La distracción perfecta

La PostBorrachera

—He bueno, vale, creo que hablo por todes cuando digo que sí, en definitiva es lo más justo —Contestó el profesor encargado de las colonias a la propuesta de Carolina.

Después de varios síes de diferentes profesores acabaron de confirmarlo.

—Bueno, pues si me disculpáis, voy a por Judith a ver si consigo que se encuentre mejor —Dijo en tono de despedida. (...)

(...)

Sin quererlo, o tal vez queriendo mucho, estuve totalmente prendada de la conversación de los profesores, deseando que Caro fuera mi médica personal durante ese día.

—Judith, sé que quieres que la míster sea quien te cuide hoy, pero podrías disimular un poco, se supone que te encuentras mal ¿no? —Me distrajo Paula, aunque seguí focalizada en entender que decían.

—Shh, que no oigo —Dije en un intento de escuchar quién se haría cargo de mí.

—No, ni vas a oír, no ves que están en la otra punta —Dijo acabando con todo tipo de ilusiones existentes.

—Va Judith, gírate, que estás seguramente con fiebre y notablemente nerviosa.

¿Nerviosa? ¿Era esa la palabra? Desde luego que sí, porque agradecería el hecho de pasar lo que quedaba de día con Caro, pero el momento del coche no se borra de mi cabeza.

"—¡Espera! —Dije mientras alejaba su mano —Soy virgen, aunque eso no es importante, la verdad, lo que si me importa es que nuestra primera vez sea especial y no en un coche."

Desde ese "¡Espera!", no ha vuelto a salir el tema, entre otras cosas, porque no ha surgido la ocasión, pero sabía que había tensión sexual acumulada y claro que Caro me iba a esperar, así me lo hizo entender, pero y si... «Ya estamos con los "y si". Judith por favor, deja que surja» Me dije a mi misma. Tal vez me estaba creando muchas paranoias y lo que debía hacer era sacarlas de mi cabeza.

—Paula... —Dije con tono suave y con matices de miedo.

—Judith... —Repitió mi modus operandi.

—Si al final me toca con Caro... Uff es que no sé cómo decirlo —En mi mente sonaba fácil, pero exteriorizarlo ya es otro mundo y aunque tuviera muchísima confianza con ella me seguía costando, era algo totalmente nuevo para mí y eso siempre asusta un poco, en mi caso bastante.

—Ei, no hace falta que lo digas, con tu cara ya lo dices todo. Si pasa y estás cómoda, deja que pase, total, aunque este éticamente incorrecto, os queréis y si no surge hoy surgirá otro día y si no tiene que ser aquí será en otro sitio, pero no hay prisa, tú cuando te apetezca. —Al acabar su monólogo me abrió los brazos en señal de abrazo a la cual yo respondí abrazándola con mi cabeza apoyada en su hombro.

—¡Ei! Pero con la cabeza para el otro lado, que si no es resaca, no quiero que me pegues na' he, acosadora de profesoras buenorras. —Dijo en tono de broma recolocando mi cabeza hacia el lado opuesto a su cara. La empujé llamándola "Tonta" devolviéndole así la broma. Entre broma y broma nos interrumpió la voz de Caro.

—Judith, despídete de Paula que tú y yo nos vamos a quedar aquí lo que queda de día, me sabe mal que te pierdas la escalada, sé que te hacía ilusión.

Así lo hice, me despedí de Paula y me dirigí hacia la puerta de salida del comedor, donde me esperaba una increíble morena, tuve que frotarme los ojos un par de veces para comprobar que no estaba dormida o que aún seguía borracha.

Al salir por la puerta estuvimos los primeros pasos en silencio, hasta que nos alejamos lo suficiente del comedor.

—No me hacía tanta ilusión —Cruzamos miradas tras la frase que rompió el silencio y observé que me miró con gesto confundido y decidí especificar. —La escalada, que no me hace tanta ilusión, ha mejorado considerablemente el "planning" de esta tarde.

—¿A sí? —Me miró con media sonrisa asomando por sus labios.

—¿Qué podría ser mejor? Tengo a una morenaza y guapísima profesora que va a estar jugando conmigo a los médicos durante toda la tarde, ni tan mal —Dije en tono humorístico.

—Muchas confianzas te tomas tú con tu "profesora" ¿no? —Dijo alzando una ceja y siguiéndome el juego, como de costumbre.

Ya estábamos llegando a su habitación, tan solo un par de escalones y estaríamos dentro.

—Así que "mi profesora", me gusta ese pronombre "mi"  — Dije entre tos y risas.

—Tonta. Judith aquí nadie va a jugar a nada, tú estás mala de verdad y vas a guardar reposo como te corresponde — Dijo dejando el juego de lado e introduciendo la llave en la cerradura. 

En ese momento decidí actuar sin pensar y con las mínimas fuerzas que tenía le aparte la mano de la cerradura y la encerré entre el color roble de la puerta y mi cuerpo. —Anda, no te pongas en plan profesora — Dije dándole un ligero toque en la nariz y resiguiendo su mandíbula con mi dedo índice hasta llegar a su barbilla la cual levanté ligeramente, conseguí el efecto que quería, que me mirara fijamente a los ojos, en ese momento toda la valentía que había reunido se esfumó y mis mejillas rojas no me ayudaban a disimularlo.

—Últimamente, te gusta esto de dejarme sin escapatoria he —Dijo entrecortado mientras yo le daba besos simultáneos en el cuello. —Judith, estás caliente-

—¿Qué? —Contesté sorprendida

—Que tienes fiebre mal pensada, anda tira para dentro y acuéstate, que no estás tú para otro tipo de calentones —Dijo apartándome suavemente —Judith, no hay prisa ¿vale?, cuando suceda sucederá —Dijo ya dentro de la habitación mientras me señalaba dónde acostarme, su cama.

Por muy mala que estuviera, porque realmente no tenía muchas fuerzas y las que me quedaban las acababa de gastar en el último encuentro con Caro, debo decir que los profesores estaban mimadíssimos, tenía una habitación que más bien era como un pequeño apartamento; Al entrar encontrabas la cocina a tu izquierda, más adelante la cama, a su derecha una pared que daba a una baño aparentemente grande y nosotres durmiendo en literas, ya sé a qué me voy a dedicar de mayor, ja, ja, ja.

Si os ha gustado darle a la estrellita, que me ayuda mucho.

Hasta el próximo capítulo.