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Mis padres habían organizado esta salida a 1 mes de acabar la escuela, para ir a la casa de la familia Madrigal. Siempre ibamos a su casa en verano, cuando acababa la escuela, pero este año Antonio recibía su don.

Mis padres escribieron un mensaje falso diciendo que me había enfermado con una gripe muy fuerte. Los profesores se lo creerían y entregarían las notas por mensaje.

Mañana era el último día en España, antes de ir a Encanto. La verdad, prefería estar allí, porque no hay aparatos electrónicos como televisiones, tablets, etc. La única cosa que llevabamos nosotros eran nuestros teléfonos móviles con los cargadores portátiles, 3 para ser específicos.

A mi me daba igual, yo dejaba el celular en casa y me olvidaba de él en esos meses cuando estabamos en Encanto.

Camilo, Mirabel, Dolores, Antonio y yo nos llevamos muy bien. Luisa, Isabella, Julieta, Agustin, Félix y Pepa, también nos llevamos bien. Y prefiero no hablar de la abuela.

- Lucía, cariño, ¿guardaste todo en tus maletas?

- Si mamá - Dije y a continuación bostecé.

- ¡Oh! Mira que hora es, son las 12 de la noche, anda, ve a dormir, que mañana tienes que madrugar.

- Mmm - Caminé hacia mi habitación, me acosté en la cama y al segundo de apoyar la caneza en la almohada me dormí.

Skip time, al día siguiente.

- Mamá, me voy al instituto - Dije mientras me ponía la mascarilla y agarraba las llaves.

- Ok.

Empecé a bajar las escaleras de mi edificio. Al llegar al supermercado que había al lado del instituto empezó a llover. ¡Qué suerte la mía! No podía entrar por la puerta principal y tenía que entrar por la puerta de arriba.

Al final llegué a mi clase, empapada, pero llegué.

- Hola. - Dijo Patricia.

Yo asentí con la cabeza en forma de saludo. - Hola. - Pronuncié inaudible.

Me senté y me puse a pensar sobre Mirabell y los demás. ¿Habrán cambiado? ¿Seguirán queriendo ser mis amigos? ¿Y si mientras no estabamos paso algo malo y todos están reñidos?

Tranquila Lucía, son solo paranoias tuyas, de las que sueles tener. Siempre sabes que atacan cuando menos te lo esperas.

- ¡Lucía! - Gritó Patricia.

Caí en la realidad y me tapé los oídos- ¡No hace falta que me grites! ¡No estoy sorda! - Exclamé molesta.

- Pues lo pareces, además de ciega, sorda. - Dijo.

- Te debe parecer muy gracioso, pero no tiene ni pizca de gracia. - Confesé. - Es insultante.

- Ajo y agua. - Se encogió de hombros.

- Idiota. - Murmuré.

Y llegó mi salvación Lucía. - Hola. - Saludó.

- Cállate. - Mandó Patricia.

Se podía ver lo molesta estaba Lucía de que se repitiera la misma historia de todos lo días - No, tu no eres nadie para mandarme callar.

Rodé mis ojos. - Hola. - Sonreí.

- Uy, tengo cotilleo. - Yo al escuchar estas palabras acerqué mis orejas como vieja chismosa. - Le gustas a alguien de clase.

- ¿Qué? - Estaba atónita, por favor que no sea al que casi no me hablo con él. - ¿Cómo? ¿Cuándo?

- ¿De que habláis? - Preguntó Patricia.

- No es asunto tuyo. - Respondimos las dos al unísono, mirando hacia la otra chica.

De repente apareció Oliver, un chico de nuestra clase - ¿Es a él? - Curiosa pregunté.

- No. - Negó rotundamente. - Oliver es gay, ¿recuerdas?

- Ah, si, si, esque aún sigo dormida y no me acuerdo ni de la mitad de cosas que hice ayer - Mentí, si, yo suelo seguir dormida a esta hora, pero estaba demasiado feliz y excitada - No sé, voy a pensar en alguien más hetero - Aunque intentaba no podía ya que solo había una cosa en mi mente, volver a ver a los Madrigal - No sé, ¿una pista?

- Su nombre tiene 6 letras.

- No me digas que es Carlos.

- Acertaste.

- Per- Me interrumpí pensando en Carlos, era un chico de unos 16 años, repetidor, de unos 1'75 metros, pelo castaño y ojos azules. La verdad me cae bien, lleva 2 años conmigo en la misma clase, pero no es mi tipo. - No es mi tipo, lo siento.

- Oh, vamos. Así vas a seguir soltera.

- Prefiero estar soltera que con alguien que no me gusta.

- Espera. - Dijo pensando. - Pero si tu no tienes tipo de chico ideal.

¡Mierda! Me descubrió. Lucía llegas a ser un poco más olvidadiza y te lo agradezco. - Eso es verdad, pero que más da, no me gusta y eso es lo que importa.

- ¿No será porque tienes a otro chico en tu mente? - Movió las cejas de arriba a abajo pícaramente.

- A ver, ¿cómo quién?

- Por ejemplo Hugo o Bruno. - Sonreí y negué con la cabeza.

- ¿Cuántas veces te tengo que decir que eso fue pasajero? 1 semana o 2, no más.

- Mmm, no me lo creo. - Negó. - Conozco tu lenguaje corporal, Lucía, no me mientas.

- Mi lenguaje corporal puede mentir.

Skip time, en el recreo.

- Tengo hambre - Protestó Lucía.

- Te has comido una de mis magdalenas, un bocadillo de pollo y unas galletas. ¿Acaso tienes fondo?

- No cariño mío.

- A, buen dato - Miré hacia donde estaban los chicos. Vi a Hugo jugando junto a Darold, Reynaldo y Luis.

- Hola - Aparecieron Paula y Rosana.

- ¡Paula! Me dejaste sola en Francés, me sentía sola en la parte de atrás - Fingí indignación.

Skip time, después de clase.

Llegué al coche de mi madre y entré en él.

- ¿Lista?

- Si.

Camilo Madrigal x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora