VIII

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C h a r l e s   T h o m a s.


  Caminé hacia su habitación, últimamente, era hacia donde más iba, eso me molestaba, mis lugares habituales -Azotea, cafetería o biblioteca- me permitían enfocarme más en mi libreta. Ella era una distracción, nada más. No obstante, era mi procrastinación favorita.

  Toqué y abrió con una sonrisa socarrona.

  Shorts rojos

  Camisa negra, holgada

  Cabello alborotado

  Ojeras, que solo ella sabía lucir.

  Ahí lo recordé, ella había estado estudiando para un exámen importante y yo no debía venir a visitarla, en eso habíamos quedado.

—Pasa —Cedió relajando su sonrisa al bufar y dejándome atrás.

  Supongo que ambos somos la procrastinación favorita del otro.

  Cerré la puerta. Llegué al área de la cocina y comedor, donde había una mesa junto a un sillón pegado al final de un ventanal. Era nuestro lugar de siempre.

  La mesa estaba llena de papeles y libros. Un olor delicioso venía de la cocina.

—Sé que no debía venir, necesitas el tiempo para estudiar.

—Está bien, tomaba un descanso para hacer de cenar.

  Sonreí, a medias.

  Madeline no se alimentaba bien, cuando no se le olvidaba estaba muy ocupada, o eso decía. Sabia que ella solía mentirme.

  Sin preverlo, hice una mueca de dolor ante el último pensamiento

—Para un segmento, encontré un informe de palabras interesantes. Puedes ver —Apuntó con sus labios hacía la laptop sobre la mesa.

  Me acerqué a la mesa, mientras ella seguía cocinando.

  La escuché servir el café y agregar:

—Trata de palabras poco usadas o conocidas en nuestro idioma.

  Bajé un poco el cursor, confirmando. Me alejé y visualice lo usual de esta escena en su habitación: Una enorme ventana ante una mesas llena de hojas regadas. Un ambiente usual en estudiantes que ella parecía añadirle magia.

  Trajo la taza y me la colocó lo más cerca sobre la mesa, humeando.

—Dime alguna —La enfrenté con una suave sonrisa.

  Ella la imitó, sorbió de su café y lo dejó junto al mío. ¿El sabor seguirá presente en su boca?

—Incólume.

  Tomó un pequeño libro carmesí y se empezó a acercar a una larga pero angosta estantería que cubría todo la altura de la pared, llena de libros y pequeñas macetas.

—Significa sano, sin lesión —Aclaró sin que se lo pidiera.

Me acerqué:

—Deberías estudiar Medicina si en la literatura aún la buscas.

  Sostuvo el libro un segundo más antes de guardarlo entre otros del mismo tamaño y girarse a mí. De pie, pocos centímetros nos separaban.

—En la literatura encuentras todo, es por ello que la libertad en la misma representa libertad en el descubrimiento.

—Deja de repetir cosas que no crees. Tú interior clama que te dediques a algo relacionado a la salud.

—Sí creo en ello y no me importa si me crees o no —Blanqueé los ojos—. ¿Quieres oír otro palabra inusual? —Parecía animada en cambiar el tema. Suspiré y asentí— En definitiva no la has escuchado y en definitiva creo que lo eres: Sibilino.

Pusilánime | Caballeros Grises N° 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora