Ellos, ella y yo

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Maximiliano recalcó que por mucho él era la persona con mayor ventajas. Drake apretó los labios en una línea antes de recordarle que es el cabrón que terminó conmigo, pero me pidió no decir nada por qué no le convenía.

—Milena, no te hagas esto. No tienes que elegirme, pero por favor no te cases con él.

—Ayer estabas de acuerdo —le reclamó Max.

—Creo que no soy suficiente. Que no puedo ser todo lo que necesitas, pero sé una cosa, voy a ser el mejor papá para esos tres niños, los voy a cuidar y quieres sobre todas las cosas. Serán mi prioridad. Tuve tres derrames cerebrales y estuve en coma, pensé que no volvería a jugar y sentía que esa era mi vida, pero este último año sin ti, eso sí me ha dolido y amargado. Tomo mi medicación y voy a terapia y creo que nos merecemos una oportunidad.

Suspiré.

—No puedo comprometerme con ninguno —Reconocí y le devolví a Max su anillo. —Es un gesto maravilloso Max, pero nos hemos demostrado el uno al otro un número incontable de veces por qué no somos buenos para el otro, Drake, creo que sí estás en un lugar diferente y si fuese solo yo correría a acompañarte en la versión que sea. Leopoldo, casarte es tu peor pesadilla, pero gracias por ofrecerte —dije y le di un beso en la mejilla. —¿Creen que podamos individualmente resolver los nuestro luego?—pregunté.

Max fue el primero en alejarse, sin decir nada más, Drake le siguió y Leopoldo me dio un abrazo y me pidió que no me desgastara con eso, al final todos estamos buscando el equilibrio; el punto en el que todo es lo más normal posible. Vi a mi amigo a los ojos, con el cabello despeinado, los ojos verdes cansados, un poco menos peso:

—¿Estás bien, cielo?—pregunté.

—Mi amor, estoy tan bien como se puede estar cuando mi media naranja la está pasando tan mal.

—Te amo mucho y después de todo esto nos merecemos una tarde de series y películas estúpidas y palomitas de maíz.

—Es una cita, ahora a desayunar —me pidió y le llevó de vuelta a la carpa en la cual estaba desayunando el resto.

Me sentí culpable.

Los tres regresamos para a comer y mi familia es obvio que no conoce la discreción y eso de ser 

agradables tampoco.

—Yo le apuesto a Drake—comentó mi tío Ellis. —Es deportista, está joven y lo más importante, alguna hormona tienes que estar inyectándote.

—Gracias, tío Ellis —respondió y todos rieron.


—A mí me encanta más —reconoció Amanda.

—A ti no te tiene que encantar nada —Advirtió mi padre.

—Yo voy a votar por Leopoldo como papá porque hemos ido a las mejores fiestas—propuso Isabela, —peeeero si te vas a casar por obligación que sea con Drake.

—Mily Max van a hacer los mejores bebés—Comentó Lauren y esa fue la última voz que diferencié porque todos mis primos tíos e incluso mis papás se unieron a la división sobre quién debería ser el papá de mis hijos.

Me puse en pie y fui hacia el auto con un sándwich maravilloso de huevo y el chofer de mi papá, así como el equipo de seguridad que me asignó porque hasta yo creo que necesito más vigilancia que la que Dios y sus vasallos de ángeles me dan.

Tomé asiento mientras tomaba un poco de jugo de naranja en frente de la sala y me puse a rezar, Xavier se acercó a mí y me dio un abrazo. Dijo algo de no poder prometer que todo estaría bien, pero su equipo y él estaban buscando lugares en los que criar a tres niños secuestrados fuera una opción. Le di un abrazo de vuelta.

El bebé del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora