Prólogo

296 19 4
                                    

No nos damos cuenta el momento exacto en que empezamos a querer a esa persona y acabamos hecho un manojo de nervios cuando esta cerca. A muchos les pasa, hoy son desconocidos y al día siguiente van caminando hacia el altar. El amor es estan incierto que puede dejarte sin palabras en el segundo en que captas los planes que tiene para ti.

La primera vez que le vi no esperaba sentir todo esto que guardo dentro de mi. Era un niño de 14 años con unos ojos chocolate con miel tan brillantes que acababan dejandote hipnotizada, una sonrisa digna de Don Juan y una estatura deprimente; no llegaba al 1:60 y parecía un pequeño nomo de jardín. Sin embargo era un gran dolor en el trasero, con esa lengua de abogado lista para decir todo lo que pasaba por su mente antes de procesarlo y esas constantes burlas hacia mi persona.

Definitivamente tampoco percibes ese momento en que empiezas a odiar a esa persona y acabamos en una acalorada discusión siempre que esta cerca. A nosotros nos pasaba, hoy eramos presentados y a los cinco minutos queríamos acariciar la cabeza del otro con una silla.

Dugan y yo nunca lograremos llevarnos como dos personas civilizadas, no porque fueramos dos pares de animales que no pueden vivir en comunidad sino porque a él le encantaba jugar con mi autocontrol y para mi era tan divertido sacarle de quicio que no me imaginaba los días a su lado sin los beneficios de pegarle en la nuca cada vez que tocaba sin permiso mi cabello o me sacaba la lengua luego de gritarme cualquier ofensa.

Eres tan pequeña como una hormiga ¿Puedes escuchar lo que ellas hablan? Por eso es que te veo reírte sola a cada rato —se burló mirándome desde arriba con una sonrisa bailando en sus labios.

¿Oyes eso? — pregunté fingiendo oír algo —Las homigas acaban de avisarme que tú única neurona ha muerto.

Hermoso Desastre ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora