Real

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Mily se sentó al lado de Leopoldo y le abrazó. Los dos lloraron como niños vacíos y solitarios, como la gente perdida que eran. Ella le abrazó y le acunó entre sus brazos mientras veía en silencio al techo y rodaba sus ojos hacia dios.

¿Por qué me haces eso?

¿Por qué ahora?

¿Por qué le haces esto a alguien a quien amo?

Leopoldo había sabido que el cáncer había regresado meses atrás, su novio lo descubrió, estaban en la cama y Philip le dijo que había sentido algo cuando tenían relaciones. Leopoldo le restó importancia y continuó con su vida por unas semanas más hasta que los síntomas se hicieron evidentes. Todas las semanas lo pospuso hasta que finalmente fue al médico y le confirmo que el cáncer había regresado, esta vez con metástasis en el área pélvica y órganos, sus opciones habían sido dar una batalla que tenía 10 % de probabilidad de ganar o disfrutar de su vida.

—¿Qué vas a hacer?

—Mily, te amo y me encantaría decir que voy a pelear y que voy a salir triunfante, pero he estado investigando y cuando llegue el momento y el dolor sea insoportable...

—Eutanasia.

—Sí, lo siento Mily.

—Estás seguro de que es la única opción.

—Tengo cáncer en la vejiga Mily, a veces vengo a que me drenen la orina. Lo siento.

—No es tu culpa estar enfermo. Estoy llorando porque llevas un año sabiendo esto y no me lo dijiste... ¿Por qué? ¿Te dio miedo, vergüenza por qué?

—No quería que lo intentaras, tú eres la única persona que me hubiese convencido de intentar con el tratamiento eres tú, luego Arturo y Olivia y ustedes son muy necios.

—Leopoldo, hubiese intentado porque te amo. Quiero que seas el padrino de mis hijos, que les enseñes a combinar bien los conjuntos porque tienen probables papás hipermasculinos. Eres la persona que iba a acompañarme a gritarles a sus maestras o el mediador si tengo que compartir la custodia con Octavio y eres la persona que nació para compartir mi vida. Que me he dado por vencida. Cásate con Philip, pero déjenme una llave.

Lloré el resto de la tarde junto a Leopoldo porque simplemente no estoy lista para perderle; es mi amigo, es mi hermano, es el hombre al que le puedo preguntar por la combinación del estilo que llevo y le puedo contar lo sola y vacía que me siento en medio de una fiesta.

Al día siguiente me dieron el alta. A medio día, cuando todos estaban distraídos u ocupados. Niza entró en mi habitación y me dio un abrazo.

No pude contener las lágrimas y mi mamá solo se quedó ahí, abrazándome, mientras acariciaba mi espalda, me dio un beso y me preguntó:

—¿Qué pasa, cariño? ¿Qué es lo que sientes?

—Es que este es el mejor momento de mi vida, yo debería estar feliz, celebrando la llegada... ¿Sabes cuánta gente quiere un bebé? Y Dios me ha dado tres niños y serán fuertes, sanos y estudiosos y se meterán en mucho menos problemas que yo, pero no entiendo por qué simplemente no puedo disfrutar de los logros pequeños o los grandes. Algo siempre le quita la luz a mi vida e inevitablemente ese alguien soy yo—Mi mamá me abrazó y se sentó a mi lado para acariciarme el pelo y reconoció que constantemente se sentía perdida.

—Eres perfecta.

—Ohh, cariño, soy una mujer que vive una vida que no le corresponde.

—Tienes problemas —Niza rio.

El bebé del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora