4- Una marca

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—¿Es tu cuarto?

—¿Bonito no?

—Por supuesto —rió —. Cuando esté ordenado, supongo.

—Tks. ¿Tienes hambre?

—Por ahora no, gracias de todos modos.

La observó por un rato sin que ella se diera cuenta, ya que ella estaba más ocupada mirando los diseños de las paredes. Su mirada revoloteaba mientras sus manos se escondían en la chaqueta que traía atada en la cintura, encorvándose un poco para alcanzar sus bolsillos.

—¿Qué miras?

—Mira con atención la pared, tiene diseños raros.

Tenía razón, parecía ser el lugar de algún viejo grafiti, pero la pintura se había desteñido lo suficiente como para saber que había sido lo que estaba allí.

—Parece que era un dibujo.

Asintió para después mirarlo, quien también volteó a verla, sus miradas chocándose por primera vez, sin sentir incomodidad, como si solo fuera un acto cualquiera.

Sonrió —Me gustan tus ojos.

—Gracias, son muy hermosos —alardeo.

—Pero les falta brillo.

Eso borró su sonrisa burlona, mirándola con reproche— Los tuyos tampoco tienen mucho.

—Eso es cierto... lo arreglaré algún día.

—¿Como se arregla eso?

—No sé, habrá que buscar la manera.

El de mechones amarillos apartó la mirada primero, por algún motivo lo ponía nervioso mirarla mucho, mientras sintió algo chocar con su pecho —Toma, comienza —pidió entregándole la escoba.

—¿Por qué decidimos hacer esto?

—Porque ninguno de los dos tenía algo mejor que hacer. Ah, y porque yo quería ver una película.

Tarareo en respuesta, comenzando a pasar la escoba con torpeza por el piso, bajo la mirada de la fémina, quien lo observaba con una mueca divertida.

Pronto y de un momento a otro comenzó a ser más ameno, con algo de música comenzó a levantar todo lo que había tirado en el piso, que en su mayoría era su ropa. Kazutora solo la observaba de vez en cuando, la escuchaba tararear las canciones de manera casi inaudible, pero no le molestaba, tal vez en otra circunstancia ya lo hubiera estado, pero mientras ella estaba con él se sentía cómodo con cualquier cosa que hiciera. Luego de aquel par de años de encierro y sin interactuar con muchas personas, sin saber porque le había agradado ella, tampoco buscaba muchas respuestas, disfrutaría mientras tanto, luego ya sabía lo que haría con Toman, así que sería de un momento a otro el separarse de ella, en un futuro.

—Abre las ventanas, así se airea un poco —pidió mientras limpiaba uno de los estantes.

El hizo lo que pidió, abriendo las pequeñas ventanas que estaban bastante arriba, entrando la luz del sol por allí.

—Oye, ¿no te molesta si te hago una pregunta curiosa?

—Vamos, dilo.

—¿Como es el reformatorio? Escuche que es un lugar sombrío.

—Es un lugar como cualquier otro, la diferencia es que no puedes salir, excepto por el patio. Las habitaciones eran compartidas y había un uniforme. Algo así como una escuela, solo que más estresante.

—Oh... imagino que debió ser duro.

—Lo fue— susurró, recordando que esa era una de las razones por la cual debía matar a Mikey.

11 𝘣𝘦𝘴𝘰𝘴 ━━━━━ 𝘒𝘢𝘻𝘶𝘵𝘰𝘳𝘢 𝘏𝘢𝘯𝘦𝘮𝘪𝘺𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora