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¿Quieres guerra, Dugan Hart?

La vida me odiaba y el universo estaba en mi contra. Nunca la frase Eso a lo que le huyes es lo que acabas encontrándote en todos lados cobraba tanto sentido para mi.

—Ahora es cuando expresas tu odio — habló sin importarle el hecho de que podía volverme un animal rabioso y asesinarle o que había derramado tres vasos de vodka de cereza sobre mi persona.

Suspire con pesar y cansancio, contando mentalmente hasta diez para controlar mi yo salvaje.

—No tengo ganas de hablar contigo. — dije y me moví hacia el frente para salir de la cocina pero el de ojos miel se puso justo adelante cerrándome el paso. — ¿Podrías quitarte de mi camino?

—Desgraciadamente para ti necesitamos hablar.

Dio dos pasos al frente mientras yo retrocedía tres.

—¿De qué o qué tendríamos que hablar tú y yo? — exijo saber alzando una ceja en su dirección.

—Lion y tú...

Reí negando.

—Eso es un tema que no te incumbe a ti, de hecho nada de mi vida lo hace. No somos amigo, Dugan. No te metas donde no te llaman. — respondí molesta.

¿Quién diablos se creía él para venir y querer hablar sobre mi anterior relación? Él no tenía nada que aportar a eso. Seguro venía con el mismo chisme de todos, que Lion había sido infiel. Me daba igual lo que dijeran, sabía de quien me enamoré y le defendía a toda costa porque él no era capaz de algo así. Lion no me traicionaría. Él no me haría daño.

Volví a intentar salir de su muy cliché agarre. ¡Ja! Muy usado eso de dejarme contra el mesón con los brazos a cada lado de mi cintura.

Sin embago no pude escabullirme.

—Y dicen que las enanas dan miedo. — soltó una risita mirándome desde arriba. Claro, como el idiota había crecido se pensaba que el resto del mundo seguía estancado en el 1:40 m. — Tú, por el contrario, das ternura. Mejillas rosadas por la rabia, ojos marrones que gritan: Déjame en paz y labios en un puchero. Eres demasiado tierna, cucaracha.

—Dime algo, Dugan... — le llamé y en un gesto de mano le indiqué que se acercara un poco más. — ¿Era tan difícil para ti quedarte a donde quiera que fuiste en vez de venir a meter tus narices en mi vida? ¿Qué rumor has venido inventar?¿O es que simplemente no tienes en que entretenerte? Hay montones de chicas aquí... — señalé con mi mano todas las personas que bailaban, hablaban y bebian como animales y eso que el reloj aún no marcaba la media noche. — ve y habla con alguna... a menos que el recuerdo de tú ex siga atomentandote... ¡Upps! Las noticias vuelan.

Apretó su mandíbula con furia y sus manos se lejaron de mi cuerpo para hacerse puños y luego frotar su rostro.

Yo también podía meterme donde no me llamaban, Odioso.

—Has lo que te de la gana. Sigue defendiendo al idiota y desmostrandole a toda la Universidad que sigues enamorada de él. Continúa llenándote la mente de esa patética idea de : Lo he dejado porque nada funcionaba cuando él te ponía los cuernos más grandes del mundo. — me dijo en ese tono lleno de molestia y una pizca de lástima— Para cuando quieras abrir los ojos será demasiado tarde, pingüino.

—¿Venían los apodos ya escritos en tu discurso o acabas de improvisar? — pregunté llenando de alcohol hasta el tope uno de los vasos. — No volveré a repetirlo, sanguijuela... SAL DE MI CAMINO. — pedí cerrando mis ojos ya con la paciencia a punto de extinguirse cuando comenzaba a acercarse.

Hermoso Desastre ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora