Capítulo XXVIII

24 2 0
                                    

Noah había cocinado la comida favorita de Leo, o mejor dicho había intentado. Porque estaba tan desconcentrado, que el arroz se le pasó, se cortó el dedo y se pasó en el salado de la carne.
Cuando salió por la puerta del departamento de su novio, se había arrepentido inmediatamente. Debía haber hecho un berrinche y llevárselo a la fuerza, para que no hablará con ese infeliz. Pero no, su corazón había ganado y optó por la tranquilidad de Leo, sin importarle nada más.
Pensó en llamar a su hermana, pero no quería complicar las cosas. Solo se sentó en el sofá de la sala, se colocó en posición fetal y comenzó a crear teorías en su cabeza. Hasta que las lágrimas empezaron a salir por si solas.
Pasadas las once de la noche, sonó el timbre y corrió a la puerta para encontrarse con su novio, ¿aún era su novio?, en un estado bastante desfavorable. Tenía ojeras y los ojos hinchados como si hubiera llorado por horas. Se acercó a él y le tendió un abrazo que hizo que ambos se perdieran en el llanto.
Le ofreció un poco de agua y cuando finalmente se calmaron se sentaron a hablar.

-¿Cómo te fue?- dijo Noah dudando si quería escuchar la respuesta.
- Lo perdoné- aclaró mirando a Noah a los ojos.
El más joven retiró la mirada y las lágrimas volvieron a caer por sus ojos, entrecortado por el sonido que hacia su pecho entre sollozos. Preocupado por tal escena, Leo levantó su rostro y secó sus mejillas con el dorso de la mano.

- Noah, me preocupas, ya no llores de ese modo- lo regañó.
- Es que- decía entre sollozos- te amo y quería seguir a tu lado.
- Espera- y tomó su mentón para verlo a los ojos- Te dije que lo perdoné, por lo que hizo. Pero no volví con él.
- Pero...- y mostró unos ojos llenos de esperanza.
- Perdoné, sus mentiras y su trato hacia mí. Todo lo que hizo para lastimarme y sus palabras. Es más incluso, le dije que podemos ayudarlo para terminar se aceptarse y comenzar con su vida.
- Entonces ¿Sigues siendo mi novio?
- Mmmmm- e hizo una mueca como si fuera que estaba pensando- solo si quieres.

Noah se acercó a los labios de Leo y los besó. Primero saboreando por fuera el salado de las lágrimas. Pidió permiso suavemente para ingresar su lengua y recorrer cada lugar de la boca de su novio. Hasta que se quedaron sin aire y se separaron para respirar.
- Me dio un beso como despedida-dijo en tono serio.
- ¿Y?- preguntó, intentando parecer que no le importaba.
- No se sienten como los tuyos- y se levantó para sentarse sobre sus piernas, mirándolo a los ojos- Fue lo que me terminó de asegurar que somos el uno para el otro- le dio un besito- Además estoy perdidamente enamorado de tu sonrisa.
Leo se quedó a dormir esa noche en la casa de su novio. Aunque lo que menos hicieron fue dormir. Se amaron mutuamente varias veces, hasta que el agotamiento los dejó en los brazos de Morfeo.

Simplemente amor BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora