La estrategia involuntaria

16 0 0
                                    


—Pues sí, te he ido a buscar para lo que estás pensando, quería pasar un rato contigo, tenía la escusa preparada y todo, te tenía una sorpresa.

—¿Qué sorpresa?

—Aaa, no haberte escapado, ahora lo sabrías...

—Va no seas mala —Dije intentando sonsacarle algo.

—La chica mala aquí has sido tú que has montado una fiesta clandestina y te has escapado —Dijo dándome un toque en la nariz. (...)


(...) 


—¿A si he? ¿Y si a esta chica mala le apetece escaparse contigo? —Dije mirándola fijamente a los ojos, noté como se me secaba la garganta al ver que se mordía el labio inferior, señal muy, pero muy buena a mi favor.

—Mmm no sé, has perdido tu oportunidad cambiándome por una fiesta adolescente, pero a lo mejor me puedes convencer —Dijo siguiéndome el juego, empezaba a ser tradición.

—¿Me está pidiendo que la soborne profesora? —Dije mientras posicionaba mis manos en los bolsillos traseros de su pantalón y con un suave tirón pegué nuestros cuerpos.

—Ajá —Asintió también con la cabeza.

—Ajá —Repetí en tono burlón.

Un silencio nos envolvió y la tranquilidad de estar solas nos empujó a divertirnos y a sentirnos libres. Empecé a jugar mis cartas de una manera diferente a las anteriores, moví mis manos hacia sus caderas «¡Qué caderas que tiene! Me pasaría toda la vida acariciándolas». Empecé a avanzar obligándola a retroceder, tras dos o tres pasos, me acerqué a su oído, acaricié suavemente el lóbulo de su oreja con mi lengua y me provocó una sonrisa oír un gruñidito avisando a mi oreja que iba por buen camino, abandoné su lóbulo para susurrarle al oído.

—¿Entonces, le parece un buen soborno para dejarme escapar con usted... Profesora? —Pude notar que estaba sonriendo tras mi comentario, lo cual me hizo sonreír de vuelta.

Tras mi comentario hice que chocara justo con el árbol al que la había estado conduciendo sin que lo supiera, le cogí sus manos y las coloqué junto a las mías entrelazadas a cada lado de su cabeza, estaba atrapada entre mi cuerpo y el árbol, sin escapatoria.

—No quería tener que llegar a esto, pero usted me ha obligado, ahora sí que no tiene escapatoria, no se puede negar.

Deshaciéndose de mis manos y esquivando uno de mis brazos se fue andando lentamente hacia la casa de colonias. «¿Por qué se va, no le ha gustado?» Pensé atormentándome la cabeza.

—Hasta mañana rubia —Dijo mientras se alejaba.


                                                                                              . . .


—¡Judith, Judith! —Trataba de despertarme Pau.

—¿Qué pasa? Déjame dormir, acabamos de volver de la fiesta, necesito dormir —Dije con voz de dormida aún.

—¿Volver de la fiesta? ¿Si que bebiste ayer? Hace más de 3 h que hemos vuelto porque ibas un poquito... ¿Como decirlo? Más borracha que la tía borracha en Navidad. —Pude notar ligero tono de regañina en su voz.

—¿Qué? ¿Cómo? Puff mi cabeza, me encuentro fatal —Al mirar debajo de la manta vi que estaba solo en ropa interior —Ey, ¿qué ha pasado con mi ropa? No me digas que me lie con alguien, no me acuerdo —Dije viendo la habitación dar vueltas, me encantaba la fiesta, pero la resaca y yo nunca nos hemos llevado bien.

—Tranquila fui yo, ibas tan mal que tuve que mojarte con agua fría a ver si mejorabas y tu ropa se mojó, no encontré tu pijama así que nada más te quite la ropa mojada.

—Ya, ya, no finjas, sé que lo disfrutaste —Seguía con una voz ronca que gritaba resaca por los cuatro lados.

—Ya te gustaría puta pervertida. Levanta que no llegamos al desayuno y no sé tú, pero yo tengo hambre, y mucha —Dijo exigiendo que me levantara o probablemente se iría sin mí.

Bajé de mi litera, tal como toqué el suelo me mareé, menos mal que Laura pasaba por ahí porque de no ser por ella Paula y yo hubiéramos acabado en el suelo, cualquiera se cree que fue Paula quien me llevó desde la poza a mi litera la noche anterior.

—Ey, ey Judi, te encuentras bien —Dijo Laura al conseguir sentarme en la cama baja de la litera con ayuda de Paula.

—Judith creo que tienes fiebre —Dedujo Pau tocándome la frente.

—Voy a buscar a alguien para que te ayude —Dijo Laura.

—¡No! —Dije recuperándome del mareo —Ha sido solo un mareo sin importancia. De verdad —Insistí al ver la cara incrédula de Laura.

                                                                                           . . .

Estuve toda la mañana encontrándome fatal, pero bendito curso de actuación que hice a los 10 años, en aquel entonces no pensé que me fuera a servir, pero los hechos muestran lo contrario.

La verdad, apenas tenía hambre y eso no lo podía fingir y únicamente la gente que me conoce bien lo sabe, a mí me encanta comer, si me conocen bien saben que si no como es porque me pasa algo.

—Judith tía no te encuentras bien, no has probado nada y te aseguro que está bastante bueno para ser comida de casa de colonias —Dijo animándome a comer, seguí sin probar bocado — Vale, te encuentras mal de verdad, voy a ir a avisar a alguien, necesitas descansar.

—Sí, me encuentro mal, pero no quiero perderme las actividades de esta tarde, quiero hacer la escalada de 20 m sabes que me encanta escalar y me he tomado un paracetamol—Dije creyendo poder convencerla, no recordaba la cabezonería de Pau.

—Judith el paracetamol te lo has tomado al volver de la poza, hace más de 4 h y el paracetamol hace efecto a la media hora, a de más, no vas a disfrutar la escalada, si tanto te preocupa, en verano te traigo yo a hacer la dichosa escalada esta de 20 m —Dijo prácticamente arrastrándome a la mesa donde estaban comiendo los profesores.

—Te adoro Pau, te prometo que te haría un puto monumento si no fuera por mi evidente carencia de dinero —Dije con las pocas fuerzas que aún tenía, me alegró ver cambiar su preocupación por una amago de risa.

Llegamos a la mesa de profesores y le contamos, bueno, en realidad fue Pau quién habló, dijo que me encontraba mal y me pidieron que me fuera un momento a mi mesa que ahora iría un profesor que se quedaría conmigo todo el día. «Ojalá que sea Caro, que me cuide ella por favor» pensé haciéndome ilusiones.

                                                             ... EN LA MESA DE PROFESORES ...


—¿A ver que hacemos con Judith? Porque alguien de nosotres debería acompañarla durante la tarde —Dijo el profesor de matemáticas, siempre he pensado que detrás de esas gafas de intelectual hay un psicópata que solo piensa en cómo ser feliz, evidentemente sin resultados, siempre está amargado.

—Yo me puedo quedar si os-

—No, lo más correcto sería que me hiciera cargo yo, soy su tutora y Judith es mi responsabilidad, a de más hoy me tocaba quedarme aquí porque mis alumnos se van a la escalada, así que tampoco me cambia los planes. Si os parece bien, yo me hago cargo. —Dijo Carolina, a saber que planes ocultaba ese papel de tutora responsable.

—He bueno, vale, creo que hablo por todes cuando digo que sí, en definitiva es lo más justo —Contestó el profesor encargado de las colonias a la propuesta de Carolina.

Después de varios síes de diferentes profesores acabaron de confirmarlo.

—Bueno, pues si me disculpáis, voy a por Judith a ver si consigo que se encuentre mejor —Dijo en tono de despedida.

—Bueno, pues si me disculpáis, voy a por Judith a ver si consigo que se encuentre mejor —Dijo en tono de despedida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Si os ha gustado no olvidéis darle a la estrellita, me ayuda a saber que voy por buen camino.

Hasta el próximo capítulo. :-)






La distracción perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora