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- Eso parece, a que si pequeñin. - El bebé solo se rió. - ¿Cómo se llama?

- Sebastián.

- Sebastián, seguro en el futuro vas a ser un chico muy guapo y tendrás una familia orgullosa de tí.

- Serías una buena mamá.

- ¿Yo? - Miré a Camilo y este asintió. - Debes estar de broma. - Negó con la cabeza. - Camilo, sabes muy bien que soy desordenada, ya viste lo que pasó cuando te enfermaste el verano pasado y tuve que cuidar a los 2 hijos de María.

Flashback

Estaba con Juan y Lana, Camilo se había enfermado y no podía cuidar a los niños así que me ofrecí. - ¡Juan! ¡No pintes ahí! - Le dije al niño que estaba con mi libreta de clase. - ¡Lana! ¡No te metas eso en la boca!

Ese día fue un desastre, al final acabé con la libreta medio pintada y agotada.

Fin del Flashback

- Eso solo fue un día y ellos dos juntos son unos terremotos. - Esxplicó Camilo.

- Si. - Miré al bebé, se había dormido en mis brazos.

- Trae. - Le dí al bebé y me indicó que me sentara junto a él en el banco atrás de nosotros.

Los siguientes diez minutos estuvimos hablando de cualquier cosa que se nos pasaba por la cabeza hasta que Marta volvió. - ¡Se durmió! Gracias, muchas gracias por cuidar de Sebas.

- No es nada. - Hablamos al unísono.

- Hasta otro día. - Dijo y con su bebé en brazos se fue.

- Ven, vamos al centro. - Camilo insinuó y fuimos, más bien me estaba arrastrando, hasta allí. Estaban ahí. - Vamos a ayudar a Mirabel. - Nos acercamos hasta esta. - ¿Qué tal mi prima favorita?

- Vete a cagar. - Mirabel habló.

- Encima de que te vengo a ayudar. ¡Tch!

Escuché murmullos de Patricia, Sarille, Elsa y Paula. - Ojalá Lucía estuviera aquí. - Habló Sarille.

- Pero no está a joderse y aguantarse. - Habló Patricia.

- ¿No te da pena que Lucía no esté aquí? - Habló Elsa.

- Haber pena no me da, está enferma, deja que este enferma. - Idiota.

- Pero si casi siempre estáis juntas. - Habló Paula.

- Si, ¿y eso qué?

- Por lo menos podrías preocuparte por ella en vez de decir 'se recuperará' o 'ella está bien' si no sabes lo que le pasa. - Te quiero mucho Sarille.

- Pero ella está bien, se recuperará, solo está finjiendo que está enferma para no tener que venir a clase este último mes. - Mira Patricia, me estás subiendo los humillos.

- Pero como te atreves a decir eso. - Contestó Paula. - Lucía es un angelito de Dios, ella no es de esas. Y la que sería una de esas serías tú, pero tú madre no te deja y te obliga a venir.

Elsa se despidió de ellas y fue a hablar con Claudia e Iris. - Solo estás celosa de que ella está en casa y tú estás aquí.

- Menuda mierda de pueblo, no hay wifi. - Habló Patricia ignorando a las otras dos.

No aguanté y fui directamente a cantarle las cuarenta a Patricia. - Hola. - Dije amablemente.

- Hola. - Paula y Lucía contestaron con amabilidad.

- Hola. - Patricia habló con irritación y molesta.

- Me presento, me llamo Lucía y vivo aquí, tengo vuestra edad y, si es posible, me gustaría ser vuestra amiga durante esta semana.

- ¡Claro! - Habló Paula.

- Si, además me encanta tu pelo. - Dijo Sarille.

- Vale. - Dijo Patricia indiferente.

- ¿Tienes novio? ¿O crush? - Preguntó Paula.

- No tengo pareja, ni crush. - Me giré y vi a los chicos mirandome. Me volví a girar. - Disculpadme, pero, ¿por qué esos chicos me están mirando?

- Déjalos, son tontos. - Dijo Patricia. - Les pareces atractiva, como casi todas.

- ¡Lucía! - Me llamó Mirabel.

- Me tengo que ir, hasta luego. - Caminé hasta Mirabel. - ¿Si?

- ¿Puedes ir a buscar a Camilo? Fue a llevar una cosa y aún no ha vuelto.

- Claro. - Caminé hasta la esquina, donde estaba la entrada de la posada. - Hola señor Pedro, ¿ha visto a Camilo?

- Si, un chico de los que vino se lo llevó hacia donde están los demás.

- Muchas gracias. - Caminé hacia donde estaba Oliver y los demás. - Diculpad. - El grupito de chicos se giró para mirarme. - ¿Habéis visto a un chico con pelo rizado marrón, una ruana amarilla...?

- Si, está junto a Darold, Hugo, Reynaldo, Bruno y Sergio. - El vió mi expresión confundida. - Cuando veas a un rubio, ojos azules y que hable muy alto, ahí es.

- Ok, muchas gracias. - Divisé a Sergio enseguida y fui hasta allí. - Disculpad. - El grupo de chicos se giró y ahí estaba Camilo. - Milo, Mira te busca.

- Hasta luego chicos. - Dijo Camilo.

- ¡Hey! ¡Rubia! - Dijo Reynaldo, pero decidí hacer caso omiso. - ¡Hey!

Los dos nos giramos. - ¿Qué? - Dijimos al unísono.

- Chica, ¿cuál es tu nombre? - Preguntó Darold.

- Se llama Lucía. - Habló Camilo por mi. - Vamos. - Dijo agarrandome de la mano y arrastrandome hacia donde estaba Mirabel.

- Celoso.

- ¿Acaso no veías como te miraban? ¡Te estaban mirando como un león mira a su presa!

- Celoso. - Habló Mirabel.

- Tu metete en tus asuntos.

- ¡Camilo! - Dije y empecé a reírme. Este hizo un puchero.

- ¡Oye! ¡No te rías de mí! - Agarré una arepa de una caja abierta y se la puse delante de su boca, para que se callara. - ¡Oh! - Abrió la boca y le dió un mordisco a la arepa que, aún, estaba en mi mano.

- Al parecer tenéis expectadores. - Dijo Mirabel señalando hacia atrás.

Los chicos y chicas, que supongo que habrían acabado de colocar sus cosas, nos estaban mirando. - Pues que sigan mirando. - Dije, Camilo para centrar más su atención en la arepa que comía y saborearla más, si es que eso era posible, agarró la arepa con su mano.

Cuando dejó mi mano libre, yo agarré de la cintura a Camilo y este, sorprendido por mi acto, se atragantó con un trozo de arepa. - Podrías haberme avisado. - Dijo y siguió tosiendo. Cuando acabo de toser volvió a hablar. - Podrías haberme avisado y podríamos haber, no sé... - Dijo pícaro moviendo las cejas arriba y abajo.

- ¡Camilo! - Este se empezó a reir.

- Lo siento, lo siento.

- Camilo, estás atrevido hoy. - Habló Mirabel. - ¿Qué te dió?

- No me dió nada.

Skip time.

Es la hora de la comida y vamos a comer en un pequeño restaurante del pueblo. - ¡Camilo! - Habló Cecilia. - ¿Qué te trae por aquí? - Se dió cuenta de mi presencia. - ¿Y ese bombón a tú lado quién es? No me digas que es tu novia.

- ¿Camilo con novia? - Habló Mirabel. - Nunca, ni en sus mejores sueños.

- ¡Oye!

- Soy Lucía, me teñí el pelo. Tienes una memoria a corto plazo más grande que una mansión.

- ¡Oh! Por cierto linda ruana. - Dijo Cecilia sonriendo. - ¿Para cuando la boda, Camilo?

- No es lo que tu piensas, le presté una de mis ruanas porque los niños que vinieron son los compañeros de clase y pues se la presté.

- ¿Ya le puedo decir la afortunada, o todavía no?

- ¡No!

Camilo Madrigal x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora