Capítulo 7-Sinceridad

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Me encantaría poder decir que la noche fue un completo desastre, que todo acabó en pelea y que salimos del apartamento de Hoshi jurando y perjurando que nunca más nos volveríamos a juntar. Pero debo decir que ha sido de esas veces en las que he deseado que la noche no termine nunca. No es que haya mantenido conversaciones profundas o haya sido una fiesta en toda regla, más bien ha sido de esas quedadas en las que acabas hablando en susurros sobre cualquier cosa, el sueño te hace reír por todo y piensas, joe, que guay es esta gente.

De modo que, cuando consigo meterme en la cama de Hoshi para dormir, posiblemente, menos de tres horas, siento una extraña emoción en el pecho. Una especie de cosquilleo que se intensifica al recordar los momentos de la noche. Me lo he pasado realmente bien y he podido conocer más a fondo a los nuevos integrantes de mi círculo de amigos, incluido Mingyu, quien no se despegó de mi lado ni un solo segundo tras volver de la cocina.

"Si crees que te vas a dormir sin antes explicarme la razón de que estés sonriendo cual adolescente enamorado, estás muy equivocado amigo mío." Hoshi se acomoda a mi lado, metiéndose debajo de las sábanas de un salto y apagando la luz de un manotazo antes de cubrir completamente su cuerpo y arrimarse más a mí. Acaba siendo una noche fría, tanto que si eso que siento en el pie es un calambre, no duele tanto como mis manos congeladas.

"No sé de qué me estás hablando. Solamente estoy sonriendo, ya está."

"Ajam. Y esa sonrisa, por alguna casual, extraña y divina razón, ¿tiene que ver con Mingyu?" Un resoplido sale de mis labios y me giro, dándole la espalda a Hoshi, como si eso fuese a impedir que continuara con su momento interrogatorio. Pista: Hoshi nunca dará por zanjado tan fácilmente un momento de interrogatorio. "¡Oh, vamos! ¿Ni a tu mejor amigo le vas a contar estas cosas? ¿Tu aplicación también te dice lo mucho que te ha mirado Mingyu durante toda la noche? Le faltó saltar del sofá cuando te vio salir a la azotea." Hay silencio después de eso, uno que no dura mucho. Como dije, Hoshi es de los que se las apaña para que no haya demasiado silencio a su alrededor. Así que esta vez rompe a reír, porque el alcohol sigue manteniéndolo algo embobado y risueño, aunque haya dejado de tomar hace hora y media.

"No puedo decirte qué es lo que pasa con Mingyu. Pero sea lo que sea, mañana te cuento todo."

"¿Batido para hacerlo más ameno?"

"Trato hecho."

En cierta forma, sé que Hoshi puede ayudarme más de lo que cualquier otra persona podrá. No sé qué nombre darle a lo que mi cuerpo siente cuando algo está relacionado con tal persona cuyo nombre empieza por M y casualmente termina por "ingyu", pero si me siento cómodo hablando del tema con alguien, esa persona es Hoshi. Y no solamente sobre él, también sobre todo en general, sobre lo que me dijo Kye, sobre Yon, sobre mí...aunque esa sea la parte a la que más le temo.

Hoshi abraza mi cintura cuando mis manos empiezan a temblar de nuevo, una estúpida reacción que voy a tener que empezar a controlar. Me acerca a él y noto que apesta a cerveza y a humo de la candela pero es reconfortante poder sentir la presencia de alguien, alguien que me apoya y me sostiene. No tardo mucho en arrepentirme de los pensamientos positivos, porque Hoshi ronca, y hacerlo en mi oído está dificultando ligeramente—y no tan ligeramente—mi sueño. Debe dar gracias a que le tengo mucho cariño, porque de lo contrario acabaría durmiendo en el sofá aunque esta sea su cama.

"¿Has visto al tío que está atendiendo? Va a durar entre cero y nada como camarero. Es que, ¿y esas formas de mirar a todo el mundo? ¿Qué se cree, superior? No pega nada con el negocio adorable del señor Lee." Hoshi toma un sorbo enfadado de su batido. La pajita de cartón se siente asquerosa en mis labios, pero al final la dejo pasar por alto por el delicioso sabor de la bebida. No hay mejor sitio en la ciudad que el negocio del señor Lee para tomar batidos y siempre que necesitamos una charla motivadora, acabamos pidiendo los mismos sabores de siempre. Leche merengada para mí, frutas para Hoshi.

PsicometríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora