6- Vallhara

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Movió sus piernas, no en señal de alegría sino de preocupación, miró por tal vez vigésima vez la puerta de la oficina del director frente a ella, pero nuevamente no fue abierta, además de que no escuchaba lo que sucedía adentro, aunque ya podía imaginarse el regaño que se estaba llevando a cabo.

Suspiro mirando hacia el techo, y llevar una de las galletitas dulces a su boca, no tenía puestos sus auriculares, sus cables sólo colgaban de su cuello, no tenía ganas de escuchar música cuando su amigo estaba siendo regañado al otro lado.

Pero al fin la puerta fue abierta, dando vista del chico de mechones rubios, que llevaba un ceño fruncido, claramente molesto, pero se aflojó un poco al verla allí —¿Qué haces aquí?

—Es la hora del receso —se puso de pie y comenzó a caminar a su lado —así que vine a esperar que salieras de ahí. ¿Cómo estuvo?

Las clases estaban siendo llevadas a cabo con normalidad, no había pasado nada raro. Hablaron un poco antes del sonido de la campanilla y minutos después comenzaron las clases, claro, todo fue normal hasta que la secretaria del director se presentó en el salón, pidiendo a Kazutora que lo acompañará. Dánae ya se imaginaba que sería, pero él fue tras ella de manera tranquila, aunque seguramente también ya lo sabía.

—Un largo sermón, nada muy raro.

—Pero Kazutora, en todo este tiempo no te has esforzado en ninguna cosa referente a tus notas, claramente bajarían y te llamarían la atención.

—No me importa.

—Kazutora... debes ser un poco más atento con eso, no puedes repetir el año.

—Uh, un amigo lo hizo, no pasó nada malo.

—Repetir el año ya es lo malo.

—Lo que sea. ¿Vamos juntos hoy?

—Por supuesto, ¿a dónde iremos?

—A ningún lado, sólo te dejaré en tu casa, ya sabes, hoy las clases se extienden y no puedes andar sola por ahí.

—¿Te preocupas por mi? —preguntó con una sonrisa.

—No. Me preocupa ya no tener a alguien que me invite su comida en los recesos.

—Menudo idiota —lo regañó golpeándolo en la espalda, consiguiendo un quejido de parte del chico.

—Golpeas fuerte —susurró —. De todos modos, no haremos nada ya que tengo algo en que ocuparme.

—¿En qué?

—Terminaré de formar mi pandilla.

Frunció el ceño, apartando su mirada de él y dirigiéndola hacia el frente, no sabía casi nada sobre pandillas, pero no era necesario saber mucho para comprender que aquello era peligroso, Kazutora hablaba de aquello de manera normal, pero ella no podía evitar pensar en los riesgos de ello.

—Está bien, iremos juntos después.

El receso había terminado, y ambos sólo entraron al salón, de todas maneras habían estado caminando hacia allí. Tomaron asiento, esperando así su próxima clase. Pero antes de que cualquier maestro se haga presente, Dana había aprovechado para dejar un puñado de gomitas sobre el escritorio del contrario, él cual no perdió la oportunidad de comerlas poco a poco.

—Es mejor que comas —habló acercándose a él por un instante —necesitarás fuerzas.

—¿Para qué? —la miró.

—Nada, ya lo veras —palmeo su hombro.

Una maestra se hizo presente, pidiendo que comiencen a tomar nota de lo que escribiría en el pizarrón en sus cuadernos de literatura. Todos allí comenzaron a tomar sus cuadernos y tomar notas, Kazutora hizo caso omiso, como si en ningún momento nadie había pedido nada.

11 𝘣𝘦𝘴𝘰𝘴 ━━━━━ 𝘒𝘢𝘻𝘶𝘵𝘰𝘳𝘢 𝘏𝘢𝘯𝘦𝘮𝘪𝘺𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora