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Mentiroso

¿Qué es el amor? No, no hablo del significado que puede darte Google sino… el sentimiento en si. Ahora entendía muchas cosas y me llegaban montones de dudas a mi cabeza.

Sí, ponerme a pensar en mis confusos sentimientos por Dugan luego de una charla con mi nuevo director, el Sr.Johnson alias ex-profesor de filosofía, seguramente no era lo más cuerdo.

—Aquí estas. — Harley se tiró a mi lado en el césped.

—Llevamos buscándote toda la mañana. — dijo Miley. — ¿Hablaste con el Sr. Johnson?

Asiento pérdida en el reguero de pensamientos que es mi mente.

—Ree, ¿Segura de que estas bien?

—Sí, solo necesito pensar un poco chicas. Nos veremos más tarde. Las quiero. — limpié el polvo de mi ropa y caminé hacia la parte trasera del campus.

No conocía los rincones de la Universidad, malamente en mi memoria estaban los dormitorios, el departamento de Economía, Informática y la cafetería. Luego, estaba ese tranquilo árbol donde desarrollaba mis dudas hace segundos. El mismo al que acudo siempre que mi cabeza está a punto de estallar, lo hice cuando mi padre decidió irse a vivir a otro continente, cuando mi madre y yo discutíamos, durante mis desacuerdos con Lion, y esto era algo que las chicas sabían. Aveces lo peor que pueden hacer tus amigos es conocerte a la perfección.

Miré el pequeño espacio ocupado por un árbol de cerezo que dejaba en la hierba un pequeño rastro de las flores rosa pálido.

Recuerdo la primera vez que fui a casa de Yia contagiandome por la emoción de mi madre. Mientras ambas mujeres hablaban de zapatos de marcas y que color combinaría a la perfección con un rojo fresa, yo miraba por la ventana. El jardín de allí era precioso, había miles de flores y plantas que no vi nunca antes. Justo debajo de un cerezo estaba él. Con los audífonos colocados y movía su cabeza al ritmo de la música. Sus manos imitaban a los directores de orquesta y aunque jamás lo admitiría en voz alta sé que esa imagen logró cautivarme.

Sé que Dugan ha logrado cautivarme y que quizás estuve negándome a ello todo este tiempo. Quiero negarle a mi corazón el derecho de latir aceleradamente solo porque ahora mismo lo está viendo igual que aquella vez, bajo un cerezo, oyendo música, disfrutando de su propio mundo.

—Necesitas dejar de latir así. — pedí en susurros dando toquecitos sobre el lado izquierdo de mi pecho. — Calmate órgano bombeador de sangre estúpido.

Estúpido corazón. Estúpida yo y estúpido él. Tenía que comprender que ya no eramos aquellos niños de 16 y 17 años que se gritaban cosas horribles. Ya no era aquella chica que le lanzó un vaso de juego, ni él era aquel idiota que casi me mata con ketchup. Actualmente eramos dos adultos jóvenes que comenzaban a jugar con fuego y recién descubrimos que este puede quemar.

—¿Seguirás mirándome o te sentarás a explicarme porqué me dejaste solo hoy por la mañana? — preguntó serio y cortante.

¿Podía huir? ¿Me consideraba una cobarde si ahora mismo comenzaba a correr?

—Tu puedes, cobarde. — dije para mi y me senté junto a él.

—¿Y bien? — alzó una ceja en mi dirección.

—Mmm… — tragué saliva — ¿Sabes? Creo que estoy perturbando tu tranquilidad así que mejor me…

Volvió a sentarme de un jalón a su lado cuando intentaba escapar.

—Nunca te importó mi tranquilidad. — espetó — Comienza a hablar.

—Yo… — lo miré, sus ojos miel fijos en los míos. — Estaba asustada. No entiendo que está sucediendo con nosotros. Esto…

— ¿Esto? ¿Esa es tu denominación para lo que está sucediendo? — me interrumpió — En serio eres difícil, Ree.

—¿Yo soy la difícil? — me levanté de un salto ofendida. — ¡Dios, Dugan! ¡Fuiste tú! Comenzaste todo, nos subiste a ambos en una montaña rusa.

—¡Ja! Ahora resulta que es mi culpa. — bufó — Recuerdo muy bien el momento en que te abalanzaste sobre mi en el jacuzzi.

—Pues entre mi estado de ebriedad tengo clarito que nadie me apartó. — le grité y me apoyé en el cerezo para calmar mi enojo. — Es culpa de ambos. Dijiste que habíamos cruzado una línea. Sí, lo hicimos. También dijiste que un beso no arruina las cosas. ¿Quieres que te informe algo? Un beso ha roto hasta la relación de odio que mantenemos.

Ambos nos quedamos mirando luego de mis palabras. Lo oí suspirar con fuerza y revolver su pelo, después, con decisión se abalanzó sobre mi. Sus manos sujetaron mi rostro y su cuerpo se apretó contra el mío.

—Vas a volverme loco, enana del demonio. — acarició mis mejillas — ¿Puedes explicarme porqué sentimos esto? Porque sé que también te ocurre.

—No sé de que hablas. — susurré nerviosa por su cercanía.

—Cucaracha terca. — rió. ~Bipolar~ —  Dime ¿Tú corazón también desea salir del pecho? — di una respuesta afirmativa — Quieres dejar de sentirte inquieta por mi presencia y nuestros beso ha estado llendo y viniendo de tus pensamientos ¿Verdad? — asiento — Eso significa que te gusto, Ree.

— No. — me aparte de él negando. — No puedes gustarme.

—¿Porqué no? — preguntó.

— ¿Cómo explicas que te guste una persona y la misma vez deseas tirarla de un puente? — pregunté como si fuera obvio el porqué de las cosas.

— Es mutuo si eso te tranquiliza. — habló.

—No lo entiendes, Dugan. Nunca lo haces. — me comenzaba a alterar nuevamente. — Si esto comienza me harás daño, voy a sufrir por ti, seguramente buscaras a otra persona porque no soy suficiente. Y cuando te vayas con ella me quedaré llorando porque entonces afirmaré que estoy enamorada de ti desde que te conocí.

—Soy yo, enana tonta. Soy Dugan, el elfo doméstico. El chico que hará de tu vida siempre una locura pero jamás seré Lion. Lo que menos quiero es hacerte daño. — limpió la lágrima que se escurría por mi rostro. — Dame el beneficio de la duda, déjame demostrarte que funcionamos juntos.

Y lo dejé. Cerré mis ojos cuando sus labios se aproximan a los míos y los besa con una dulzura y deleite que me pone a temblar entre sus brazos.

— Prometo que …

—Dugan. — nos separamos, dejando inconclusa su promesa — Oí que estabas buscándome.

— Elizabeth… — lo observé sin creerlo.

—Lo siento. ¿Interrumpo algo? — preguntó con inocencia fingida.

—No, él y yo no tenemos nada que hablar. — hablé duramente — Nunca más.

Caminé lejos de ambos haciendo caso omiso a sus gritos. Una vez más volvía a quedar como la idiota, como la chica a la que podían llenas de promesas vacías.

—¡Detente!

—¡Sueltame! — grité safándome de su agarre. — No vuelvas a hablarme en tu vida, Dugan. No quiero volver a verte ante mi. — grité — ¡Mentiroso! ¡Mentiroso! ¡Idiota! — lo golpeó en el pecho a medida que hablo y lloro. — "No soy él, Ree" "No voy hacerte daño, enana tonta" "Déjame demostrarte que funcionamos juntos". — imite sus palabras. — Puras mentiras.

—No eran mentiras. — gritó parando mis gritos, sujetando mis manos. — Quiero intentarlo contigo. No con Elizabeth, ni con Alice, ni con ninguna otra chica que pase por tu pequeña cabecita.

—No te creo. — dije apartando su cuerpo — Solo vete con ella y deja de jugar conmigo. Elizabeth querrá volver a ser tu novia y Alice… ella quizás acepte ser tu amante. Lo hizo conmigo y Lion después de todo ¿No?.

— ¡Ree! ¡Dentente! — oí sus gritos pero no giré — ¿Eso es lo que quieres? ¡Bien! ¡Lárgate!.

Y luego de eso no volvimos a hablar.

Hermoso Desastre ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora