V

22 2 0
                                    

  Bien, los pasillos de este hotel son bastante espeluznantes cuando están solos a esta hora. Demasiada seriedad y elegancia en tonos ocres, hacían parecen al rojo vino un rojo sangre.

  Caminaba aferrada a mí, repitiendo mis planes y tareas.

  Doblé en una esquina y alcé mí vista al escuchas risas jóvenes salir del ascensor tras ese clásico sonido al abrirse las puertas.

  Era Charles, con su animada amiga morena de la otra vez.

  Caminaban hacia mí sin percatarse.

  Ella era muy linda, parecía muy social.

—Oh —dijo ella al verme, sorprendida.

  Los miré. Estábamos enfrentados. Yo seguro parecía un bicho raro, traía cara de preocupada y ellos un aura bañada en risas.

  Se miraron entre sí, ella sonreía con magia:

—Vamos a la Neruda —Le comentó a Charles—, la he visto en clases de la Sra. Pol —Me miró—. ¿Estás en el primer semestre, no? —Volvió a mirar a Charles, sin darme aire para responder. Parecía alguien feliz— Su nombre es Madeline Sprouse, ¿No? —Al final, me miró esperando confirmación.

  Mi cara era de "Eh..."

—¿Madeline? —repitió Charles.

  Sí, había metido la pata, pero iba a seguir así sea cojeando.

—Sí —Sonreí, más segura de mi mentira.

  Enderece mi postura y alargué mis brazos:

—Estoy en el primer semestre de Literatura.

—¡Sí!, yo estoy en el segundo de ingeniería —sonrió su amiga—. Madeline es becada y creo que de las favoritas de la profesora Lauren.

  Sonreí.

—Madeline —inquirió Charles en un susurro.

  —Me agradó encontrarlos, pero tengo algo de prisa —Intenté sonar lo más cortés que pude y asentí—, permiso —Me abrí paso entre ellos y me alejé, rumbo a mi habitación.

  Suspiré en un cerrar de ojos cuando logré abrir la puerta de mi habitación. Había recorrido gran parte del pasillo apurada.

  Giré sobre mí para cerrar la puerta y a punto de ello, el rostro de Charles me asustó. ¿Cuánto llevaba ahí?, ¿Venia justo detrás de mí?

—Hey —emitió mostrando sus dientes en una sonrisa suave al escuchar cómo se me escapaba un poco de aire por el asombro.

  Aclaré mi garganta mientras me espabilaba y me ponía alerta.

  Se cruzó de brazos y sonrió con perspicacia:

—¿Madeline?

—Sí.

—Ayer dijiste que era Madison.

—Me confundí.

  Enarcó una ceja y yo me crucé de brazos.

—¿Quieres decir que se te olvidó tu propio nombre?

—No, solo me enredé; había leído ese nombre recientemente, estudio Literatura; las palabras andan danzando al borde de mi mente —Me encongí de hombros brevemente, como si nada.

  Mi actitud le daba lógica y credibilidad a aquello. O al menos eso deseaba.

  Mi niña interior sintió otra puñalada: No me permitía mentir tan descaradamente.

Pusilánime | Caballeros Grises N° 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora