ¿que quieres hacer?— preguntó para luego dejar un beso en mi frente 

—Si quieres podemos salir a caminar por las calles de Florencia— dije luego de sentir sus labios en mi frente

—Hay muchos lugares por conocer— respondió soltándome

—Tranquilo Cossimo— le dije en respuesta haciendo referencia a un papel que había hecho hace unos años atrás, él rió divertido.

Salimos de aquella casa, él llevaba una camisa blanca y unas bermudas blancas además de unos lentes oscuros de sol; por mi parte llevaba un vestido de verano bastante suelto con sandalias bajas para estar cómoda mientras caminábamos por la ciudad

—¿Quieres ir primero a la catedral o a la galería del la academia?— me preguntó el hombre a mi lado mientras buscaba mi mano para tomarla y entrelazar nuestros dedos

—Podemos ir a la catedral y verla por afuera, sabes que me molesta que haya mucha gente— respondí caminando junto a Richard

—Lo sé, no lo olvido mi amor— comentó el castaño y me ruboricé, aún me hacía sentir nerviosa cuando me decía mi amor

—Gracias por acompañarme a esto y por estar conmigo— dije con una leve sonrisa. Llegamos al lugar y estaba repleto de gente, hacia bastante calor aún cuando el sol ya se estaba ocultando. El lugar era realmente hermoso e imponente además de que había mucho bullicio, la arquitectura de la catedral era estilo gótico... para apreciarla más se tenía que ver de todos los angulos posibles, le saqué algunas fotos que luego usaría de inspiración de algún nuevo cuadro también entre tantas fotos le tomaba alguna a Richard sonriendo, distraído o juntos como una especie de selfie. De pronto sentí sus labios en mi mejilla, sonreí por su muestra de cariño

—¿Quieres salir de aquí? —cuestionó luego— podemos rentar un auto e ir hasta Viareggio. Hay playa y es silencioso además está a una hora de aquí— agregó viéndome, lo pensé un poco para terminar aceptando.

A unos cuantas calles de la catedral de Santa María de Fiore se encontraba un lugar que rentaba autos, era bastante accesible y te entregaban las llaves en el momento, nos entregaron las llaves de un Fiat Panda 2019 en color rojo. Nos subimos al auto piso el GPS para que nos oriente hasta aquel lugar con playa para pasar un rato allí, observaba por la ventanilla del automóvil con el viento chocando en mi rostro y desordenando mi cabello

—¿Estas nervioso por irte durante dos semanas sin vernos?— pregunté de pronto con los ojos en la carretera, él se encogió de hombros para luego responder

—Un poco, no quiero dejarte sola. Voy a extrañarte mucho— sonreí una vez más

—Solo son dos semanas, llegarás justo para la inauguración— le confesé

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