15. Miedos

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Llegué a mi casa y lo primero que hice fue ir hasta la ducha, abrí el agua luego me quité la ropa y me metí; el agua estaba cálida pero apoyé mi cabeza en la pared esperando que el frío de ella me ayudase a sacar lo que había en mi mente luego de la confesión que Richard me había hecho. Creo que por el momento lo único que haría seria meterme en la cama porque no quería pensar más.

Mis sentimientos decían que le de la oportunidad de poder comenzar algo, que tal vez tener una relación con él seria bueno y hasta era lo que le faltaba a mi vida, un alma que me conociera y no quiera cambiarme; pero del otro lado de la línea estaban mis pensamientos y los fantasmas de mi pasado... los fantasmas que Benjamin me había dejado ¿qué tal si pasaba lo mismo? porque todos creían que mi ex prometido era un santo pero el desgraciado me engañaba con cuanta persona se le cruzara, era un hombre bisexual que se escondía porque su religión veía aquello como algo del demonio. Si tan solo me hubiera dicho no lo hubiera juzgado pero lo que dolía eran sus engaños, me traicionó y además me dejó plantada. Al tiempo me enteré que se había escapado con un chico de Queens, si tan solo hubiese hablado rompíamos el compromiso para que él pueda ser feliz con la persona que amaba. Tenía miedo no de que Richard oculte su verdadero orientación sexual, sino de que me engañe, me traicione, de que se aburra de mi y conozca a otra persona. Estaba realmente dividida y no sabía que hacer por lo que me acomodé en la cama y me dormí un rato, al menos así no pensaba. 

Habían pasado unos cuantos días, yo hacía mi vida normal pero lo que no estaba normal era mi mente que no dejaba de darle vueltas al asunto así que les pedí a Sebastian y a Sam si podíamos vernos en casa porque necesitaba una noche de amigos, yo pondría la casa y ellos se encargarían de la cena. Al llegar a mi edificio me esperaban en la puerta para ingresar a mi departamento, Sam lo conocía de la noche que pasó conmigo y Sebastian no lo conocía 

—¿Esperaron mucho?— cuestioné mientras subíamos al elevador

—No, acabábamos de llegar— habló el hombre de ojos celestes

—¿Por qué le mientes?— bromeó Sam antes de reír, le di un codazo levemente y momentos después las puertas del elevador se abrieron dejando ver el interior de mi piso 

—Wow, esto es más grande que mi departamento— habló Sebastian maravillado 

—Eso que aún no viste el ventanal que tiene— mencionó Sam, estaba completamente segura que había una sonrisa en su rostro

—Eso que aún no viste el ventanal que tiene— mencionó Sam, estaba completamente segura que había una sonrisa en su rostro

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—¿Cómo puedes pagar un lugar así?— habló nuevamente Sebastian dejando las cosas sobre la mesa

—La galería. La semana pasada tuve que valuar alrededor de diez cuadros, todos legítimos. Eso se traduce en una buena cantidad de dinero, los cuadros genuinos son los que más dinero dejan cuando los valuo. Si es una copia o una imitación, esas generalmente son falsas, no valen mucho. Las restauraciones también son costosas— les expliqué un poco de mi trabajo 

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