Amenazas

21 1 0
                                    


Después de una magnífica ducha y cambiarme la ropa por algo más casual y unos tennis versátiles corrí hacia la casa. Mis hermanas estaban encima de Max, Jana y Mehr. Las dos compartieron una mirada de "quítate o te mato" entre ellas.

—De grande quiero ser como Mily—dijo Alexa a su prima Olimpia. Oli asintió y rodeó a las mellizas de los brazos y dijo:

—Tendremos mejores hombres y más guapos.

—Bien pensado —intervino Isabela y rodé mis ojos antes de acercarme al grupo de admiradoras de Maximiliano Waitly.

Se acercó y me tomó de la cintura.

—Lista, demasiado. No llevo ni siquiera un dólar.

—¿Qué pasa si te peleas con él?

—Llamo a mis papás y me envían un coche.

—¿Por qué siempre dependes de un hombre?—preguntó Gema e isabela le sonrió orgullosa.

—Está bien, llamaré a Isabela. Eso tiene un fundamento científico, nena, tu papá siempre va a contestar, pero tu mamá puede que se esté haciendo las uñas o no quiera escuchar una huevada. Por último, tu mejor amiga puede estar escapándose con una estrella de rock —les guiñé el ojo y me tomé del brazo de mi chofer designado.

Nos despedimos de las chicas, finalmente Max y yo iniciamos nuestro viaje con buena música y revisando el mapa para saber hacia dónde queríamos ir. Sonreí mientras le escuchaba cantar y moverse al ritmo de la música mientras conducía. Vi por el retrovisor un par de autos que nos seguían y reconoció que andaba con guarda espaldas primero por Vanessa y segundo porque las elecciones estaban por iniciar y no quería morir en el intento.

Traté de no darle importancia a nada más que a nosotros y disfrutar, así que me dediqué a admirar el lugar que nos rodea por la ventana. El día estaba precioso, soleado, fresco y la compañía hasta el momento encantador.

Comenzamos nuestro día con unos pancakes gigantes en la casa del pancakes a apenas dos horas de Mainvillage, un lugar estilo dinner, con Pancakes de todos los tamaños, Max ordenó el combo mega mega y yo uno mini así que en nuestra mesa había de todo en diferentes tamaños.

Max cortó un pedazo con crema de banano y salsa de caramelo. Está magnífico, de verdad que sí. Me quedé quieta en mi asiento mientras sentía los bebés moviéndose, la otra noche comencé a sentirles y pensé que podía ser un error, totalmente producto de mi imaginación y no lo fue, se mueven.

—¿Estás bien? —sonreí.

—Súper—respondí.

—¿Cuál es el plan Maximiliano?

—Convencerte para llamar a nuestro hijo mayor Max.

—Nuestro hijo.

—Sí, tengo muchas oportunidades, y no es por nada, pero una vez fui a donde una bruja —se inclinó para quedar más cerca. —Me dijo —bajó el tono y me hizo una seña para que me acercara. —Que iba a ser papá junta una mujer hermosa, rubia y que serían trillizos.

—¡Mi amor! —dije escandalizada mientras le tomaba de las mejillas. —La mujer no te dijo que los condones estaban rotos—pregunté escandalizada y Max rio.

—Ella no me dijo nada porque me la acabo de inventar.

—Ya decía yo—le guiñé un ojo y Max sonrió.

En serio parecía que el día sería perfecto y Max no tenía un plan. Fuimos a ver los jardines del este, preciosos el día simplemente era mágico, Max y yo nos miramos y reímos.

El bebé del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora