Capítulo 1-Último día de exámenes

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A diferencia de todos los estudiantes de instituto o colegio, los universitarios están deseando que acaben las dichosas "vacaciones de Navidad". Es más, tienen señalado con entusiasmo la fecha que llevan esperando desde que comenzó la festividad y que marca el último día de exámenes. Y es que, tras varias horas donde el aula se empapa de un olor asfixiante de calefacción y neuronas intentando recordar toda la información retenida—ya sea poca o mucha—uno sale del aula perseguido por un silencio magistral hasta la llegada de la noche, momento en el que la mayoría de los jóvenes ahogan todas sus penas en alcohol, ya sea para olvidar el estrés acumulado o para celebrar las primeras notas publicadas en la aplicación de la universidad, que es tan moderna—nótese aquí la ironía—que no es compatible con iPhone.

Sin embargo, ese no es mi plan, ni tampoco el de mi mejor amigo. Soy más bien de ese tipo de alumno que prefiere recuperar durante esa noche las horas de sueño que llevo acumulando desde el primer día de estudio tras una buena charla con mi mejor amigo, acompañados de cerveza y pizzas de pepperoni.

Tras salir de una ducha caliente, bien merecida pero que sin duda me hará tener que ahorrar agua el resto del mes, veo mi teléfono iluminarse en la mesa del salón, apareciendo el nombre de mi amigo junto a "Cinco llamadas perdidas" y si no estuviese seguro del amor que me tiene, estaría temblando, porque Hoshi odia que la gente no le haga caso cuando se acerca la hora en la que habían quedado.

"¿Qué pasa?" Pregunto mientras dejo la toalla en su lugar después de intentar que mi pelo dejase de gotear.

"¿Que qué pasa? Que podrías dejar de ser tan gilipollas y contestarme a las llamadas."

"Eh, sin insultar. Estaba duchándome, lo siento."

"Me la pela, no es la primera vez que te he visto desnudo." Ya, sí, eso. Daba igual la cantidad de veces que intentara olvidarlo, Hoshi iba a recordármelo siempre. Fue el primer día que bebí más de la cuenta, haciendo que mi gran y poderosísimo amigo tuviera que bañarme a regañadientes para espabilarme. "Espero que al menos te hayas puesto tu mejor modelito para verme, porque no entiendo la tardanza entonces." Me asomo desde la ventana del salón, un cuarto piso desde el cual puedo ver la puerta del bloque. "Pero, ¿sabes algo? Hay una jodida ola de frío y siento mi culo congelarse así que te agradecería que cuidaras algo más a tus amigos, ¡si quieres mantenerlos el resto de tu vida!" Con un ruedo de ojos, me acerco al telefonillo al lado de la puerta principal, desde donde puedo ver a Hoshi, esta vez desde la cámara de vigilancia, con el cejo fruncido y las mejillas infladas. Se ve desde lejos la tonalidad rosada de la punta de su nariz, por no hablar de la nube de vaho que sale de su boca cada vez que la abre.

"También mis amigos deberían llamarme al porterillo teniendo en cuenta que te conozco desde hace cinco años. Me ofende que sepas cada secreto oscuro de mí, pero no el número de mi apartamento." Hoshi sale del ascensor murmurando algo y estoy completamente seguro de que se está riendo de mí, sin embargo, lo oculta bajo el cálido abrazo que me regala. Llevamos semanas sin vernos, bueno, en persona. Durante el período de exámenes tiendo a encerrarme en mi habitación, no porque esté todo el día estudiando, ni mucho menos, pero el estrés hace que no me apetezca salir de casa y el tiempo libre prefiero gastarlo en ver una peli o, en su caso, hacer una videollamada con Hoshi. Él es la primera persona que respetó eso, aunque no me deja vivir si al menos no le llamo dos veces por semana.

"¿Qué tal tu examen de hoy?" Le pregunto mientras le dejo el dinero de la cena encima de la mesa, aunque lo toma rápidamente para guardarlo en su cartera y dejarla abandonada a un lado del sofá. Se adentra en el baño sin vacilar ni un poco para lavarse las manos antes de dejarse caer en la alfombra del salón que es su lugar de la casa cuando va a cenar.

"¿Pretendes arruinarme la noche, cariño?" Hoshi habla con un tono de voz seductor cuando aparece en el salón ya con su abrigo quitado y frotándose las manos en busca de algo de calor. "Pero respondiendo a tu pregunta, creo que bien, ya sabes, el profesor no es que me caiga del todo bien, yo a él tampoco...así que todo está echado a suertes."

PsicometríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora