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Skip time al día siguiente.

Cuando me desperté tardé en abrir los ojos y, cuando lo hice, observé que estaba en la cama de Camilo, pero este no estaba.

Me levanté y segundos después la puerta se abrió. - Camilo, la abuela dice que es hora de desayunar. - Dolores apareció en la habitación. - ¡Hmm! Hola Lucía, escuché lo de anoche.

- ¿E-el qué?

- Mi boca está sellada. - Y despareció por la puerta.

Camilo apareció sin su casual ruana. - Buenos días.

- Buenos días, Dolores apareció aqui hace un momento para avisarnos que es la hora del desayuno.

Agarró su ruana y se la puso. - Ok, pues vamos. - Me agarró de la mano me llevó a la mesa, fuera de la casa.

Skip time después del desayuno.

Fui a casa después de desayunar con los Madrigal a cambiarme de ropa. Me puse unos pantalones negros, unas chanclas blancas y un top blanco.

En el camino a casa de los Madrigal me topé con un chico de piel bronceada, ojos verdes y pelo corto rizado negro. - Lo siento, no ví por donde iba.

- No pasa nada, yo tampoco miraba por donde iba.

- Me parece que en estos 3 meses que llevo aquí nunca te he visto.

- Me parece que no. Me llamo Lucía, un gusto de conocerte.

- Me llamo Aaron, un gusto igualmente.

- Puedo saber que no eres de aquí solo por tu acento.

- Digo lo mismo, ¿sos de España?

- Si, y tu de Argentina.

- A ver no. - Su acento argentino de eepente no estaba. - También soy de España, pero me encanta el acento argentino, por mí lo estaría imitando todo el día a todas horas.

- Wow, realmente me has dejado sin palabras. Bueno Aaron, ¿de qué parte de España eres?

- Soy de Madrid.

- Yo de Asturias.

Se escuchó un grito a lo lejos. - ¡Ya voy mamá! - Aaron devolvió el grito. - Bueno, me tengo que ir, un gusto. - Me guiñó el ojo y se fue. He de admitirlo, el chaval es atractivo.

- ¡Hola! - A mi lado apareció Arturo a mi lado. - Lo siento si te asusté, no era mi intención.

Pero que cositaaaa. - ¿Ah? No pasa nada, estoy acostumbrada.

- Me preguntó Cecilia que si querías venir con nosotros y con Pablo, al centro del pueblo.

- Claro, total no tengo mada que hacer. - Mentirosa Lucía, tienes que hacer "los deberes"

- Veo que ya conociste a Aaron.

- ¿Huh? ¿Le conoces?

- Si es hijo de un primo de mi padre.

- Es decir, sois familia.

- Si.

- No está mal.

- ¿Como?

- Nada, nada.

Los siguientes minutos, hasta que vimos a Cecilia y a Pablo, los pasamos en silencio.

- ¡Hola!

- Hola. - Pronunció Pablo inaudible.

- Hola, ¿qué tal? - Se me quedaron mirando. - ¿Qué?

- ¡Es verdad! ¡No te dije! - Cecilia se acercó a mi. - También va a venir la hija del primo de nuestro padre. Se llama Juliana, lleva aquí desde noviembre.

- Es la hermana de Aaron. - Susurró solo para que yo lo escuchara Arturo.

Minutos después llegó una chica de pelo negro, ojos marrones, piel pálida, no tanto como la mía y más bajita que yo. - ¡Hola! - Tenía una voz muy dulce, enamoraría a todos los de mi clase con su voz, sin dudarlo. Me miró. - ¡Oh! Tu debes ser Lucía, Arturo y Cecilia me han hablado de tí. ¡Encantada! Soy Juliana, pero me puedes llamar Jules.

- Encantada Jules. - Sonreí.

- Bueno, ¿vamos al pueblo? - Preguntó Pablo.

- ¡Si! - Dijo entusiasmada Jules, me agarró de la mano y me arrastró durante unos minutos.

- ¡Ten cuidado con Lucía, Jules! ¡No vayas tan rápido!

Jules bajo el ritmo de sus pasos. - Tengo 15 años, ¿tú? - Tenía mezclado el acento español y argentino, algo que la hacía, de alguna forma, sonar más dulce aún.

- Yo también.

- ¡Oh, vamos! ¡No seas tímida! ¡Yo no muerdo!

- Oh, lo intentaré.

- Tengo un hermano llamado Aaron, tiene 17 años, los cumplió el 5 de mayo.

- Yo también tengo un hermano, tiene 20 años y se llama Manuel.

- Oh.

Me quedé parada hasta que Arturo llegó a mi lado. - ¿Todo bien?

- Mhm. - Mi inseguridad creció, ¿y si la chica de la que hablaba Cecilia es Juliana? Quiero decir, mírala es muy dulce y sería una buena madre. Pero Dolores dijo que Camilo no le hacía caso cuando trataba de llamar su atención.

- ¿Segura?

- Si, solo que estoy un poco cansada, no dormí bien. - Mentirosa.

- Uh, ok. - Dijo, me agarró de la mano y me arrastró hasta donde estaban los demás, esperándonos.

- Lucía, ¿estas bien?

- Ah, si, no te preocupes Cecilia, estoy bien. - Miércoles, había quedado en que iría a Casita más tarde. - Me tengo que ir, lo siento. - Salí corriendo.

Cuando llegué a Casita, Dolores estaba fuera junto a Isabela y Mirabel. - Hola.

- Hola chicas.

- Lucía, tienes que tener cuidado con Juliana, no es lo que parece. - Mirabel habló.

- ¿Les contaste?

- Oh vamos, sabemos que te gusta.

- ¿A quién le gusta Lucía? - Camilo apareció, metiéndose en la conversación.

- Nadie. - Apresuré a decir. - No me gusta nadie.

- Hm, lo has dicho muy rápido y así no es como lo diría alguien a quién no le gusta nadie.

- Si, ahora eres experto en el amor, ¿no? - Vale, el cansancio de la escuela y mis inseguridades hicieron efecto, no era mi intención pronunciar esas palabras ni ese tono de voz brusco.

- ¿Pero que te he hecho yo ahora? - Preguntó Camilo, no lo voy a negar, tiene su derecho.

- Está claro que Lucía no se siente bien y tiene que descansar. - Mirabel habló.

Isabela creció una rosa blanca y me la colocó en el pelo. - Ven, vamos. - Me agarró de la mano y junto a Mirabel me llevó a la habitación de esta última. Cuando estabamos dentro yo me senté en la cama, jamás me había pasado algo parecido. - ¿Estás bien?

Camilo Madrigal x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora