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El rubio llegó hasta aquel pueblecito acompañado de su grupo de mejores amigos

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El rubio llegó hasta aquel pueblecito acompañado de su grupo de mejores amigos. Habían decidido alquilar entre todos una casa cerca del mar. Este estaba muy emocionado pues en sus dieciocho años iba a ser la primera vez que observase este y más desde cerca. El camino en el coche fue pesado para todo su grupo y cuando por fin llegaron a la casa se fijaron en que sin duda todo el dinero que se habían gastado en aquella vivienda era más que compensado.

– ¿Pero esto es un palacio? —Connie fue el primero en bajar del coche acercándose a la casa.

Sin duda no era un palacio pero para lo que aquellos chicos de ciudad estaban acostumbrados era algo demasiado enorme por el precio que les había salido.

– ¿Está muy lejos la playa? — Preguntó Armin bajándose del coche y cogiendo sus pertenencias.

La furgoneta del padre de Jean iba a reventar pues tres meses daba mucho que cargar aunque solo fuesen seis personas.
Mikasa se bajó después de Eren el cual se acercó a su amigo sonriendo.

– Buscamos la que más cerca estaba de la playa.

– ¡Dios que hambre! ¿Vamos a por algo de comer?

– Espérate Sasha, primero vamos a organizar las habitaciones y ordenar todo un poco. —Habló Mikasa la cual sacaba su teléfono para marcar el número de la persona que debía darle las llaves.— Voy a llamar ahora vuelvo.

Todos asintieron mientras comenzaban a vaciar complemente el vehículo para así ahorrarse trabajo.
Unos minutos más tarde Mikasa volvió junto el grupo guardando el teléfono en el bolsillo trasero de su pantalón.

– Armin vas a conocer la playa antes de lo planeado.

El rostro del mencionado se iluminó y se sentía incapaz de pronunciar palabras. Era como un niño pequeño la noche de navidad.

– Por lo visto la llave la tiene una chica que está allí.

Jean, Armin, Connie y Eren fueron los que emprendieron su camino hacia la playa. Mikasa se tuvo que quedar con Sasha pues fingió un falso desmayo quejándose de que ya era hora de su cuarto alimento diario.

La rubia cogía las olas con una naturaleza increíble, era como si aquel fuese su medio para vivir y aunque los cuatro chicos que acababan de llegar no la conocían, se dieron cuenta en el momento en que su cabeza salió de dentro del agua como si de una sirena se tratase.

– ¡Hola! — Gritó Eren de tal manera que su grito casi retumbó en los oídos de la surfista.

La rubia se giró y cayó en la cuenta de las llaves. Rápidamente remo con la tabla hasta fuera y la dejó plantada en la arena.
Sintió las miradas de los chicos y aunque alguno intentaba pasar desapercibido mientras sus mejillas se volvían algo más rojas, otros en cambio miraban sin descaro algo.

– Tu tienes la llave, ¿no?

El perro se acercó ladrando pero nada amenazante. Este se acercaba siempre a cualquier desconocido que por la playa pasara pues era demasiado amigable por lo que la chica muchas veces tenía miedo de que alguien se lo llevase pero conocía a toda la gente de aquel lugar y todo el mundo la conocía a ella.

Ocean Eyes || Armin ArlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora