El domingo fue el peor día de mi vida, sin ningún tipo de duda.
A pesar de haber dormido más de diez horas seguidas, mi cuerpo se siente pesado nada más abrir los ojos. Espero varios minutos para que mi mente pueda aclarar las imágenes de anoche, marcando el entrecejo cuando el ataque de pánico aparece en mis recuerdos. Lo siguiente que sé, es que mis piernas se mueven a una velocidad nunca antes vista hacia el baño, sintiendo que el mundo a mi alrededor da vueltas a cada paso.
Vomitar no es agradable para nadie, ni para ti ni para mí ni para cualquier persona a la que le preguntes. Pero además, puedo decir que me encuentro dentro de ese grupo que le da pánico hacerlo, y aunque por más que intento mantener mi cabeza fuerte para que mi cuerpo gane la batalla a mis instintos, esta vez es imposible. Es desagradable sí, cuando siento que he dejado escapar todo lo que tenía dentro de mí desde la noche anterior, dejándome débil e indefenso, e incluso desorientado si me preguntas, arrodillado en el suelo. Rápidamente le doy a la cisterna, no quiero darme más asco del necesario, y acabo por relajarme para que mis músculos dejen la tensión acumulada.
Levanto la cabeza en busca de sentirme recuperado ahora que ya he conseguido mi cometido, pero no noto esa mejoría que tanto espero, no aparece por ninguna parte. Ya está, seguro que el alcohol de anoche es el culpable de todo esto, era alcohol del malo, no puedo esperar otra cosa que encontrarme así ahora. Pero en el fondo sé que mi visión oscura y mi cuerpo temblando del frío son señales de que el alcohol no tiene nada que ver con mi estado actual. Ni siquiera bebí tanto, bueno es cierto que la última copa me la tomé con un poco de asco y que el alcohol posiblemente no fuese de la mejor calidad, pero hay algo que me dice que mi reacción no es por la borrachera.
Me siento en el suelo del baño, algo que es difícil porque literalmente todo está cerca de todo. No hay que pedirle demasiado a un piso de estudiantes, pero aun así, hay que admitir que el espacio es un poco claustrofóbico. Aunque ahora no es eso en lo que realmente pienso, en realidad no pienso en general porque solamente quiero fijarme en el frío que nota mi espalda al apoyarme en la bañera.
Mi estómago se queja del esfuerzo y me mente comienza a inventar que quizás esto es a lo que llaman resaca. Nunca la he vivido, así que no sé si esto es lo que verdaderamente se siente o no. Debería preguntarle a Hoshi, pero por lo que recuerdo de mis pocos segundos de lucidez en la cama, él ya no se encontraba ahí cuando me desperté. Lo más seguro es que se encuentre en el gimnasio y de ser así, es imposible contactar con él.
Mis ojos se sienten pesados, incluso puedo decir, aunque parezca locura, que mis pestañas duelen de vomitar. Así que, cierro los ojos prometiéndome que solamente serán unos segundos, pero acaba siendo un cuarto de hora más o menos. Me levanto desorientado, con dolor de cuello y la espalda congelada. El mareo aún se mantiene en mi cabeza, pero se ha relajado lo suficiente como para permitirme la oportunidad de estabilizarme una vez estoy de pie. Respiro hondo, mirando mi reflejo en el espejo, aunque desde luego no es demasiado emocionante verme en este estado. Mis ojos se ven apagados, más de lo que normalmente están, y mis ojeras se ven más oscuras de lo normal. El tono de mi piel pálido ha bajado un grado más y mis labios, agrietados por la falta de humedad en ellos, tienen un color que no reflejan salud ni por asomo.
Como si el agua fuera a llevarse toda esa imagen triste y enferma, lavo mi rostro hasta que la fría temperatura me despierta de sopetón. Aunque, la mejora solamente dura un par de segundos, porque no tarda mucho en que otra arcada se escape de mi boca.
"¿Wonwoo?" Joshua habla bajo y ronco detrás de la puerta, como si se hubiese acabado de despertar, y lo más seguro es que sea así. Joder, lo que me faltaba. "Wonwoo, ¿estás bien?" Esta vez suena más vivo, pero no le puedo responder, porque de nuevo me arrodillo frente al váter, a pesar de que mi estómago no tiene nada más que ofrecer a la necesidad de vomitar. Tan pronto como Joshua me escucha, la puerta se abre y agradezco mentalmente al Wonwoo del pasado por no haber puesto el pestillo. "¿Qué cojones?" Sentí a mi compañero de piso a mi lado, arrodillándose y masajeando mi espalda tan pronto como se acerca, a pesar de mis vanos intentos por que se alejara. Suspiro cansado y me rindo, tomando algo de papel higiénico para limpiar mis labios.
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Psicometría
Fanfiction¿Os habéis imaginado alguna vez cómo sería tu vida si supieras que posees un don sobrenatural que no puedes elegir? Wonwoo había fantaseado durante toda su niñez con conseguir el suyo al cumplir los doce años. Ese día fue el único en el que quiso r...