Décimo capitulo.

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Desde en el momento en el que Takemichi nació, fue su ruina y su fin.

La familia Hanagaki era una prestigiosa familia de una dinastía tan antigua que eran admirados, todos los descendientes eran Alfas, lo cual era un orgullo.

Nunca habían tenido un Omega en la familia.

La familia se extraño al ver al pequeño niño de ojos azules, cabello azabache y lindura inigualable.

Su padre se molesto con su mujer, el tenia el cabello rubio y ella castaño, no era posible, la familia Hanagaki eran rubios de ojos verdes.

El Hanagaki no dejaría que esa estúpida alfa lo engañara, así que a espaldas de su esposa hizo una prueba de paternidad, a espaldas de todo el mundo lo hizo, no permitió que nadie mas que los Hanagaki estuvieran junto al pequeño bebe.

Hanagaki Takemichi fue criado por un empleado, un amable beta, quien lo tomaba en sus brazos, lo mecía, lo alimentaba y le cantaba.

Al mes siguiente de su nacimiento, el alfa supo que ese pequeño bebe si era su hijo, posiblemente muchos años atrás debió tener un antepasado con esas características.

No importo, tal vez su hijo seria un alfa, así que le ordeno al empleado beta que comenzara a cuidar mucho mas al pequeño niño, que se encargara de que el pequeño bebe pudiera caminar y hablar en un año.

El Beta se molesto con su jefe, pero no podía insultarlo, eso seria una falta respeto, y posiblemente le cortaría la cabeza; Después de todo, los Hanagaki eran alfas sin nada de decencia humana.

La prueba eran las constantes violaciones en las que se vieron involucradas sus compañeras de trabajo, todas a manos de todos los alfas de esa casa.

El no quería que ese lindo bebe se convirtiera en esas horribles personas, por Dios, sus padres ni se dignaban en verlo, ninguno de los Hanagaki miraba a ese pequeño bebe.

El lo supo, ese pequeño era diferente, el podría ser diferente si el le enseñaba los valores verdaderos.

Así crió a Takemichi, Hanagaki Takemichi, el menor siempre reía al escuchar los cuentos del mayor, siempre lo llamaba papá a escondidas de todos.

Ese Beta había criado al pequeño niño, enseñándole a caminar con tan solo un año de vida, le enseño hablar de una forma chistosa, le enseño a atarse sus lindos zapatos, a ponerse su ropa, a peinarse, a ser independiente, pero lo mas importante, a respetar a todos, sin importar su rasgo, su sangre, sus ideas, su genero, todos eran iguales, pero le enseño que nadie tenia que decirle a quien amar y a quien odiar, que eso era su decisión.

Hanagaki Takemichi a sus dos años aprendió a ignorar a sus 'padres', el no necesitaba su aprobación, por que Kamatsu Kio era su padre y madre, era la persona que lo crió y amo.

- Así que has resuelto esto -murmuro el adulto mirando el cuaderno de matemáticas- Eres patético, yo a tu edad hubiera resulto la raíz cuadrada.

El menor de dos años no hablo, ellos no merecían escuchar su linda voz, esos horrorosos hombres no lo merecían.

La mujer de cabello azabache entro a la habitación, al verlo puso una cara de asco, camino junto al alfa mayor, quien sonrió de forma leve.

- Creo que esta ansiosa, no a dejado de patearme -dijo de forma dulce la mujer, la cual estaba embarazada de siete meses-

- O preciosa, no golpees a mamá, le duele -susurro el gran alfa, tocando el abultado vientre, la mujer gemio de dolor cuando el bebe pateo esa parte donde la mano del mayor se encontraba-

- Dolió mucho -murmuro la mujer-

El Alfa frunció el ceño, volvió a colocar su mano en el abultado vientre, nuevamente fue pateado con mas fuerza, el alfa estaba siendo rechazado.

❝𝑺𝒊𝒏 𝑪𝒐𝒏𝒕𝒓𝒐𝒍❞ 『ʰᵃⁿᵐᵗᵃᵏᵉ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora