IV

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—¿Su apellido lleva tilda? —Su voz me detuvo.

  Yo aún no sabia su nombre.

  Él aún no conocía el mío.

  Pero ahí estaba él: Preguntandole al mesero del bar si su nombre llevaba tilde.

  Salió del bar y salí tras él, no, no estábamos juntos; yo solo lo seguía. ¿Por qué?, pues porque me aburrí y verlo era tan atractivo como ver una película de misterio.

—¿Por qué le preguntas tanto?

  Me miró sobre su hombro por un nanosegundo y respondió serio:

—Necesito su información para llenar los espacios en blanco en mi libreta.

—¿Por qué?

  Le seguía el paso en el pasillo, parecía no querer que lo alcanzara.

—Porque siempre me ha parecido interesante su vida, intrigante.

—¿En serio?... ¿Por qué?

  Ralentizó su paso, como gesto de rendición.

  Al fin íbamos hombro a hombro:

—Vivió su vida sirviendo a alguien más, entonces surgió mi duda: ¿Se prioriza en su vida?, ¿Influyó en su personalidad?, ¿Sirve bien aunque a odie a quien lo hace?, ¿Deseó superarse?, ¿Es feliz?.

  Parpadeé.

  Si él merecía estar en su libreta, entonces, ¿Qué requisitos o razones se tenía para estarlo?

—¿Por qué necesitas esa información en lo que escribes?

  No respondió, sonrió y empezó a bajar las escaleras.

—Hey —alcé.

  Me vio.

—¿Hay algún espacio en blanco que yo pueda llenar en tu libreta? —Sin querer había sonado dulce, mientras terminaba de bajar hacia él, aún quedaba la mitad de las escaleras para llegar al otro piso.

  Dio un paso atrás:

—No, no eres interesante —Atisbé un desequilibrio en su voz.

  Auch, ok.

—También te vi entrevistar a un señor esta mañana, ¿Quién era?

—Un padre de familia cualquiera.

—¿Era más interesante que yo?

—Por su supuesto, todas las mañana va a la misma hora a esa parada para usar el transporte público, madruga para ir a un trabajo que no le gusta y en donde le pagan menos que en su anterior y soñado empleo, dicho empleo que dejó porque su apretado horario no le dejaba tiempo libre para pasarlo con su hijo diagnosticado con una enfermedad terminal. Además, tiene el triple de tu edad, es decir el triple de tiempo en este mundo acumulado vivencias, claro que es más interesante que tú.

  Bajé mi rostro, me sentí mal por el señor y por no ser interesante. ¿Él tenía razón?

—Supones que no tengo una buena historia.

—¿Buena historia?, ¿Quién la tiene cuando se trata de su vida?, no, no se trata de qué tan buena sino de qué tanto se puede aprender de tu vida.

  Mhm.

—¿Qué crees que se podría aprender de tu vida?

  Me acusó con su mirada.

  Apreté mis labio y quise desviar su mirada.

Pusilánime | Caballeros Grises N° 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora