Prólogo

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El sonido de la campanilla, la cual marcaba el inicio de la clase, resonó en sus oídos, como ya estaba sentada en su lugar no hubo necesidad de que se acomodara debido a que ya estaba en la posición adecuada esperando a que el primer maestro entrará, al salón y diera la explicación de la clase, algunas veces se tornaba ligeramente entretenidas, pero en su mayoría daban ganas de dormir.

Varias risas pasaron a su lado, quien sabe por qué reían tan alegres, pero al mismo tiempo de manera falsa, podía apostar que era alguna tontería. Bueno, la mayoría de veces la causa de las sonrisas son tonterías, y eso está bien, siempre y cuando la risa no sea falsa, está bien. Lo importante es sonreír un poco.

Otra cosa importante; es ver las explicaciones del maestro en el pizarrón, pero si alguien se sienta en la silla frente a ti, que estuvo vacía toda aquella mitad del año, y ese alguien allí bloquea tu visión, aquello se hace un tanto imposible.

Cabellos medianamente largos y mechones amarillos, era lo único que lograba ver, mientras el maestro ya había ingresado a clases y también comenzó con las ecuaciones matemáticas.

—Oye —llamó picando su hombro.

Aquel chico —al cual cabe resaltar nunca lo había visto allí —ni siquiera se inmutó por su llamado.

—¿Podrías voltear hacia mí por favor? —preguntó ya un tanto fastidiada, no era así la mayoría de veces, pero pensar en que se podría perder aquella explicación y quedar perdida entre números era estresante.

Un tanto fastidiado volteó hacia ella, notando a la chica de verdes cabellos —¿Que quieres?

—Solo si podrías mover tu cabeza un poco, por favor, no veo las explicaciones.

Sus amarillos ojos parpadearon un par de veces, y como estaban ambos en la fila al lado de la pared, recostó su cabeza allí para dejarla ver, estaba muy agotado como para discutir con ella por algo así.

—Muchas gracias —susurro.

La clase siguió de esa manera, ella anotaba las cosas más importantes en su libreta, mientras el chico frente a ella no hacía más que mirar hacia el pizarrón, aún que no de manera atenta, sino como si viera un punto ciego, perdiendo sus pensamientos en el.

La campanilla volvió a sonar, esta vez haciendo que todos salieran afuera ya que anunciaba el comienzo del receso. La chica no se inmutó por aquello, nunca utilizaba los recesos para salir afuera, como nadie estaba en el salón ella quedaba sola allí, sacando sus auriculares y así escuchar algo de música mientras cerraba sus ojos relajándose, la música era algo sumamente importante para ella, la acompañaba en todo momento y ante la menor oportunidad que tuviera se  llevaba los auriculares a los oídos.

Se rebuscó en su mochila, para después llevar a su boca un biscocho debido al hambre que tenía a esa hora del día, siempre traía algo dulce para comérselo, su madre era una prodigio haciendo dulces, así que siempre disfrutaba de ello.

Pero hoy fue distinto por un pequeño detalle, y es que esta vez no había quedado sola en él salón.

El chico frente a ella aún estaba allí, al parecer tampoco tenía intenciones de ir afuera, pero al menos no molestaba, así que no le importo. Se llevó los auriculares a sus oídos, mientras daba una sutil mordida al cup-cake.

—Baja un par de volúmenes.

Pareció escucharlo hablar, por lo que sacó uno de los audífonos de su oído —¿Dijiste algo?

—Sí, que bajes un par de volúmenes tu música, aún con los auriculares puestos logro escucharla.

—Está bien, lo haré. ¿Pero no quieres escucharla conmigo?

11 𝘣𝘦𝘴𝘰𝘴 ━━━━━ 𝘒𝘢𝘻𝘶𝘵𝘰𝘳𝘢 𝘏𝘢𝘯𝘦𝘮𝘪𝘺𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora