Las Colonias

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EN EL CAPÍTULO ANTERIOR:

Paré mi pie, pero sin dejar de acariciarla —¿Entonces paro? —Le sonreí.

Me miró fijamente recorriendo mis ojos seguido de mis labios y susurró —Te mato. ¿Qué voy a hacer contigo? —Me dijo mientras se mordía el labio.

Yo la miré con una expresión que se entendía sola. (...)


(...)


 —¡Que peligro tienes rubia!— Dijo mirándome fijamente a los ojos en un tono susurrado.

Mi pie seguía subiendo por su pantalón buscando como destino su entrepierna. —Rubia ¿he? Me gusta— Dije mientras la miraba lo más sexy que podia.

 — Si ¿he?, pues rubia, eres muy hábil esquivando mis preguntas— Dijo siguiendo nuestro juego.

 —¿Quieres que te responda?— Mi pie había llegado a su destino y empezó a jugar a ponerla nerviosa.

 —Mmhhm— Dijo asintiendo. Cogió mi pie con su mano e iba marcando el ritmo.

 Bajé mi pie, me puse el zapato, la agarré de la camiseta le di un beso largo en la mejilla buscando como objetivo provocarla al límite —Si quieres saberlo, descúbrelo— Cogí mi bolso, mi chaqueta y me dirigí a la barra a pagar, desde allí le dije —Te espero en el coche, morena.

Fui directa hacia el coche y pude ver la cara de intriga y como se levantaba rápidamente para venir a donde yo la esperaba ansiosa.

Unos minutos después entró al coche y no pude controlar mis instintos, mi cuerpo se avalanzó sobre el suyo cual imán, nuestras bocas se buscaron hasta encontrarse, empecé a notar su mano subiendo por mi pierna hasta que llegó a su destino.

 —¡Espera! —Dije mientras alejaba su mano —Soy virgen, aunque eso no es importante, la verdad, lo que si me importa es que nuestra primera vez sea especial y no en un coche.

 —Ja, ja, ja vale, no te preocupes, no hay prisa. —Hizo una pausa dramática y concluyó susurrando— Que bonita eres —Dijo acariciando mi cara, me dio un beso suave y me llevó a casa.


LUNES, DÍA DE LAS COLONIAS


 —¡Uf que me pasa, hoy se me cae todo, joder! —Me dije a mi misma.

Esa mañana era especial, nos íbamos una semana entera de colonias y lo mejor es que estaría con mi Caro, esa mujer que me había descubierto un mundo.

Mientras mis nervios me empujaban constantemente a que se me cayera todo, me disponía a acabar la maleta a toda prisa, miraba el reloj una y otra vez, pensando que cada vez me quedaba menos tiempo y por si eso fuera poco Pau me había llamado para que preparáramos las maletas juntas y no olvidarnos nada, pero ella ya había acabado y no paraba de atormentarme con palabras y me estresaba aun más.


 —¡Pau, no puedo más, no me va a dar tiempo!

 —Que sí mujer, anímate ¡Que nos vamos una semana a Italia!

 —Pau, ya lo sé, pero estoy demasiado estresada, me faltan muchas cosas, te voy a colgar.

 —¡¿Oye, como que me vas a colgar encima que te doy apoyo moral?!

 —Lo siento Pau pero estoy muy nerviosa y no llego, adiós.


Le colgué y estaba segura de que me iba a arrepentir en cuanto la viera. Conseguí tenerlo todo listo y mi madre me llevo hacia el bus, mientras me daba la chapa con todo eso que dicen las madres cuando te vas.

La distracción perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora