La conversación que estaba esperando

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EN EL CAPÍTULO ANTERIOR:

—La verdad es que me he puesto pesada y al final me han hecho caso — Me dijo mientras me abrazaba más fuerte —Va ahora al coche que es muy tarde cenicienta.


—Ja, ja, ja ¿Cenicienta?

—Sí, mi cenicienta —Dijo dándome un pico y levantándose para ir hacia el coche. (...)

(...)


Me dejó en la gasolinera y mientras hacía maniobras para poder salir me guiñó un ojo y me lanzo un beso que incluso llegué a sentir. Tenía tantas emociones dentro de mi pecho que era incapaz de volver a casa, me quedé sentada en un banco cerca de la gasolinera, observaba el cielo mientras repetía sin cesar el recuerdo de sus labios, empecé a imaginar como hubiera sido nuestra historia si no nos hubiéramos conocido en el instituto, probablemente ni me hubiese mirado, yo a ella sí, sin duda que sí. Mientras mis sentimientos se reflejaban en las nubes con ayuda de mi imaginación y las mil hormonas que corrían en mí como una maratón fueron interrumpidas por notificaciones de mensajes de WhatsApp uno detrás de otro, hasta cuatro mensajes seguidos, abrí el móvil y tenía un montón de mensajes de Paula, como no


"Paula"


                                                       —¡Tía, tía, tía, ya me lo estás contando tooodoooo! ¡¿Qué ha pasado?!

                                                                                                                   —Te ha borrado el pintalabios he golosa.

                                                                                                                                      —Menos mal que te puse el fijo.

       —¡Veo que estás en línea contéstame o me presento en tu casa para que me cuentes!Avisada                                                                                                                                                                                              estás.


Al ver todos esos mensajes decidí que sería más fácil si la llamaba y eso hice. Estuvimos hablando un montón, mientras le contaba todo fui yendo hacia mi casa para que mi madre no se preocupara y mucho menos sospechara, tampoco sabia nada de que me gustaban las mujeres, pero no soy partidaria de salir del armario, si me pregunta le diré la verdad y listo. ¿Por qué les heterosexuales no salen del armario y nosotres sí tenemos que hacerlo? Pues no, me niego.




... AL DÍA SIGUIENTE...



Me levanté pensando «Mmm, por fin es viernes». Debo confesar que los viernes suelo estar reventada, pero este no lo estaba tanto, ya que debía recibir una noticia importante, aparte de las colonias, entonces estaba cansada pero además intrigada.


Llegué y como de costumbre Pau me estaba esperando, pero esta vez se le podía notar en la cara que estaba el doble de feliz que usualmente, dicen que los hechos valen más que mil palabras, pues ella al verme vino corriendo a abrazarme y a felicitarme por el beso que ocurrió el día anterior con Caro. Fuimos hablando hasta llegar a clase, hicimos las primeras clases medio dormidas y reventadas dado que el horario del viernes era como siempre, una basura. Fue después de las clases cuando tuvimos una visita de dirección y nos dieron la noticia, ¡NOS ÍBAMOS DE COLONIAS UNA SEMANA! Pau y yo estábamos locas de contentas, además en un momento pude ver como Caro detrás de la directora me miró y movió los labios diciéndome «Te lo dije» y concluyó con un guiño muy disimulado. La directora siguió diciendo los detalles del viaje, nos íbamos a Florencia, Italia aunque la verdad no le presté mucha más atención, solo tenía ojos para Caro, además no podía olvidarme del dulzor que me dejaron sus labios.


Se acabaron las clases y me despedí de Paula, me puse mis auriculares y fui escuchando música durante mi camino a casa, la verdad, en tramos donde nuca pasa nadie, suelo bailar un poco mientras ando y gozo de la música como la que más. Todo iba perfecto y mis pies iban marcando el compás a cada paso hasta que me pareció oír mi nombre entonces me paré en seco y me quité un auricular esperando volver a escucharlo «Judith aquí, delante de ti». Entonces la reconocí, era Caro en su coche blanco aparcada unos metros más adelante. Me acerqué y entré al coche.


—Hol- Me interrumpió con un beso impresionantemente apasionado.


—¡Ahh! Ya no aguantaba más — Dijo mientras se separaba poco a poco de mis labios y juntaba su frente con la mía.


—No si ya, madre mía Caro ja, ja, ja.


—Ja, ja, ja la verdad es que sí, pero bueno ahora nos vamos a comer.


—¿Qué, ahora, pero mi madre no sabe nada y si sospecha?


Me miró con una cara sensual  de arriba a abajo — Dile que estas con una amiga—. Dijo mientras salía del estacionamiento, yo asentí con la cabeza pensando «a sus órdenes».


Ese coche o llevaba mucho rato encendido o estaba muy caliente, no sabía que le pasaba a Caro. Siempre o casi siempre la había visto muy seria, nunca en este plan, aunque debo reconocer que me encantó. Mientras conducía sentía su mano en mi pierna y la otra en el volante «no sé si me lleva a comer o si me va a comer a mí», pensé mientras juntaba su mano con la mía y seguía acariciando mi pierna.




YA EN EL RESTAURANTE...



—Mi madre dice que perfecto, que disfrute de la comida —Dije mientras veía la media sonrisa de Caro. —¿Carolina Rodríguez esas miradas que me pega algún día me van a matar?


—No puedo evitarlo, tendrás que acostumbrarte. Te he traído aquí porque quería hablar de unas cosas contigo.


—Uy, pero buenas ¿no? —Dije mientras me quitaba el zapato derecho con total disimulo para que ni se inmutara de lo que estaba haciendo.


—Sí, sí, de hecho muy buenas. Quiero decirte que esto que tenemos sé que no acaba de ser ético, pero me encanta y no puedo evitarlo y me parece que tú tampoco. También, yo te saco unos años y tengo cierta experiéncia, ya que no eres la primera mujer con la que estoy, así que yo no sé si tú... Ya sabes a lo que me refiero... Quería preguntarte si tú ya has...


—¿Caro me estás preguntando si soy virgen? —La miré con una media sonrisa embarazosa.


—Je, je, a ver, sí. Pero no quiero que te sientas presionada, yo no te estoy pidiendo nada, es solo por saberlo —Me dijo adoptando una pose de mujer responsable.


Mi pie descalzo empezó a recorrer la parte interna su pierna derecha, la miré y le dije —¿Tú que crees?


—Judith... Estamos en un sitio público —Dijo mientras miraba tentada a los lados para que nadie supiera lo que estaba pasando.


Paré mi pie, pero sin dejar de acariciarla —¿Entonces paro? —La sonreí.


Me miró fijamente recoriendo mis ojos seguido de mis labios y susurró —Te mato. ¿Qué voy a hacer contigo? —Me dijo mientras se mordía el labio.


Yo la miré con una expresión que se entendía sola.

Yo la miré con una expresión que se entendía sola

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El próximo capítulo será publicado el próximo fin de semana.


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