Pusilánime | Caballeros Grises N° 1

VII

  Mamá tenía piel suave, pero morados profundos en ella. Mi padre solía pegarle.

   Pero mi padre tenía razones, eso decía.

  Me pregunto quién sufría más: Si mi papá cuando lloraba por la partida de mi madre o mi mamá cuando cubría los golpes con maquillaje.

   Como sea, tenía que dejar de pensar en ello y concentrarme en mis estudios.

  Hoy llegaría Andrew a mi habitación, él era un chico del comité de bienvenida. Era americano como yo, así que, que le pidieran pasar tiempo conmigo no fue sorpresa.

—Hola, Madeline —Sonrió.

  Fui amable, centrada y lista mientras hablamos de las costumbres del país y del índice académico que debía mantener.

  Los únicos momentos en los que me distrage fueron las veces en las que él acercaba su mano a mi cintura, tomando de excusa cuando quería que viera a la par algún lugar a través de la ventana.

  Andrew tenía piel brillante, cabello rubio y altura considerable. Sus facciones eran algo tiernas pero masculinas, eso le daba cierto aire pícaro.

  Él estaba por irse cuando mi brazalete se enganchó en su suéter vinotinto, tuve que detenerme ante él para desenganchar lo, cuando Andrew se emocionó y yo cedí.

  Porque estaba triste y era algo impulsiva, permitía que este lindo desconocido depositara besos largos en mi cuello. No obstante, sabía que de ahí no lo dejaría pasar. Así que, aproveché que alguien tocaba la puerta para pedirle que se fuera.

  Suéter de capucha oscuro, jeans un poco holgados y botas. Charles Thomas, lucia su alborotada cabello oscuro ante mí.

  Inclusive así, con las facciones melancólicas que cargaba últimamente en los pasillos, me parecía atractivo.

  Me disculpé mentalmente conmigo misma, cuando estoy cansada de mi existencia le presto más atención al sexo opuesto, supongo que eso es raro.

—Andrew —Pronunció al verlo. Sin mirarme y mostrándose confundido.

—Charles —Respondió el otro acercándose a mi espalda. Llegó a mi lado.

  Aclaré mi garganta para llamar la atención de ambos:

—Hola.

—Hola —Soltó el posible escritor misterioso o el posible asesino con complejo de escritor. Me había mirado de soslayo, pues parecía interesarle más Andrew.

  Charles lo debe conocer de la universidad.

—¿Qué se te ofrece? —Fui cordial.

—Sí, Charles, dinos —Fue Andrew, pedante y sonriente.

  Charles tensó un poco la mandíbula.

—Vine a disculparme contigo, Madeline —Me miró con algo en mente—, pero creo que antes debes correr a Andrew.

  ¿Ordenes?, ¿To me?

—Ya lo había hecho, se pueden ir juntos.

  Empujé un poco a Andrew para que quedara fuera de la habitación.

—Si me voy será porque ella me lo pide.

—Debidamente —señalé con obviedad.

—Y porque temes que llame a seguridad —Le respondió Charles, sonriendo suavemente. Ninguno me veía, así que me olió a riña vieja.

—Eres el mimado del castillo, no me sorprendería que lo hicieras de nuevo —Andrew soltó con voz amarga, indiferente.

—Vete—